El filtro de partículas es obligatorio desde 2011 en los motores diésel, y en ocasiones necesita regenerarse. Si eso ocurre, no debes parar el motor.
El filtro de partículas es un dispositivo ubicado en el sistema de escape que se encarga de retener las partículas sólidas producidas durante la combustión. Estas partículas sólidas son unas de las más contaminantes por este tipo de motores y, por eso, con el filtro de partículas se evita que salgan al exterior.
Sin embargo, esas partículas no se deben quedar ahí eternamente, pues el filtro se saturaría y el motor no podría funcionar como es debido. Por eso, durante el propio funcionamiento del coche, lo normal es que el sistema de escape alcance una temperatura lo suficientemente elevada como para terminar de quemar esas partículas sólidas.
¿Cuál es el problema? Pues que mantener esa elevada temperatura en el sistema de escape no es fácil. De hecho, por ese mismo motivo, en la actualidad no es recomendable optar por un motor diésel en caso de que vayamos a realizar muchos trayectos cortos y sobre todo por ciudad. Ese tipo de utilización es especialmente perjudicial para este tipo de motores.
Sin embargo, cuando circulamos durante mucho tiempo con el motor por encima de las 2.500 rpm, el sistema de escape sí alcanzará esa temperatura necesaria como para destruir esas partículas sólidas. Por eso, circular principalmente por carretera a más de ese régimen de giro permitirá que nunca haya problemas con el filtro de partículas.
¿Qué pasa si se satura el filtro?
Ahora bien, si abusamos de esos recorridos cortos y urbanos, no tardaremos en provocar que el filtro de partículas se sature de partículas sólidas. Si continuamos realizando ese tipo de trayectos, llegará un momento en el que el propio coche conectará la regeneración del filtro de partículas de forma automática.
Cuando esto sucede, hay algunos modelos en los que se enciende un testigo en el cuadro de mandos del vehículo, pero en muchos otros no se enciende nada. Lo que sí notaremos es que, cuando nos detengamos, el ralentí se pone por encima de las 1.000 rpm de forma automática. También veremos que el consumo instantáneo del coche sube de forma muy notable.
¿Por qué sucede esto? Pues, simplemente, porque el sistema inyecta hasta ocho veces más combustible del necesario para que aumente por encima de los 500 grados la temperatura del filtro de partículas. De esa manera, se regenera de forma automática y, una vez completado el ciclo, volverá a funcionar con normalidad.
Es una operación que, en función del coche y de cómo de saturado esté es filtro, puede durar entre 5 y 20 minutos. Durante ese tiempo, no debemos hacer nada… y tampoco debemos detener el motor. Si lo paramos, el coche volverá a intentar regenerarse hasta en dos ocasiones más.
Pero, si no se consigue regenerar por completo en ninguna de esas tres ocasiones, entonces se encenderá el testigo de avería del motor y tendremos que acudir a un taller para que fuercen ellos una regeneración, una operación que ronda los 100 euros.
Si el filtro está demasiado obstruido, es posible que haya que sustituirlo, una operación que ronda los 2.000 euros de reparación.
Fuente: Aurofacil
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