Unos malos hábitos al volante pueden tener unas consecuencias fatales, no solo para tu coche, también para tu bolsillo. Por eso, quizás te lo pienses dos veces antes de llevar a cabo alguna de estas acciones mientras conduces.
Dejar la mano apoyada en el pomo del cambio de marcha, esperar hasta el último momento para llenar el depósito de combustible… Seguro que más de una vez has caído en alguno de estos hábitos. Y si bien muchas veces son involuntarios, pueden acabar desembocando en una importante avería en tu coche.
Desde la Asociación Española de Entidades Colaboradoras de la Administración en la Inspección Técnica de Vehículos, AECA-ITV, nos cuentan cuáles algunas de estas acciones que muchos conductores realizan pero que a la larga pueden salirnos muy caras.
Uso excesivo de los frenos
A pesar de ser un elemento imprescindible en todo vehículo, el uso de manera continuada de los frenos o realizar una frenada importante conlleva un sobrecalentamiento de los mismos reduciendo la capacidad de frenada y aumentando el desgaste. Lo aconsejable en este sentido es, siempre que sea posible, utilizar el freno motor y mantener, aun más, la concentración en la circulación, previendo posibles imprevistos que impliquen una frenada brusca (por ejemplo, en la aproximación a un semáforo o intersección no esperar al último momento a frenar el vehículo).

Revolucionar en exceso el motor cuando está frío
El aceite del motor es la sangre del vehículo y, para su correcto funcionamiento, tiene que encontrarse a una temperatura adecuada y a un nivel correcto. Si el motor no se encuentra a esta temperatura, es decir, se acaba de arrancar y está frio, el aceite no circula de forma fluida por el circuito de engrase por lo que, si se le hace trabajar a grandes revoluciones, se pueden provocar mayores desgastes.
No controlar la presión de los neumáticos
Circular con las presiones de los neumáticos fuera de lo estipulado por el fabricante del vehículo no solo causa un desgaste irregular, sino que también es peligroso (puede aumentar la distancia de frenado, reducir el agarre o incluso aumentar el riesgo de reventón). Además, provoca un aumento en el consumo de combustible del vehículo.
También es importante evitar golpear el neumático, por ejemplo, en los bordillos o rozar el flanco durante las maniobras de aparcamiento ya que las deformaciones que sufren pueden causar daños internos (grietas o “chichones”) que pueden tener consecuencias mayores, como un reventón.

Incorrecta utilización de la caja de cambios
Mantener una marcha engranada mientras el vehículo está detenido (por ejemplo, en un semáforo), puede acelerar el desgaste del embrague. En estos casos, es preferible dejar el coche en punto muerto.
Por su parte, mantener el pedal del embrague pisado también puede generar daños en el vehículo. Se trata de un elemento que, cuando se acciona, en realidad desembraga la caja de cambios (se desconecta la transmisión del motor); por ello, sólo ha de pisarse en el momento en que se vaya a cambiar una marcha.
Otro hábito que puede causar daños es poner marcha atrás sin detener el vehículo, ya que puede dañar la caja de cambios Por ello, lo recomendable es detener por completo el vehículo antes de introducir la marcha atrás.
Circular con el vehículo cargado
Hay que tener especial cuidado con el peso que puede llevar el vehículo, ya que cuanto mayor sea la carga, el comportamiento del vehículo es más inestable ante cualquier incidencia. Además de que los frenos, la suspensión o la transmisión tendrán que hacer un mayor esfuerzo.

Evitar los baches
Los datos revelan que al menos un tercio de todos los daños que sufren los vehículos (principalmente en el sistema de suspensión, transmisión y neumáticos) se deben a los baches que pueden encontrarse en las carreteras, por lo que, en la medida de lo posible, sin poner en peligro al resto de los usuarios y cumpliendo las normas de tráfico, se deben intentar esquivar y/o pasarlos a una velocidad adecuada.
Exceso de velocidad en resaltos o badenes
Los resaltos, principalmente los ubicados en los pasos para peatones, tienen la finalidad de obligar al conductor a reducir la velocidad. Superar estos resaltos a una velocidad excesiva conlleva desgastes en los elementos de la suspensión e incluso puede provocar que alguno de los elementos de los bajos del vehículo golpeen con el suelo, tanto al coger el resalto (parte delantera del vehículo, principalmente paragolpes delantero) como al salir del mismo (parte trasera, principalmente elementos del escape o paragolpes trasero).
Fuente: https://www.autopista.es/
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