Según un nuevo estudio, las partículas metálicas de la abrasión de las pastillas de freno (hasta una quinta parte de la contaminación del aire de partículas finas PM2.5 en el tráfico) pueden causar inflamación y reducir la capacidad de las células inmunes para matar bacterias, similar a las partículas derivadas de los gases de escape de los vehículos diésel. Las PM2.5 son partículas con diámetro inferior a 2,5 micras, lo suficientemente pequeñas como para ser inhaladas en las regiones más profundas del pulmón.
Los científicos, financiados principalmente por el Medical Research Council (MRC), señalan que esto sugiere que la contaminación por partículas debido al desgaste de los frenos podría estar contribuyendo a una mayor susceptibilidad a las infecciones de las vías respiratorias y otros efectos sobre la salud.
Se estima que solo el 7% de la contaminación por PM2.5 del tráfico procede de los gases de los tubos de escape en carretera; el resto proviene de fuentes como el desgaste de los neumáticos, el embrague y los frenos, así como del polvo de la carretera en suspensión. El polvo de los frenos es la fuente de aproximadamente el 20% de la contaminación total del tráfico de PM2.5.
Hasta ahora, gran parte de las investigaciones sobre los efectos de la contaminación del tráfico se ha centrado en las partículas derivadas del tubo de escape de los vehículos diésel, pero este nuevo estudio ha investigado si las partículas en el polvo de los frenos tienen efectos similares.
El Dr. Ian Mudway, quien dirigió la investigación en el Centro MRC para el Medio Ambiente y la Salud en el King’s College de Londres, ha señalado que “en este momento, las referencias bibliográficas justifican por completo el enfoque sobre las emisiones de los tubos de escape de los vehículos diésel, pero no debemos olvidar ni descartar la importancia de otros componentes, como los metales de la abrasión mecánica, especialmente de los frenos. No existe un vehículo cero emisiones, y a medida que entran en vigor las regulaciones para reducir las emisiones de escape, es probable que la contribución de estas fuentes sea más significativa”.
El polvo de la fricción de los frenos es rico en metales, y puede catalizar la producción de sustancias reactivas de oxígeno (ROS, según las siglas en inglés), es decir, sustancias químicas que pueden dañar las células al entrar en los pulmones y que conllevan un mayor riesgo de infecciones bacterianas como tos, resfriados, bronquitis y neumonía.
Los científicos se sorprendieron al descubrir que los metales tanto en el polvo de los frenos como en los tubos de escape de los vehículos diésel tenían efectos similares en las células inmunes, ya que el escape de diésel carecía del hierro y el cobre comunes en el polvo de frenos, que se sabe que generan ROS en el cuerpo.
Había muchas otras partículas metálicas que tenían en común (como el arsénico, el estaño y el antimonio), pero los investigadores concluyeron que el mayor culpable era el vanadio, ya que era el único metal que las células absorbían cada vez más conforme aumentaban la dosis de polvo de frenos y partículas de escape de diésel.
Esta investigación se realizó en células en el laboratorio y se necesita más investigación para comprender completamente el efecto sobre la salud de las partículas de polvo de los frenos, según angerea.org.
Fuente: http://www.asepa.es/
Antonio Mozas
Director de ASEPA (Asociación Española de Profesionales de Automoción)
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