Electrodomésticos inteligentes, frigoríficos que te hacen la compra, máquinas que dialogan entre ellas… El Internet de las Cosas –la capacidad de todo tipo de objetos para obtener información de su entorno y comunicarse entre sí– ha llegado no solo para quedarse, sino para transformar el mundo en el que vivimos. Y en algunos casos, como en la logística, ya ha empezado a hacerlo.
Han pasado años desde que comenzamos a oír sobre los electrodomésticos inteligentes, pero ahora nos encontramos en el momento en el que la tecnología y su reducción de costes van a permitir el despegue del Internet de las Cosas (IoT, en sus siglas en inglés). En algunos casos, son mejoras sobre procesos que ya eran posibles, pero que se harán más rápidos, más eficientes y se aplicarán en más situaciones con la universalización y el abaratamiento de las nuevas tecnologías.
Según un estudio de Cisco en 2015, 1.500 millones de aparatos estaban conectados a Internet. Para 2020, su previsión es que esta cifra alcance los 5.000 millones, de los cuales solo el 17% serán ordenadores (pc, tabletas, móviles…). El 83% restante estará compuesto por nuestras zapatillas, nuestros relojes, nuestras gafas, nuestros aparatos de aire acondicionado… o nuestras estanterías y carretillas.
Cómo afectará a la Logística el Internet de las Cosas
El sector de la logística, acostumbrado a ser rápido en la adopción de nuevas tecnologías y que ya hace años que integraba algunos de estos principios y metodologías, será uno de los que acoja con mayor interés este salto adelante. Según cálculos de Cisco, hasta el 25% del valor generado por el Internet de las Cosas estará relacionado con la logística. Y estima que durante la próxima década puede llegar a ser de 1,9 billones de dólares. Adaptarse al entorno IoT requerirá apuestas e inversiones fuertes por parte de las empresas, pero multiplicará las posibilidades de ofrecer valor y servicio a los clientes.
Cadena de Suministro
La implantación de sensores y su interconexión hace que las cadenas de suministro sean más eficaces y fiables. En la producción se limitan errores por faltas de material, al ser más fácil y económicamente asumible el control de los mismos. Se reducen ineficiencias por cuellos de botella al tener mejor controlados los flujos de producción, etc.
Esto hace que las cadenas de suministro instrumentos más precisos y fomentará aún más la filosofía Just in Time, lo que repercutirá en un mayor exigencia a los logistas para cumplir unos plazos que, fruto de esta precisión, se están haciendo cada vez más estrechos.
De esta forma, las empresas tienen a su disposición mapas más exhaustivos y exactos de sus procesos. Mejorando el conocimiento del tiempo que se emplea en fabricar, almacenar y transportar sus productos, además de poder conocer el estado de los mismos en tiempo real. Se puede identificar y trazar todo el recorrido de una pieza a través de la cadena de montaje. Detectando retrasos y posibles mejoras.
El almacén será uno de los grandes beneficiados y la variedad de aplicaciones parece infinita.
Almacén
El almacén es también uno de los grandes beneficiados y la variedad de usos y aplicaciones parece casi infinita.
Las estanterías equipadas con sensores de peso y dimensiones pueden avisar si el palet que se acaba de colocar en una ubicación no corresponde con el que, teóricamente, iba a albergar. O de si la colocación por parte del operario no ha sido correcta y ha de moverse en alguna dirección, o de si corre peligro de caída.
Del mismo modo, las carretillas puede estar equipadas con sistemas de prevención de accidentes, avisando o deteniendo el vehículo ante la proximidad de objetos o personas. O encender y apagar las luces dependiendo de las condiciones visuales del almacén. También se puede optimizar su recorrido, ahorrando metros y por tanto coste, así como obtener datos sobre su rendimiento y la optimización de las ubicaciones de almacenamiento, según el nivel de rotación.
Un almacén puede tener previsto los lugares de ubicación de los palets que vaya a recibir de diversos camiones atendiendo a su hora de llegada, el tipo de mercancía, su volumen y su peso. Sin que hayan llegado siquiera a su nave y todo ello automatizado.
Gestión de flota
La gestión de flotas, recogidas y repartos es uno de los campos más abiertos a la optimización gracias al Internet de las Cosas. El IoT permite, además de conocer la ubicación de vehículos, disponer de sistemas que avisen de qué conductor es el más indicado para realizar una recogida o, mediante la acumulación de datos, cuál sería el recorrido más indicado para un reparto.
Otro de los datos que pueden monitorizarse es la temperatura de la mercancía. Ante variaciones inesperadas, salta una alarma para avisar al conductor. Esto se traduce en que el transportista pueda desviarse a tiempo a una ubicación con temperatura controlada y salvar la mercancía.
De la misma manera, los sensores de movimiento pueden alertar sobre posibles roturas, acelerando el proceso de respuesta a las mismas. También pueden aplicarse como medidas de seguridad, anunciando la apertura indebida de puertas o contenedores o el desvío de un vehículo de su ruta preestablecida. La posibilidad de tener todos estos datos en tiempo real mejora la trazabilidad y la visibilidad que las empresas, cada vez más, exigen tener sobre sus mercancías.
A esto hay que añadir los avances instalados en los propios vehículos, que señalen rasgos de fatiga en el conductor, faciliten la navegación, respondan al estado de la carretera, etc. Y sistemas de control de flotas que van más allá de la simple y tradicional situación del vehículo para incluir informes sobre rendimientos, consumos, etc.
Última milla
En la última milla es donde las ideas para aprovechar el Internet de las Cosas están siendo más creativas.
Entre las dificultades habituales para realizar entregas a particulares, la estrella es saber si el destinatario está en el hogar. Este problema puede tratar de resolverse con soluciones que indiquen automáticamente al transportista si la persona ha salido de su casa o mediante sistemas que informen al destinatario de la hora aproximada de entrega, teniendo en cuenta el reparto asignado, su ubicación e incluso el estado del tráfico en ese momento, para que pueda avisar de si va a estar disponible o no.
Incluso se podría habilitar el acceso controlado de los repartidores a algunas zonas en ausencia del dueño. Bien podría ser el acceso mediante código a algún armario exterior para entregas, la entrada solo al jardín de la casa o incluso hasta al propio hogar. Identificando qué persona es la que accedería a la parcela, por temas de seguridad. Aunque estas medidas necesitarían una gran confianza por parte del ciudadano.
Los buzones inteligentes también son una opción que se ha empezado a manejar. Estos ‘mailbox’ podrían servir tanto para las entregas como para los envíos. Al notar peso, solicitarían inmediatamente una recogida, mientras que en las recepciones podrían avisar si el peso y dimensiones no corresponden con el bulto esperado, de si ha habido aperturas no permitidas del propio buzón o de si no hay espacio para ejecutar la entrega.
Las posibilidades del Internet de las Cosas en la logística son casi infinitas. Si bien en varios casos se basan en ideas ya existentes, como la trazabilidad, su implantación masiva y la profundización en la variedad y precisión de los datos recibidos suponen un salto de nivel cualitativo. En definitiva, una oportunidad para aumentar el valor ofrecido al cliente, con un resto por delante que en Transgesa queremos asumir: esforzarnos más para dar un mejor servicio.
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