Cuando pensamos en coches clásicos, a menudo nos vienen a la mente imágenes de vehículos con formas sencillas y elegantes, con detalles muy cuidados. Pero más allá de su estética, algunos incorporaban elementos de equipamiento muy curiosos, muchos de los cuales han ido evolucionando hasta llegar a convertirse en la tecnología que conocemos hoy.
Otras características que en su momento eran indudablemente innovadoras (e incluso lo seguirían siendo hoy), han quedado relegadas al olvido. Algunas dignas de mención son los neumáticos que se iluminaban en la oscuridad, un volante de Ford que bien podría ser el tatarabuelo del ‘Yoke’ de Tesla o el “asiento de la suegra”.
Coches con mini-bar en la guantera, tocadiscos o volantes difíciles de manejar
Desde sistemas de dirección novedosos hasta extravagantes detalles de diseño, cada década ha visto surgir nuevas ideas que desafiaban las convenciones de su tiempo. Sin embargo, también encontramos características poco convencionales de los coches que, aunque no hayan perdurado en el tiempo, contribuyeron a la historia del automóvil.
Hoy en día no nos parece raro que haya coches de lujo con minibar, teléfono e incluso fax, como uno de los BMW Serie 7 hechos a medida para el diseñador Karl Lagerfeld.
Pero mucho antes, cuando las leyes contra el alcohol y la conducción aún estaban en el aire, modelos como el Cadillac Eldorado Brougham de 1957 presumían de llevar su propio minibar para el conductor.
Este extravagante coche, como mandaban los cánones de la época, contaba entre otras cosas con un sofisticado minibar imantado en la guantera para tener siempre a mano una copa. Además, incluía un juego completo de accesorios de aseo femenino, un elegante cuaderno de piel, una pitillera, un peine y un atomizador de perfume.
El volante de Ford que podría ser el tatarabuelo del Tesla Yoke
En 1965 la mayoría de los coches que circulaban por las carreteras no tenían dirección asistida. Teniendo esto en cuenta, uno se puede imaginar lo futurista que debió parecer el sistema “Wrist-Twist” (algo así como ‘giro de muñeca en español) de Ford.
En la teoría, este peculiar volante tenía el objetivo de proporcionar una experiencia de conducción más cómoda y una mejor visión tanto de la carretera como de los instrumentos del salpicadero (además de “aparcar en paralelo sin esfuerzo”, según el fabricante) pero en la práctica planteaba muchas dudas en cuanto a seguridad.
El coche del vídeo es un Mercury Park Lane de 1965 propulsado por un V8 de 7,0 litros que medía unos 5,4 m de largo y pesaba unos 1910 kg. Su sistema “Wrist-Twist”, pensado por los ingenieros para hacer que los controles del vehículo fueran lo más fáciles de usar posible, constaba esencialmente de dos pequeños volantes, uno para cada mano.
Debido a la diferente ergonomía, el conductor tenía reposabrazos a cada lado en los que apoyaba los brazos mientras usaba los volantes. Al final, el “Wrist Twist” nunca tuvo éxito y nunca llegó a producción. Es uno de los muchos sistemas de dirección nuevos con los que se ha experimentado a lo largo de los años, solo para que al final prevaleciera el volante tradicional.
En este sentido, otro modelo de Ford con un volante peculiar que no triunfó fue el Ford T-Bird de 1961, que llevaba como opcional un “volante basculante”. Esta innovadora característica fue diseñada con una columna de dirección especial que podía desplazarse unos 25 cm hacia la derecha.
La intención principal de esta maravilla de la ingeniería era hacer más cómodo para el conductor entrar y salir del coche, especialmente cuando necesitaban llevar objetos.
El asiento giratorio y el “asiento de la suegra” o “ahí te pudras”
El Buick Flamingo de 1961, un concept diseñado para el último evento Motorama de General Motors, que por fuera era esencialmente un Buick Electra 225 descapotable de 1961 acabado en un llamativo color ‘Flamingo Pink’. Pero lo mejor, como suele pasar casi siempre, estaba en su interior.
Y no lo decimos por su habitáculo tapizado en cuero rosa bicolor. Es que además de contar con una moderna y amplia consola con embellecedores y botones cromados entre los asientos delanteros, el exótico Flamingo contaba con un asiento de cubo flotante para el copiloto que giraba 180 grados, para hacer los viajes más amenos.
