Los combustibles sintéticos son similares a los carburantes tradicionales como la gasolina o el diésel y compatibles con los actuales motores de combustión, pero que al no proceder de fuentes de energía fósiles no son contaminantes.
Durante los últimos años, los reguladores han dado pasos importantes para incentivar la producción de hidrógeno y combustibles ecológicos en Europa y Estados Unidos, pero aún queda camino.
La Unión Europea de Transportistas por carretera (UETR), que preside FENADISMER, junto con otras 42 organizaciones y entidades europeas de los sectores del transporte, la logística y la energía involucradas en la producción y uso de combustibles sintéticos derivados del hidrógeno, los denominados e-fuels, han suscrito una carta conjunta en relación a la Conferencia internacional sobre
e-fuel celebrada este pasado lunes 4 de Septiembre en Munich, bajo el título “Allanado el camino para una movilidad limpia” promovida por el Ministerio alemán de Transportes, y en la que han participado representantes de Gobiernos, organizaciones internacionales, asociaciones y universidades de más de 80 países para discutir cómo el mercado avanza en la evolución de los e-combustibles.
Las organizaciones firmantes de la carta apuestan por “soluciones globales que pueden lograrse mediante la ampliación de los combustibles ecológicos”. Destacan que los e-fuels tienen la gran ventaja de aprovechar el potencial mundial de las energías renovables. “Los e-fuels son químicamente idénticos a los combustibles convencionales bien conocidos. Por esa razón, la conversión de electricidad renovable a e-fuel permite la protección del clima al utilizar una infraestructura existente y abordar una flota grande y creciente de 1.500 millones de vehículos, 27.000 aviones, 90.000 barcos, millones de dispositivos de calefacción y numerosas aplicaciones en la industria”, explican.
Las organizaciones firmantes de la carta acogen con satisfacción el reconocimiento de los e-fuels como tecnología importante para alcanzar los objetivos climáticos. Durante los últimos años, los reguladores han dado pasos importantes para incentivar la producción de hidrógeno y combustibles ecológicos en Europa y Estados Unidos, pero aún queda camino por recorrer.
Cinco medidas clave
Acelerar la ampliación abordando la desventaja de ser el primero en actuar. La producción de e-fuels debe alcanzar una escala industrial lo más rápido posible para abordar el desafío climático global. A medida que la producción de e-fuels mejora con el tiempo, las primeras instalaciones de producción rápidamente dejarían de ser competitivas. Los subsidios complejos y de pequeña escala no son suficientes para solucionar este problema. Al igual que con la expansión exitosa de la energía solar y eólica, se necesita un programa de apoyo confiable con una visión a largo plazo para impulsar la expansión.
Desarrollar mercados internacionales y asociaciones energéticas. Los derivados del hidrógeno como el amoníaco, el metanol o el crudo sintético son clave para un suministro global diversificado y resiliente de esta energía renovable. Es necesario reducir las barreras comerciales y establecer normas globales coherentes. Esto incluye requisitos integrales de sostenibilidad que cubren aspectos como las condiciones de trabajo y la gestión local del agua.
Establecer una amplia base de demanda. Las medidas del lado de la demanda, como las cuotas, son importantes para establecer mercados objetivo. Dado que estos combustibles ecológicos pueden utilizarse en una amplia gama de sectores y aplicaciones, los mercados objetivo no deberían definirse de manera demasiado estricta. Esto puede obstaculizar las inversiones, ralentizar la ampliación y generar mayores costos para todos los usuarios.
Proporcionar un camino claro hacia un precio global del CO2. La internalización de los costos de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) es esencial para que los e-fuels sean competitivos frente a los combustibles fósiles. Los primeros pasos pueden darse a nivel nacional o regional. Se puede utilizar un sistema de comercio de emisiones, así como impuestos sobre la energía, para diferenciar entre los e-fuels, así como los biocombustibles sostenibles y los combustibles fósiles en función de su intensidad de GEI.
Acompañar las medidas con una estrategia global de carbono. La producción de muchos derivados del hidrógeno, como el metanol o el combustible de aviación sostenible, requiere CO2. En consecuencia, es necesario abordar el desarrollo de la logística del CO2, la gestión del ciclo del carbono y la tecnología de captura directa de aire a escala industrial.
Esto incluye estándares globalmente consistentes para el uso de CO2, por ejemplo, de fuentes industriales.
Fuente: http://www.asepa.es/
Antonio Mozas
Director de ASEPA (Asociación Española de Profesionales de Automoción)
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