El refrigerante es un líquido indispensable para que el motor funcione correctamente. Por eso mismo, hay que comprobar su nivel de forma periódica para evitar daños.
Dentro de todo lo que tiene que ver con la técnica de un vehículo, el líquido refrigerante tiene una función importantísima en el funcionamiento del motor, que es la da regular la temperatura del bloque, absorbiendo y disipando el exceso de calor que se genera durante la combustión para evitar la aparición de posibles fallos debido al sobrecalentamiento. De ahí que sus niveles se deben comprobar de forma periódica para evitar averías muy graves.
Como ya te hemos indicado más arriba, sin el refrigerante, el motor llegaría a alcanzar unas temperaturas que provocarían daños fatales. Así, a través de un circuito se hace circular este líquido aprovechando elementos como el radiador o la bomba de agua. Este último se mueve gracias a la correa de distribución, permitiendo que el líquido se mueva de forma continua. Por su parte, es el radiador el encargado de enfriar el refrigerante, aprovechando el aire exterior, para regresar al motor a una temperatura controlada.
La composición de líquido refrigerante mezcla agua y anticongelante para evitar su congelación en los meses de invierno, pero también cuenta con un punto de ebullición mayor para reducir las posibilidades de sobrecalentamiento. A esto, se suman aditivos pensados para proteger al motor frente a la corrosión o a la formación de pequeños fragmentos en determinadas zonas.
Cuidado si circulas con un nivel bajo de refrigerante
Para comprobar el nivel de refrigerante, el motor debe estar frío. Abriendo el capó, deberemos ver el depósito de expansión propio del líquido. Éste debe estar entre las muescas ‘Min’, que indica el mínimo de líquido que debe haber; y ‘Max’, con el máximo. Si se encuentra muy cerca de la muesca ‘Min’, es recomendable rellenar este depósito con el mismo tipo de líquido refrigerante.
Circular con un nivel de refrigerante demasiado bajo también puede llevar a que el motor se sobrecaliente. Para evitar que esto suceda, hay que estar atento a los síntomas: aumento de la temperatura; salida de vapor por el capó o pérdida de potencia. También puede provocar la aparición de bolsas de aire en el circuito y una mayor probabilidad de sobrecalentamiento.
En casos de sobrecalentamiento prologando, piezas como las culatas o los pistones se pueden llegar a deformar. En el peor escenario posible, se puede incluso romper la junta de la culata, lo que provocará que el aceite y el refrigerante se mezclen y un fallo total.
Fuente: Aurofacil
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