El filtro de partículas es uno de los quebraderos de cabeza más habituales de los motores diésel actuales. En este caso, te damos cinco trucos para conseguir que dure más y no te genere más problemas.
El filtro de partículas es un elemento ubicado en el sistema de escape de los actuales motores diésel (y, también, en algunos gasolina) que se encarga de retener las partículas sólidas de combustión, evitando que contaminen al salir al exterior.
Conforme el filtro se va tupiendo, el motor lo detecta y utiliza diferentes sistemas para destruir todas esas partículas. Lo más habitual son las clásicas regeneraciones, que consisten en elevar la temperatura del filtro hasta que todas esas partículas quedan destruidas por las altas temperaturas.
Cuando esto no sucede llegan los problemas, que pueden desembocar incluso en averías de más de 1.500 euros de reparación. Para evitarlo, en esta ocasión, te damos cinco trucos para que el filtro de partículas dure más.
1.- Comprueba el nivel de AdBlue… y del aditivo del filtro
El AdBlue es un aditivo que emplean muchos motores diésel actuales (todos los que se venden a día de hoy) y que se inyecta sobre los gases de escape antes de su entrada al filtro de partículas para reducir las emisiones de óxidos de nitrógeno.
No es, por tanto, un aditivo que funcione expresamente con el filtro de partículas. De hecho, existen filtros de partículas que sí cuentan con un aditivo exclusivo para regenerarse, como el Eolys que empleaban hace años los diésel del Grupo PSA.
Independientemente de eso, es muy importante que vigilemos el nivel de ambos aditivos (ojo, nuestro coche puede utilizar los dos, uno o ninguno) y, en caso de que nuestro coche los lleve, asegurarnos de que no se agotan. Nuestro coche nos avisará cuando se estén agotando, o nos indicarán qué cantidad nos queda.
Repostar AdBlue en los coches actuales es sencillo, pues en la mayoría lleva una toma junto a la del depósito de carburante y se puede repostar en muchas gasolineras. El aditivo del filtro de partículas es más complicado de repostar, pero podemos pedir que lo revisen cada vez que acudamos a cambiar el aceite del motor.
2.- No interrumpas la regeneración del filtro de partículas
Lleve o no aditivo, todos los vehículos con filtro de partículas realizan una regeneración cuando el filtro se ha tupido. Consiste en un modo de funcionamiento específico del motor en el que, normalmente, se inyecta más combustible y se eleva automáticamente el ralentí del motor para que, de esta forma, aumente la temperatura del filtro y se calcinen todas las partículas sólidas. Todo sucede de forma automática, y es habitual que nos salte alguna indicación en el cuadro de que el filtro se está regenerando.
Por eso, cuando notemos que el coche está regenerando, debemos dejarlo al ralentí hasta que la regeneración termine y el motor vuelva a funcionar con normalidad. Nunca debemos interrumpir este proceso, pues evitaremos que el filtro se limpie y es muy probable que, al final, tengamos que acudir al taller para que allí puedan forzar una regeneración.
De hecho, si las regeneraciones no son suficientes, podemos llegar a un punto en el que tengamos que sustituir el filtro, operación cuyo coste suele superar ampliamente los 1.500 euros.
3.- Conduce con alegría
Los trayectos cortos y a bajas revoluciones son los que peor le sientan al filtro de partículas, pues en ellos se generan muchas partículas sólidas… pero no la temperatura suficiente como para destruirlas. Por eso, ese tipo de trayectos y de conducción son especialmente nocivos para el filtro.
Intenta circular al menos una vez por semana por carretera y con el motor por encima de 2.500-3.000 rpm durante no menos de media hora. Ten en cuenta que no es una cuestión de velocidad, sino de revoluciones. Por eso es mejor que circules a 100 km/h en cuarta que en sexta, por ejemplo.
Si tu coche es automático, intenta manejarlo de modo manual para tratar de llevarlo también más revolucionado, no dejando que caiga en exceso por debajo de las 2.500 rpm.
En líneas generales, y aunque el motor consuma un poco más, es mucho más recomendable llevar el motor siempre un poco más revolucionado para ayudar a que el sistema de escape alcance más temperatura, la clave para que el filtro de partículas no se termine tupiendo.
4.- Si sube el nivel de aceite, puede haber una avería en el filtro de partículas
El aumento de la cantidad de combustible inyectado en las regeneraciones provoca en ocasiones que todo ese gasoil no termine de quemarse en el interior del cilindro. Lo que suele ocurrir entonces es que acaba filtrando hacia el cárter a través de las paredes de los cilindros. Y, al mezclarse con el aceite, ‘sube’ el nivel de aceite.
Por eso, puede darse el hecho de que suba demasiado el nivel de aceite si se producen demasiadas regeneraciones, algo que nos obligará a sustituir el aceite antes de la cuenta al verse contaminado por el gasoil de la combustión. Por tanto, las variaciones del nivel de aceite suelen indicar problemas en el filtro de partículas.
5.- Utiliza el aceite recomendado por el fabricante
Precisamente por lo expuesto en el punto anterior, muchos de estos coches emplean un aceite específico que no se deteriora tan fácilmente al entrar en contacto con el gasoil. Se suele denominar Low Saps, y hace referencia a las cenizas y otras impurezas procedentes de la combustión de ese exceso de gasoil empleado para aumentar la temperatura de los gases.
Por eso, utiliza siempre un aceite con las especificaciones que indique el fabricante de tu coche.
Y, además… nunca anules el filtro de partículas
Es una práctica relativamente habitual que suele terminar de golpe con los problemas del filtro de partículas… hasta que tengas que pasar la ITV. En ella, detectarán que el sistema está anulado, algo que está completamente prohibido. Por eso, tendrás que volver a poner el filtro de partículas en funcionamiento.
Al mismo tiempo, evitaremos que salgan al exterior las partículas sólidas, unas de las más contaminantes y dañinas para nuestras vías respiratorias que existen.
Fuente: Aurofacil
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