En esta nueva entrega de ‘Aprende con Auto Bild‘, te explicamos cómo llevar a cabo el mantenimiento de un coche híbrido. ¿Qué necesita? ¿Tiene cuidados específicos respecto a otro coche convencional con motor de gasolina o diésel? Lo cierto es que sí, que tiene ciertas particularidades a la hora de decantarte por este tipo de mecánicas o no.
Aunque parece que todo el mundo tiene claro lo que es un híbrido, la confusión es más que evidente. Y es normal, dado que en el mercado ahora mismo conviven muchos tipos de tecnologías -y más que lo harán en un futuro próximo- y las opciones de movilidad han crecido exponencialmente. ¡Incluso, aquellas que no pasan por tener una máquina en propiedad!
No obstante, por cultura general o porque te estés planteando hacerte con un vehículo privado que tengas a tu servicio las 24 horas al día, conviene aclarar qué entendemos por coche híbrido, ya que al mantenimiento de este tipo de coches nos vamos a referir en este post. Por tanto, hablaremos de los coches híbridos ‘de toda la vida’, los HEV (Hybrid Electric Vehicles).
Estos híbridos ‘puros’ cuentan con un motor de combustión (gasolina o diésel), otro eléctrico y una batería específica. La filosofía es que trabajen en conjunto para garantizar la máxima eficiencia en los desplazamientos, bien funcionando de forma combinada y automática; bien haciéndolo sólo en modo eléctrico (si hay carga suficiente en la batería auxiliar); bien ‘tirando sólo del bloque térmico’.
Siempre, en función de la necesidad, de los requerimientos del conductor o de la tecnología del modelo en cuestión. Así, dejamos a un lado los microhíbridos o de hibridación suave (MHEV), que tienen un motor de combustión al uso electrificado por un sistema de 48 V con batería adicional; pero tampoco entraremos aquí en los híbridos enchufables (Plug-in Hybrid Electric Vehicles -PHEV-).
Y cómo no, excluiremos asimismo los bifuel (que no son híbridos, sino que una misma mecánica térmica se puede alimentar con el depósito de gasolina o con el depósito de gas -GLP o GNC-), así como los eléctricos puros (llamados 100% enchufables, Plug-in, o Electric Vehicles -EV-) y los de pila de combustible de hídrógeno.
Elementos comunes ‘vs’ elementos específicos
Así pues, dentro del mantenimiento de un coche híbrido, necesitará estar pendiente de algunos elementos comunes con los vehículos convencionales (neumáticos, discos y pastillas de freno, aceite lubricante del motor térmico, anticongelante-refrigerante, batería normal, bujías, filtros de gasolina, de aceite y de habitáculo, manguitos, escape, amortiguadores…) que deberás vigilar en función de tu uso y de las recomendaciones del fabricante.
Sin embargo, hay elementos diferenciadores que no requieren la misma atención. Y de estas salvedades te beneficiarás en algunos casos o deberás ser algo más cuidadoso en otros para garantizar una vida placentera como conductor de un híbrido. O lo que es lo mismo: que las averías y las veces que tengas que pasar por el taller sean las mínimas. ¿De qué elementos hablamos?
Para entender las peculiaridades en el mantenimiento de un coche híbrido, hay que centrarse en que el quid de la cuestión está en la parte electrificada, pero aunque en conjunto sea todo más complejo que en un coche antiguo de gasolina, lo cierto es que al final puede resultar que todo sea más sencillo de tener al día por parte del propietario, pues hay elementos cuya vida útil coincidirá con la del vehículo.
- Batería: es la clave de toda hibridación, y más, en los híbridos puros o HEV. Hablamos aquí de la que alimenta el motor eléctrico (no de la batería convencional que provee al coche electricidad para el arranque, luces y otros consumibles) para generar movimiento en las ruedas motrices.
Superada la época en la que se hacían de plomo y a falta de que se desarrollen las investigaciones de cara a otras materias primas como el grafeno, las actuales son de iones de litio, se recargan con el propio movimiento del motor térmico y con la regeneración energética de los descensos y las frenadas del vehículo y deberían durar lo mismo que tu coche o los años de garantía estipulados por el fabricante para este elemento.
