Categoría: Artículos

A principios del siglo XX hubo en Europa una notable inquietud debida a la creciente importancia de la automoción y a la dependencia que ello suponía con respecto al petróleo, y así por ejemplo, en Francia se intentó fomentar el uso del etanol como sustituto, obteniéndolo a partir de la fermentación de productos vegetales, o bien del metanol procedente del carbón, en especial de la hulla, pero estos

productos -y otros- eran más costosos que la gasolina convencional, térmicamente más pobres, y además eran insuficientes dado el crecimiento del parque móvil, y conviene precisar que en esos momentos la casi totalidad del petróleo que llegaba a Europa procedía de Estados Unidos.

En España, y durante la I Guerra Mundial, no hubo problemas de suministro hasta que Norteamérica entró en el conflicto en 1917, pasando el petróleo a ser considerado por dicho país como producto estratégico, reservándolo para su ejército y su consumo interno, por lo que el gobierno español tuvo que imponer restricciones muy severas, limitando drásticamente la circulación, lo que llevó a algunos emprendedores a elaborar combustibles alternativos, tales como el llamado ‘gas de alumbrado’ utilizado en las farolas de las ciudades, conocido también como ‘gas de ciudad’, ‘gas de hulla’ y ‘gas de coque’, obtenido fundamentalmente a partir de la hulla, si bien su uso era entonces difícil en automoción desde el punto de vista técnico, apareciendo en el mercado diversos alcoholes que, en cierta medida, consiguieron paliar el racionamiento. Rofe fue una de las marcas de más difusión

entre los combustibles alternativos. Conviene precisar que el gasógeno, del que ya hemos hablado en otro artículo, no existía en esos momentos.

En la foto inferior vemos sobre el techo del automóvil un globo de ‘tela cauchutada’ fabricado por Pirelli y lleno de ‘gas de alumbrado’. Dicho vehículo era el automóvil oficial del director de la Compañía Madrileña del Gas, don Ricardo Salvadori (marzo de 1918).

Los alcoholes como combustible paliaron algo el problema, e incluso llegaron a existir en 1918 en el entorno de Madrid y Barcelona, competiciones en las que se usaban dichos productos, siendo numerosos los fabricantes presentes, algunos de las cuales se anunciaban con las marcas Benzol; Gasohol; Aero; Aurolina; Beltralina; Carburina; Auto España; Alexina y Rofe, y como anécdota señalaremos que el propio Wifredo Ricart lanzó un combustible con la marca Carburol.

Afortunadamente la Guerra Mundial acabó en 1918, por lo que las restricciones se levantaron poco después tras haber estado vigentes del orden de un año, y la industria de los combustibles alternativos no tuvo ya razón de ser, pero no por ello deja de constituir un capítulo curioso y poco conocido de nuestra historia de la automoción.

(Artículo de Pablo Gimeno, Comisión Técnica de Historia del Automóvil y de la Automoción de ASEPA)

Fuente: http://www.asepa.es/

Antonio Mozas
Director de ASEPA (Asociación Española de Profesionales de Automoción)

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