Cada vez hay más noticias de coches eléctricos incendiados. La E-Bulb puede revertir la situación.
Mide sólo unos milímetros de largo y está rellena con un líquido marrón: así es la E-Bulb (E de eléctrico, y Bulb, ampolla en inglés). Se trata del extintor de incendios más pequeño del mundo, desarrollado para coches eléctricos.
Ha sido inventado por la empresa alemana Job, de donde cada día salen de las máquinas de producción 500.000 ampollas. Se utilizan principalmente en sistemas de rociado para aparcamientos subterráneos, edificios de fábricas y transporte marítimo. “Un crucero necesita 15.000 ampollas para la protección contra incendios”, explica Rüdiger Klug, gerente de Desarrollo.
La producción diaria pronto podría aumentar significativamente porque los técnicos han desarrollado aún más el minicomponente para un propósito adicional. Instalada en los módulos de baterías de coches eléctricos, la ampolla garantiza que no se produzca un incendio.
La E-Bulb está siendo probada actualmente en prototipos. Si todo va según lo planeado, la pequeña ampolla debería formar parte del equipamiento estándar en los coches eléctricos a partir de 2024. Para el químico Klug y su equipo, no hay duda de que existe una gran necesidad.
Los incendios en los que están involucrados coches eléctricos no solo conmocionan, sino que también plantean grandes desafíos para los fabricantes de automóviles: ¿Cómo se puede evitar que un coche eléctrico se incendie en caso de accidente, durante el proceso de recarga o por materiales defectuosos?
Para investigar esto, los investigadores de seguridad han establecido la prueba del clavo. Un clavo incrustado en la batería desencadena una reacción química que hace que las celdas individuales se calienten o incluso exploten. Dado que estas se instalan muy juntas, puede ocurrir una reacción en cadena, y causar un incendio incontrolable de la batería.
Los expertos llaman a este efecto fatal fuga térmica. Aquí es exactamente donde entra en juego la E-Bulb. La ampolla está instalada en un fusible térmico hecho de plástico ignífugo. Si la temperatura en este actuador sube por encima de los 165º, estalla y activa un mecanismo que rompe el circuito y así reduce el voltaje al desconectar segmentos de la batería. Esto reduce en gran medida los cortocircuitos, los arcos eléctricos y las lesiones por descargas eléctricas.
Al mismo tiempo, la ampolla arroja un líquido dentro del fusible térmico. Extingue arcos y actúa como un minicuerpo de bomberos en las profundidades de la batería. Por lo tanto, el componente tiene un efecto preventivo. Antes de que suceda algo peor y la verdadera brigada de bomberos tenga que moverse, el pequeño tubo de vidrio ha detenido el incendio de un automóvil de una manera casi mínimamente invasiva.
“Es particularmente impresionante que la E-Bulb funcione de forma independiente”, señala el especialista en coches eléctricos Christoph Baumgartner. Trabaja para el proveedor Intercable de Tirol del Sur (Austria), es responsable de integrar la E-Bulb en el fusible térmico y patentó el sistema en 2021.
Ahora está de pie en la sala de producción de Job con el jefe de Desarrollo Klug y el gerente de Producto Markus Fiebig, observando la producción de ampollas. Los quemadores de precisión calientan los tubos de vidrio médico con una llama azulada, luego se cortan, se llenan con un líquido no polarizado y se sueldan. “Se requieren alrededor de 20 pasos de producción desde el vidrio crudo de Schott hasta la ampolla eléctrica terminada”, explica el desarrollador Klug, mientras retira con cuidado una muestra de un sistema de clasificación. Luego lo examina a contraluz entre el pulgar y el índice. En el interior, una pequeña burbuja de aire se mueve hacia arriba y hacia abajo. “Esta ampolla es de alta tecnología”, afirma Klug.
Después de todo, tiene que romperse exactamente en el límite de 165º para activar el interruptor de seguridad. A esta temperatura, las baterías comienzan a degradarse y emitir gases nocivos. Si no hay un interruptor térmico, como es el caso de la generación actual de coches eléctricos, la batería se incendiará.
Porque una vez que las baterías de la unidad están en llamas, ya no se pueden apagar. Los coches eléctricos incendiados expulsan más gases tóxicos que los de combustión, y las llamas pueden alcanzar hasta 1.000º, una temperatura que incluso hace que las partes del cuerpo se derritan como mantequilla al sol. Por tanto, los cuerpos de bomberos también usan contenedores especiales para enfriar los coches eléctricos.
Por cierto, la empresa Job está familiarizada con la tecnología de seguridad automovilística, pues cerca del 50% de los vehículos de GNC ya incorpora una ampolla sensible al calor de Job, que asegura el tanque de presión y, si es necesario, activa una válvula de escape.
La electromovilidad presenta muchas ventajas, pero también lleva aparejados ciertos peligros, como el sobrecalentamiento de las baterías, cortocircuitos o incluso incendios, que suelen resultar inextinguibles. Gracias a este invento europeo, se pueden evitar muchas desgracias.
Fuente: Autobild
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