Un estudio sugiere que las pastillas de freno de los coches emiten gases más contaminantes que los de los motores diésel.
El debate está sobre la mesa. ¿Qué contamina más, un coche eléctrico o uno diésel? Mientras algunos estudios ponen sobre la mesa la idea de que un coche eléctrico contamina menos que uno de gasolina o diésel, otros afirman que fabricar un coche eléctrico contamina más que uno de gasolina. El caso es que los coches eléctricos han estado y están llamados a ser la principal herramienta para reducir el calentamiento global y hacer que el aire que respiramos sea más limpio.
Pero atención porque los vehículos eléctricos podrían no ser la panacea. Un nuevo estudio, procedente del Reino Unido, concretamente de la Universidad de Southhampton, sugiere que las partículas microscópicas que emiten algunas pastillas de freno, tanto de los vehículos eléctricos como los de motor de combustión interna, son iguales, o incluso más dañinas que las que se encuentran en los gases de escape de los motores diésel.
Esto es incluso más sorprendente teniendo en cuenta que los coches eléctricos dependen en gran medida de la frenada regenerativa, lo que reduce significativamente el uso de los frenos de fricción tradicionales. Sin embargo, los vehículos eléctricos también son significativamente más pesados que sus homólogos de combustión interna, lo que significa que cuando utilizan los frenos, generan más partículas en cada frenada.
El polvo de los frenos es incluso más nocivo que las emisiones de un motor diésel
Los científicos de la Universidad de Southampton en el Reino Unido observaron el efecto que tienen las emisiones de partículas de diferentes tipos de pastillas de freno sobre la salud pulmonar. En concreto, sus responsables utilizaron pastillas de freno con cuatro tipos de composiciones químicas: con baja composición metálica, con cerámicos semimetálicos, orgánicas sin amianto e híbridas-cerámicas.
Normalmente asociamos cualquier cosa con etiqueta orgánica como más saludables, pero en las pruebas, las pastillas orgánicas sin amianto indujeron la mayor inflamación. Se consideró que eran incluso más tóxicas para nuestros pulmones humanos que las emisiones de un motor diésel. Según los autores del estudio, este tipo de pastillas son las más comunes en EE.UU. porque son baratas, silenciosas y tienen una tasa de desgaste bastante baja.
Desarrolladas para reemplazar a las pastillas de freno más antiguas, que contienen amianto, contienen fibras de cobre, que mejoran la conductividad térmica, algo que anteriormente proporcionaba el amianto. Este se eliminó de la mezcla debido a su relación directa con algunas enfermedades pulmonares, pero se descubrió que el polvo de cobre presente en las pastillas modernas también está relacionado con enfermedades pulmonares como el cáncer, el asma y las enfermedades pulmonares crónicas.
Las primeras regulaciones legales ya están en camino
Los estados de California y Washington, en Estados Unidos, han aprobado recientemente leyes para reducir el contenido de cobre en las pastillas de freno, aunque el informe dice que esto se hizo con el objetivo de proteger la vida acuática, en lugar de proteger nuestros pulmones. Y las regulaciones de la normativa Euro 7, que entrará en vigor en 2027, también comenzarán a limitar las emisiones de polvo de los frenos, aunque presumiblemente eso solo afectará a los coches nuevos y no a las piezas disponibles para los ya existentes.
Tal y como están las cosas, actualmente hay muy poca regulación en el mundo que controle las emisiones de los vehículos distintas de las procedentes del tubo de escape, incluidas las de los neumáticos, que son otra gran fuente de partículas peligrosas. Como señalábamos anteriormente, los vehículos eléctricos utilizan la frenada regenerativa, pero también montan frenos de fricción convencionales, por lo que producen polvo de freno y tienden a ser más pesados que los vehículos con motor de combustión, lo que significa que sus neumáticos contaminan incluso más.
Escrito por Teresa de Haro
Fuente: https://www.autopista.es/
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