Aunque las diferentes marcas han ido solventando los problemas de rendimiento cuando se han producido en estos casi 25 años de coches híbridos en mercados como el español. No obstante, algunas sí que han recomendado que, cuando el coche va a estar un tiempo parado, al menos sí que se arranque durante 30 minutos una vez a la semana y se le dé una vuelta. Algo que tampoco sobraría en un coche térmico…
- Instalación eléctrica: la instalación tampoco suele presentar grandes problemas, salvo que el coche pase mucho tiempo a la intemperie, ‘duerma’ en la calle, pueda ser atacado por roedores en una plaza que no esté debidamente acondicionada… o una o ambas cosas le sucedan en zonas expuestas al salitre marítimo de las zonas de costa o a la sal esparcida por las carreteras durante el invierno.
Así, el cableado, las centralitas y las conexiones son más abundantes que en los viejos coches térmicos convencionales, por lo que deben ser especialmente revisados con el paso del tiempo, con el fin de evitar males mayores y disgustos que hagan incrementar la factura a la hora de plantearte si es o no conveniente para tus necesidades y tu bolsillo tener un coche de estas características.
- Software: mecánicamente, los híbridos parecen ‘duplicar’ su mecánica, pero en realidad, el conjunto tiene menos elementos susceptibles de estropearse con el paso de los kilómetros (como ves más abajo). No obstante, el software de este tipo de vehículos, en función del modelo en cuestión, sí que puede tener que ser actualizado con más frecuencia que el de uno convencional equivalente.
- Caja de cambios, embrague, alternador y correas: otra ventaja a priori propia de este tipo de vehículos es no contar con una caja de cambios convencional, por lo que tienen menos elementos de desgaste que se puedan estropear antes de tiempo (ventaja, además, especialmente llamativa respecto a muchos otros coches como los híbridos enchufables). Ni embrague, ni alternador ni correas de servicio.
- Motor de arranque: vistas esas ventajas en el mantenimiento de un coche híbrido, ¿qué necesita, pues, que sea específico? El motor de arranque puede puede ser un elemento que se deteriore antes de tiempo o no, según el uso.
No funciona exactamente igual que en el de un coche térmico sin electrificación, pero dependiendo de cómo utilices el HEV, puede trabajar más (si le exiges mucho y tiene que ir arrancando el bloque de gasolina todo el tiempo) o menos (si aprovechas mejor las bondades de la electricidad, hay más descensos, sabes jugar mejor con la recarga de la batería…).
- Escape: aquí también se puede dar este fenómeno de longevidad superior… o desgaste precoz, según el uso y las circunstancias. En principio, los filtros y silenciosos deberían durar más por tener que trabajar menos tiempo en cada uso.
Sin embargo (quienes tienen moto lo saben bien), si en tu trayecto habitual aparece humedad y no se termina de eliminar hasta el garaje con el calor del motor térmico, por ejemplo, podría acumularse y provocar óxido con el tiempo. Hay que vigilarlo.
- Elementos regenerativos: hablando de la incidencia del líquido elemento, los sistemas de regeneración situados en las ruedas hacen que sus componentes estén más expuestos en las ruedas y sean más vulnerables a los charcos o a las balsas de agua.
De hecho, los fabricantes y los expertos de los talleres suelen recomendar que al conducir algunos de estos coches, evites que el nivel del agua ascienda por encima del neumático para que los circuitos eléctricos no se dañen Hay que estar muy pendientes de esto en según qué modelos, porque algunos están mejor preparados que otros para estas circunstancias.
- Frenos: por último, no nos vamos sin hablar de los frenos, porque aquí pasa lo mismo que con otros elementos mencionados propios de estos vehículos ‘hybrid’. En teoría, con los sistemas de freno motor/regeneración (mediante el selector ‘B’ de Brake, levas, freno con el acelerador tipo ‘e-pedal’, o cualquier otro sistema de retención/regeneración), el vehículo decelerará o hasta se detendrá con un efecto ‘freno motor’. Pero si esto no se hace bien al conducir, puede que se abuse del freno de servicio -como pasa a veces en los coches automáticos- y el desgaste de discos y pinzas sea mayor.
Fuente: Autobild
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