Con un concepto algo distinto, pero también en materia de asientos peculiares, varios Ford A en lugar de un simple maletero incorporaban en su parte trasera un asiento auxiliar o rumble seat. Mientras que en los Sport Coupe y en el Cabriolet se incluía de serie, en los Coupe, Special Coupe y Roadster era un opcional con un coste considerable.
Otro ejemplo de entre los muchos coches clásicos que podemos encontrar con este tipo de asiento es el Rosalie de la década de 1930, un coche precioso pero con un cambio de marchas que obligaba a tener una precisión de relojero y exigía mucha antelación para frenar, además de ser conocido por tener cierta tendencia a irse hacia la izquierda.
Este tipo de asiento trasero auxiliar de dudosa seguridad se conocía popularmente en España como “ahí te pudras”, “asiento de la suegra” o asiento del “criado”. En definitiva, era un peligroso asiento situado en la parte posterior del coche, que quedaba totalmente expuesto a la intemperie y que ni siquiera podía cubrirse en caso de mal tiempo.
Un tocadiscos como equipo de sonido revolucionario
En 1956, los vehículos Chrysler, DeSoto, Dodge y Plymouth se equiparon con el denominado “Highway Hi-Fi”: un tocadiscos para coche que llevaba vinilos más pequeños de lo normal y más pesados, para reducir los saltos con el movimiento.
Eso sí, el tiempo de reproducción estaba limitado a 45 minutos, y como los fabricaba en exclusiva CBS – Columbia, la selección de artistas disponible para escuchar música en el coche se limitaba a los de este sello.
Neumáticos con luz firmados por Goodyear
En 1961 Goodyear lanzó unos neumáticos translúcidos hechos de un material sintético llamado neotano que podían teñirse de varios colores e incluso llevar luz, gracias a las 18 bombillas que eran capaces de albergar. La idea inicial era que el conductor pudiese cambiar sus ruedas cuando quisiera para combinar con su estilo o según su estado de ánimo.
Según Goodyear, además de su llamativo aspecto, estas ruedas formaban parte de un estudio sobre “la posibilidad de crear neumáticos que ayuden a mejorar la visibilidad con mal tiempo”, pero el proyecto se descartó por preocupaciones relacionadas con la seguridad.
Bolsa para llevar perros colgando por fuera del coche… para “que les diera el aire fresco”
En un número de Popular Mechanics de junio de 1935 se presentó un concepto impactante: una bolsa específicamente pensada para viajar con perros que pretendía mantener limpios los coches y al mismo tiempo “permitir que los perros disfrutaran del aire fresco” mientras viajaban con sus dueños.
“Dog Rides Comfortably in Sack on Running Board” o “El perro viaja cómodamente en un saco en el lateral del coche”, decía el anuncio, al que afortunadamente no acompañaba una imagen real por el bien del animal.
La idea de un saco de quita y pon que únicamente se sujetaba al vehículo con ganchos tenía alguna que otra laguna, y nunca llegó a tomar forma. Probablemente, los perros de todo el mundo (y sus dueños) se sintieron aliviados y siguieron disfrutando de su forma habitual de viajar en coche.
Coches y autocaravanas anfibias
Los vehículos anfibios capaces de moverse tanto por tierra como por agua, podrían considerarse parientes lejanos de los vehículos militares más sorprendentes. En cuanto a coches, uno de los más populares fue el ‘Amphicar Modelo 770’ que estuvo a la venta desde 1961 a 1968.
Diseñado por Hans Trippel y fabricado por la compañía Quandt Group en Alemania, llevaba el motor de 1.147 cc del Triumph Herald 1200 en la parte trasera, que enviaba su fuerza a las ruedas traseras a través de una transmisión manual de 4 velocidades y podía alcanzar velocidades de 7 nudos en el agua y de 110 km/h en tierra.
Lo cierto es que este tipo de coches no destacaban ni como un coche propiamente dicho ni como una embarcación estrictamente hablando, además que presentaban problemas importantes como su tendencia a hundirse por fallos en la bomba de achique, encargada de expulsar el agua del casco.
Pero las caravanas anfibias también tuvieron su particular boom. Por ejemplo, en el archivo de British Pathé y la colección histórica de Reuters se pueden encontrar joyas como esta: bautizada como ‘The Otter’ (la nutria, en español) se trata de una caravana anfibia de mediados de la década de 1950, en pleno auge de los vehículos de recreo en los EEUU.
Fuente: Motorpasión
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