Desde hace años las olas de calor son más intensas y las temperaturas medias en verano más y más altas. En España -y en muchos otros puntos del planeta- nos hemos acostumbrado a los 40 grados y son bien sabidos los efectos que tienen las altas temperaturas en todo lo que tocan. También en los coches eléctricos.
Y sí, funcionan bien en climas muy cálidos, pero no ofrecen todo el rendimiento que podrían: pueden perder entre un 20% y un 30% de la autonomía total. Y la velocidad de carga también se verá penalizada.
A 38 grados, hasta 31 % de pérdida de autonomía
Partimos de la base de que el rango ideal de las baterías se sitúa entre los 20 y los 25 grados centígrados; a partir de esa horquilla los sistemas de gestión térmica se ponen en marcha. Además, más allá de los 45-50 °C, los componentes electrónicos de la batería se deterioran más rápidamente. La plataforma Recurrent, que proporciona informes sobre el estado de las baterías de propietarios, compradores y concesionarios, ha cuantificado la pérdida de autonomía de 7.500 vehículos eléctricos en base a la temperatura exterior.
Y según sus cálculos, puede ser de más del 30%:
temperatura | pérdida de autonomía |
---|---|
24 ºC | 0 % |
27 ºC | 2,8 % |
29 ºC | 3,5 % |
32 ºC | 5 % |
35 ºC | 15 % |
38 ºC | 31 % |
Aún así, y aunque el frío también penaliza la autonomía, la pérdida de la misma es menor que en verano debido a la climatización del habitáculo, cuando hace mucho calor y demandamos al sistema un cambio de temperatura mucho mayor para refrigerar el interior. Algo que además se puede evitar precalentando o enfriando con antelación la cabina mientras está enchufado.
Desde la plataforma avisan de dos escenarios a evitar con altas temperaturas:
- Dejar que un vehículo eléctrico alcance estados de carga extremadamente bajos: la gestión térmica de un vehículo requiere energía. Mantener la batería cargada mantendrá la batería fría.
- Dejar el coche aparcado durante semanas bajo el sol del verano sin cargar ni descargar la batería es más perjudicial para el vehículo que, por ejemplo, aparcarlo a la sombra o en un lugar cerrado.
Por otro lado, la temperatura ambiente y la de la batería de nuestro coche influyen también en los tiempos de carga del coche. Con temperaturas frías se tardará un poco más en alcanzar la máxima potencia de carga: para cargar a la potencia óptima ha de estar en torno a los 22ºC. Es especialmente notable en los coches que no disponen de climatizador por bomba de calor, pues ésta caliente la batería.
Del mismo modo, un excesivo calor puede hacer que la carga se ralentice. El proceso de carga eléctrica genera calor. Y si la temperatura ambiente es ya elevada, los sistemas del coche pueden limitar la potencia que recibe para evitar un sobrecalentamiento. Es especialmente notable en los coches que no disponen de refrigeración líquida de la batería.
Fuente: Motorpasión
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