El coche eléctrico se está convirtiendo en un quebradero de cabeza para las marcas. Por una parte están bajo la presión de tener que vender coches eléctricos en grandes volúmenes, cosa que la inmensa mayoría no logra y por otra parte tampoco consiguen que encuentren compradores en el mercado de segunda mano.
De hecho, la situación en el mercado de segunda mano es tan problemática que las empresas de leasing y renting, que son responsables de cerca del 60% de las matriculaciones en Europa (el 26,4 % en España, y subiendo) y que venden los coches una vez los han recuperado al final del contrato de renting, están exigiendo a los fabricantes de coches eléctricos que les paguen o los recompren los coches.
Una empresa de renting, al igual que un particular, se enfrenta a la depreciación del coche una vez tiene que venderlo. El problema es que esta depreciación en un coche eléctrico es mucho mayor de lo que habían calculado inicialmente.
Los coches eléctricos pierden su valor mucho más deprisa que un coche gasolina, híbrido o diésel. En tres años, un coche eléctrico cuesta de media la mitad de lo que se ha pagado por él.
Así, los fabricantes de automóviles han empezado a compensar a las empresas de leasing por la pérdida de valor de los coches eléctricos usados, ya que la guerra de precios iniciada por Tesla está afectando a un sector que debe vender más vehículos eléctricos o enfrentarse a cuantiosas multas.
Hay marcas que pagan para que se queden los coches eléctricos y no tener que recomprarlos
Ayvens, la mayor empresa de leasing multimarca, ya ha recibido cheques en las últimas semanas para compensar la caída de los precios, según su consejero delegado, Tim Albertsen, aseguran vía Automotive News. Y algunas financieras ya hablan de pedir que les recompren los coches. En todo caso, sí hay marcas que les están pagando para compensar la pérdida de valor de los coches.
El modelo de negocio del leasing (entendido en Europa como alquiler con opción a compra) y del renting (alquiler puro y duro), dos fórmulas de arrendamiento a largo plazo, se basa en el valor residual de los coches, es decir, el valor al que será posible venderlos al vencimiento del contrato.
Las cuotas mensuales que paga el cliente permiten también cubrir la depreciación. Si el valor cae más de lo previsto, como ha ocurrido recientemente con los coches eléctricos, las empresas de leasing y renting pierden dinero con esos coches.
Es un riesgo que corre el arrendador. Éste suele ser un banco o una filial financiera de un fabricante, como Leasys en el caso de Stellantis o Alphabet, en el de BMW. El alquiler se calcula sobre el diferencial entre el precio de venta nuevo y el valor residual, en el mercado de segunda mano. Y se encuentran con un problema cuando ese valor residual cae de golpe.
Los contratos de renting y leasing suelen ser de una media de cuatro años, y eso es un problema para estas financieras. Significa que hasta finales de 2023, cuando empezó la guerra de precios, han pagado por los coches eléctricos un elevado precio. Un precio que en los últimos meses ha bajado notablemente.
Eso unido a una elevada depreciación inherente a los coches eléctricos (baja demanda, temor por el estado de la batería) hace que en el mercado de segunda mano, les sea complicado vender los coches a un precio suficientemente alto para que les cuadren los números.
Por ejemplo, un Tesla Model 3 partía en 2022 desde 42.995 euros, cuando hoy cuesta poco menos de 40.000 euros y es además una versión actualizada. La compañía de renting que lo pagó casi 43.000 euros tendrá que venderlo a un precio muy bajo si quiere que salga. Y eso es con un coche con el que hay demanda.
Las financieras que tienen alquilados, por ejemplo, el CUPRA Born 231 CV con batería de 77 kWh que costaba algo más de 45.000 euros a principios de 2023 y que ahora cuesta 38.160 euros, lo van a tener complicado para poder recuperar la inversión. De un día para otro, el valor de ese CUPRA Born ha bajado 7.000 euros.
En un mercado en el que cada vez más los clientes, particulares y empresas, optan por un coche en no propiedad por tranquilidad y control de gastos (en la cuota se incluye el mantenimiento), las marcas de coches han visto en el renting la manera de maquillar un precio de venta elevado o una subida de precio, pues todo queda diluido en la cuota mensual.
Pero ahora se enfrentan a un nuevo problema. Como sabemos, deben cumplir con unos niveles de emisiones cada vez más estrictos o pagar ingentes multas a la Unión Europea (o pagar sumas desorbitadas a Tesla y otros fabricantes que están muy por debajo de la media para compensar).
Pero si las financieras suben las cuotas mensuales de los eléctricos para cubrirse las espaldas frente a una depreciación que cae en picado y costes de seguro cada vez más altos, las marcas lo van a tener aún más complicado para colocar cada vez más eléctricos.
De hecho, según un estudio del Instituto CAR, aunque centrado en Alemania, para recuperar la caída del valor de los vehículos de segunda mano, los precios del leasing de coches eléctricos ya han empezado a subir hasta superar los de los coches de combustión. Y eso, los hace menos atractivos a la hora de optar por un coche nuevo.
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Fuente: Motorpasión
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