Según un estudio publicado en Science, la mayoría de los programas de compensación de carbono sobreestiman significativamente los niveles de deforestación que tratan de prevenir.
En el sector de la automoción, la legislación obliga a reducir las emisiones de los vehículos que se venden con la normativa que regula los derechos de emisiones de CO2. Los fabricantes cuya cuota de coches eléctricos no es suficiente, se ven obligados a comprar estos créditos regulatorios, que suponen unos jugosos ingresos para otros fabricantes, como es el caso de Tesla. La empresa californiana fabrica y vende única y exclusivamente eléctricos y, por eso, está en una posición ventajosa respecto a otros fabricantes cuando hay que rendir cuentas.
Como Tesla, otras firmas, también de otros sectores, pueden vender créditos regulatorios que compensan administrativamente sus emisiones de CO2. Sin embargo, un equipo internacional de científicos y economistas dirigido por la Universidad de Cambridge y VU Ámsterdam descubrió que millones de créditos de carbono “se basan en cálculos crudos que inflan los éxitos de conservación” de los proyectos voluntarios de REDD+. Esto significa que muchos de los créditos de carbono comprados por las empresas para equilibrar las emisiones no están vinculados a la preservación de los bosques en el mundo real, como se afirma.
REDD+ es un acrónimo genérico de ‘Reducción de emisiones derivadas de la deforestación y la degradación forestal en los países en desarrollo’. Actualmente, los créditos de proyectos voluntarios de “deforestación evitada” se emiten basándose en predicciones de la pérdida de árboles que se habría producido sin el esquema REDD+.
Según señala el estudio, muchas toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero consideradas compensadas por árboles que de otro modo no existirían, sólo han aumentado nuestra deuda de carbono planetaria. Los esquemas REDD+ generan créditos de carbono al invertir en la protección de secciones de los bosques más importantes del mundo, desde el Congo hasta la cuenca del Amazonas. Estos créditos representan el carbono que ya no se liberará mediante la deforestación.
Luego, las organizaciones y los individuos pueden compensar su propia huella de carbono comprando créditos equivalentes a una cantidad determinada de emisiones. Los mercados de créditos de carbono se han disparado en los últimos años. Más de 150 millones de créditos se originaron a partir de proyectos voluntarios REDD+ en 2021, por un valor de 1.300 millones de dólares. Algunas empresas utilizan la compensación de carbono para afirmar que han avanzado hacia el “cero neto” y al mismo tiempo hacen poco para reducir los gases de efecto invernadero, dicen los investigadores.
El equipo detrás del estudio sostiene que el floreciente comercio de créditos de carbono puede ser ya una especie de “mercado de limones”, donde los compradores no tienen forma de distinguir la calidad, por lo que algunos vendedores inundan el mercado con productos malos, lo que lleva a una ruptura de la confianza y, en última instancia, al colapso del mercado.
“Los créditos de carbono brindan a los principales contaminadores cierta apariencia de credenciales climáticas. Sin embargo, podemos ver que las afirmaciones de salvar vastas extensiones de bosque de la motosierra para equilibrar las emisiones son exageradas”, asegura en un comunicado el autor principal del estudio, el profesor Andreas Kontoleon, del Departamento de Economía de la Tierra de Cambridge: “Estos créditos de carbono esencialmente predicen si alguien talará un árbol y venden esa predicción“.
Kontoleon señala que las sobreestimaciones de la conservación de los bosques han permitido que el número de créditos de carbono en el mercado siga aumentando, lo que a su vez reduce los precios. “Los compradores potenciales se benefician de los precios constantemente bajos creados por la avalancha de créditos. Significa que las empresas pueden marcar su casilla de cero emisiones netas al menor costo posible”, dijo.
Los investigadores sostienen que los cálculos -que toman promedios o tendencias históricas de deforestación, a veces de hace más de una década, en una amplia región que generalmente incluye el sitio REDD+- son, a menudo, demasiado simplistas.
El último estudio analizó en detalle 18 proyectos REDD+ en cinco países tropicales: Perú, Colombia, Camboya, Tanzania y la República Democrática del Congo. Si bien se investigaron un total de 26 sitios de proyectos REDD+, sólo 18 tenían suficientes datos de deforestación “de referencia” disponibles para permitir un análisis comparativo útil.
El equipo de investigación adoptó un enfoque “contrafactual”. Identificaron áreas de bosque existentes dentro de una región determinada que se parecen mucho a cada proyecto REDD+ en particular, desde niveles coincidentes de cubierta forestal y fertilidad del suelo hasta registros similares de minería y deforestación.
Para más información:
Un informe pone en duda los llamados ‘créditos de carbono’, que también se aplican a los coches eléctricos
Escrito por: Gonzalo García
Fuente: https://www.hibridosyelectricos.com
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