Es difícil imaginarse cómo será el futuro, pero en los años 50 y 60 del siglo pasado fueron muy creativos y tuvieron ideas loquísimas a la hora de pensar cómo sería la vida más adelante.
Esas ideas incluían coches y otros medios de transportes. Muchos años después, solo algunas de ellas se han hecho realidad, de hecho, la mayoría se antojan demasiado optimistas incluso para la época actual.
Casi todas las ideas cayeron en saco roto, pero nos han quedado anuncios para el recuerdo
Los prototipos siempre han servido para que los fabricantes de coches muestren su visión de los modelos del futuro. A veces, algunas de las ideas que abrazan estas propuestas se hacen realidad, pero lo habitual es que sean demasiado innovadoras como para llegar a la calle.
Solo hay que echar la vista atrás para comprobar cuántas de las ideas propuestas por los prototipos más atrevidos se han materializado, sobre todo, si nos fijamos en los prototipos de los años 40, 50 y 60 del siglo pasado.
De acuerdo, el mundo ha cambiado mucho desde entonces, pero algunos de los prototipos de esa época eran demasiado optimistas. Incluso ahora podemos considerar que las ideas que adelantaban siguen siendo imposibles de llevar a cabo.
Una buena parte de estos prototipos fueron cosa de las marcas estadounidenses. En ese momento, la industria del automóvil americana vivía su época dorada y lo cierto es que sus coches estaban a años luz de los modelos que se podían ver en las ciudades y carreteras europeas, pero los prototipos directamente estaban en otro nivel.
Los diseñadores e ingenieros de General Motors fueron muy creativos y se sacaron de la manga prototipos como los General Motors Firebird I, II, III y IV.
El primero de ellos debutó en 1953 y el cuarto en 1964. El diseño se fue suavizando con cada uno, pero todos tenían cosas en común con los aviones de combate a reacción, desde la cúpula o doble cúpula que protegía la cabina hasta las alas y las colas verticales.
Con estos prototipos, General Motors investigó la posibilidad de utilizar motores de turbina de gas y de adoptar soluciones aerodinámicas de la aeronáutica en los coches.
En su día, General Motors llegó a hacer un cortometraje promocional de 10 minutos de duración con el General Motors Firebird II como protagonista para mostrar su visión del futuro del automóvil, que ya pasaba por la conducción autónoma.
Actualmente, estos prototipos pueden verse en alguna exposición, ya sea juntos o por separado. En España se pudieron ver los Firebird I, II y III hace unos meses en la exposición Motion Autos Art Architecture by Norman Foster que se llevó a cabo en el Museo Guggenheim de Bilbao.
Más tarde, el Chrysler Turbine fue una propuesta más seria de un coche con motor a reacción. Llegaron a construirse 50 unidades, todos ellos fabricados a mano por el carrocero Ghia.
En Ford tampoco se quedaron atrás y presentaron concepts como el Ford Aurora de 1964, una especie de crossover con un estilo muy futurista que estaba equipado con navegador.
O el Ford Nucleon de 1958, que en lugar de utilizar un motor de combustión interna apostaba por un pequeño reactor nuclear de uranio con el que podría tener una autonomía de más de 8.000 kilómetros.
Estos prototipos y algunos otros, no solo de marcas americanas, sino de firmas europeas, como los BAT de Alfa Romeo, llegaron a materializarse. Sin embargo, otros tantos se quedaron en llamativas ilustraciones o animaciones que, normalmente, protagonizaban antiguos anuncios que imaginaban el futuro.
Podían verse en revistas, en la televisión e incluso en los dibujos animados, como ‘Los Supersónicos’. Hoy se considera el germen del retrofuturismo, un movimiento artístico que plantea un futuro distópico inspirado estas antiguas representaciones del futuro.
Con el paso del tiempo, la mayoría de las ideas planteadas, tanto en estas ilustraciones como en los prototipos, no se han materializado. Aunque ya se pueden comprar coches voladores (VTOL), no forman parte del día a día de la mayoría de la gente.
Tampoco tenemos coches propulsados con energía nuclear, es más, ni siquiera tienen un diseño similar al de los aviones, de hecho, muchos modelos inspiran sus formas en los coches del pasado.
Ni siquiera forma parte de nuestra vida la conducción 100% autónoma. Aunque los fabricantes han avanzado mucho en esta materia en los últimos años, todavía estamos lejos de que se convierta en realidad.
Por supuesto, no existen los “Expresos oceánicos de alta velocidad” que en 1931 proponían que, para el año 2000, podrían conectar Hamburgo con Nueva York en 40 horas. En cambio, los aviones supersónicos comerciales que permitían cubrir trayectos en la mitad de tiempo que un vuelo convencional sí llegaron a existir (Concorde), pero acabaron fracasando.
Fuente: Motorpasión
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