Los tan conocidos “filtros del coche” son esenciales para un buen comportamiento y confort de marcha. Te contamos por qué debes cambiarlos.
“He pasado la revisión y todo correcto. Ya sabes, los filtros y poco más”. Seguro que alguna vez has escuchado estas palabras. O el mecánico te ha dicho que tu coche sólo necesita un cambio de filtros. Pero, ¿de qué filtros hablan? ¿Es necesario cambiarlos regularmente o sólo si dejan de funcionar?
Los filtros son pequeñas mallas que están situadas en diferentes lugares de nuestro vehículo y cuentan con funciones muy específicas, aunque en el fondo casi todas tienen un mismo objetivo: conseguir que el aire, el aceite o el combustible pase con las menores impurezas posibles.
Cualquiera de ellos cuenta con un mantenimiento específico, pero, por norma general, lo mejor es seguir simplemente los plazos que marca el fabricante que, a grandes rasgos, obliga a cambiar el filtro del aceite cada vez que renovamos este, el filtro de aire entre 15.000 y 30.000 kilómetros, el del habitáculo cada 15.000 kilómetros o un año y el de combustible entre 30.000 y 60.000 kilómetros si es diésel y entre 40.000 y 80.000 kilómetros si es gasolina.
En cuanto a los tipos de filtros y su función, desde Confortauto nos recuerda para qué sirven cada uno de ellos. Toma nota porque en la mayoría de los casos podrás evitar averías.
- Filtro de aceite: Utiliza un sistema de papeles que filtran las impurezas que puede alojar el aceite con el funcionamiento del vehículo. Este componente filtra alrededor del 95 por ciento de las impurezas que pueden venir derivadas, por ejemplo, de la propia combustión. Es esencial cambiarlo cuando renovemos el aceite pues este líquido pasa por todas las piezas de nuestro motor y las pequeñas virutas metálicas que no sean atrapadas por el filtro pueden generar averías.
- Filtro de aire: Es otro filtro que protege al motor de partículas abrasivas para sus piezas. Se encarga de eliminar componentes agresivos para el mismo que puedan llegar desde el aire que refrigera el motor. Es importante tener en cuenta que si nos movemos habitualmente sobre pistas de tierra o zonas con mucho polvo se debería adelantar el cambio del mismo.
- Filtro de combustible: Al igual que en el caso del filtro de aceite, este componente es esencial para una buena combustión. Se trata de eliminar las impurezas que puedan contener los combustibles y, así, garantizar el rendimiento óptimo del vehículo. En el caso de la gasolina se trata de impedir que estas pequeñas partículas pasen a la cámara de combustión, mientras que en los vehículos diésel se busca el gasóleo no llegue con pequeños restos de agua que puedan provocar la corrosión de las piezas.
- Filtro del habitáculo: Hasta ahora todos los filtros mencionados ayudan a un buen rendimiento del motor. El del habitáculo, por el contrario, nos afecta directamente a nosotros como conductores. Su misión es garantizar una buena calidad del aire en el interior del mismo, evitando que entren pequeñas partículas que nos provoquen alergia o resequen el ambiente. Un filtro en mal estado provocará muchas incomodidades a la hora de conducir.
Fuente: https://www.autopista.es/
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