La palabra coche deriva del húngaro kocsi, abreviación de kocsi-szekér, literalmente “carruaje de Kocs” por haber sido la villa de Kocs el lugar donde en el siglo XV tuvieron lugar dos importantes mejoras en los carruajes: en primer lugar se les dotó de ruedas traseras de mayor diámetro que las delanteras consiguiendo así que el eje trasero, sobre el cual iban los asientos, salvase con mayor facilidad los baches, mejorando el confort de los viajeros. La segunda y más importante innovación de los artesanos de Kocs fue colgar el habitáculo de la carroza de cuatro tiras de cuero, denominadas
sopandas o correones, que lo unían a cuatro columnas situadas en las esquinas del chasis, que proporcionaban un cierto aislamiento de los traqueteos del chasis sobre el terreno. El nombre de la villa de Kocs tiene su origen en el término kos (carnero) y en su actual escudo podemos encontrar los dos motivos: el carnero al que debe su nombre y un coche de caballos, al que dio el suyo.
La primera referencia a su origen húngaro se manifiesta en un documento escrito en 1426 por el entonces embajador italiano en Hungría, Nello di San Geminiano, que hace alusión a un carro pendente (carro colgado). En los siglos XV y XVI la villa de Kocs, situada entre Viena y Pest (Budapest), empezó a hacerse muy conocida como parada
habitual en los viajes entre las dos capitales. Así empezó la difusión del carruaje de Kocs, el innovador tipo de carro con suspensión que aportaba mayor comodidad que los tradicionales.
Kocsi se adoptó en español como “coche”, denominación que hizo fortuna y que sigue vigente. El nuevo medio de transporte se empezó a utilizar en España en 1544, siendo el emperador Carlos I el primero en usar uno traído de Hungría. Hay que apuntar que en 1522 María, hermana del emperador, se había casado con el rey de Hungría, por lo que sin duda estaba al corriente de los inventos en aquel país. En 1548 el embajador de Carlos I en Roma, Luis de Ávila escribía: “El emperador se puso a dormir en un carro cubierto, al que en Hungría llaman coche”.
En inglés dio lugar a coach, utilizado como coach mail para las diligencias que llevaban el correo. Es curioso observar que en los idiomas vecinos: francés, italiano e incluso portugués el término coche no prosperó y se utilizaron voiture, vettura, viatura respectivamente, derivados del latín vectura, cuyo significado es el transporte en sí y no el vehículo que lo realiza.
El Ingenioso Hidalgo D. Quijote de la Mancha (1604) ya contiene un esclarecedor comentario sobre la actualidad de los coches en la España de entonces. Cervantes pone en boca de Sancho, en la carta a Teresa Panza, su mujer (cap. XXXVI): “Has de saber Teresa, que tengo determinado que
andes en coche, que es lo que hace al caso, porque todo otro andar es andar a gatas. Mujer de un gobernador eres; ¡mira si te roerá nadie los zancajos!” (¡a ver quién se atreve a criticarte!).
En el siglo XIX el transporte de personas se efectuaba con los distintos tipos de carrozas tiradas por caballerías. Su denominación genérica, desde el siglo XVI era ya la de coches. En 1874 se abría en Madrid el Paseo de coches del Retiro, que vivió el cambio de los coches a los automóviles.
La gran innovación que supuso la suspensión del habitáculo con los cuatro correones fue definitiva porque definió por primera vez la separación entre el chasis como masa no suspendida que copia las desigualdades del terreno y el habitáculo como masa suspendida, con un cierto grado de aislamiento de la carretera. Sin quitar mérito a los carruajistas de Kocs, es obligado citar la romana, con un sistema conceptualmente similar, pero que no tuvo continuidad.
Una notable mejora muy posterior sería la sustitución de las columnas rígidas por soportes metálicos curvados y flexibles, que serían los precursores de las actuales ballestas.
Lo sorprendente es que en el lenguaje automovilístico de hoy, en todos los idiomas, se siga hablando de “suspensión”, un término que implica deformación por tracción, cuando nos referimos a los “apoyos elásticos” del vehículo, que trabajan a compresión.
Como en España el término “coche” se venía aplicando desde hacía siglos a los carruajes de caballos, los primeros automóviles pasaron a ser, lógicamente, “coches automóviles”.
Queda claro que los españoles fuimos los primeros en tener coche.
(Manuel Lage, presidente de la Comisión Técnica ‘Observatorio de Términos de Automoción’ de ASEPA)
Fuente: http://www.asepa.es/
Antonio Mozas
Director de ASEPA (Asociación Española de Profesionales de Automoción)
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