Nuestro lector acaba de comprarse un coche de segunda mano, el cual lleva neumáticos de invierno. Se debate entre cambiarlos ya o utilizarlos. ¿Qué le podemos aconsejar?
Me acabo de comprar un Ford Focus en el mercado de ocasión. La verdad es que el coche está muy bien pero lleva neumáticos de invierno, quizá porque a quien se lo compré vivía cerca del Pirineo Aragonés, donde son bastante comunes. Pero el caso es que yo vivo en Madrid, donde casi nadie instala esta clase de neumáticos.
Las gomas están bien, son de 2020 y tienen pocos kilómetros. Diría que están al 75% de uso fácilmente. Entonces, me debato entre cambiarlos por neumáticos de verano, o ‘fundirlos’ y sustituirlos cuando los gaste. ¿Qué haríais vosotros? F. R. (Madrid)
Neumáticos de invierno: respuesta de Autofácil
Digamos que, académicamente hablando, lo correcto sería que los sustituyeras, poniendo ahora unos neumáticos de verano nuevos y guardando los de invierno que tienes para la época más fría del año. De esta manera, tu coche iría ‘calzado’ de la manera más idónea tanto en verano como en invierno.
Ahora bien, entendemos que esta práctica es tan correcta como engorrosa. Te obliga a acudir al taller al menos un par de veces al año y, sobre todo, te implica tener sitio para guardar cuatro neumáticos, como un trastero o similar, cosa que no todo el mundo tiene (no sabemos si será tu caso).
Entonces, efectivamente tienes dos opciones claras. O seguir nuestro consejo, o gastar los neumáticos de invierno que tienes y poner unos de verano cuando los hayas consumido. En más del 90% del territorio español, los neumáticos de verano son perfectamente válidos para los doce meses del año.
Si optas por quedarte con los de invierno, debes saber dos cosas. Una es que se gastarán más rápido que unos de verano, puesto que no están diseñados para un uso íntegro sobre seco, y menos en pleno verano de la meseta, donde el asfalto alcanza muy altas temperaturas. Teniendo en cuenta que el coche es un Focus y que, según dices, las gomas están a un 75% de su vida, no creemos que puedas estirar las delanteras más allá de 15.000 o 20.000 km (las traseras algo más, quizá 25.000 km).
El otro asunto atañe al propio rendimiento del neumático. Un neumático de invierno está diseñado para ofrecer buenas prestaciones sobre mojado y firme deslizante, no así sobre seco y asfalto caliente. De tal manera, por norma general, en distancias de frenado y adherencia lateral obtienen peores resultados que un neumático de verano.
Ahora bien, honestamente, en conducción normal no vas a notar nada salvo un mayor ruido de rodadura generado por los surcos que tienen esos neumáticos. Para percibir esas ‘deficiencias’ en cuanto a distancias de frenado y adherencia lateral, tendrías que acercarte a los límites de agarre del neumático, los cuales en condiciones normales nunca alcanzarás.
En resumidas cuentas, lo correcto sería que los cambiaras. Además, eso te brindaría la posibilidad de disponer ‘gratis’ de unos neumáticos de invierno para poner, por ejemplo, entre los meses de diciembre y febrero. Y, en términos de seguridad, tu coche sería ‘mejor’ tanto en verano como en invierno. Ahora bien, admitimos que es mucho más cómodo y práctico aprovechar los que tienes y poner unos nuevos cuando estos se gasten. Tú decides…
Escrito por: Eduardo Alonso
Fuente:: Autofácil
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