En los últimos años, estamos viendo como el coche eléctrico está creciendo en ventas de forma muy importante. De cifras residuales en la cuota de ventas, a lograr superar el 10% mundial, con cuotas de penetración en algunos mercados muy por encima. Pero está claro que todavía estamos rozando la superficie de un mercado que necesita varios factores que permitan disparar el número de ventas. Hacemos un repaso de los puntos más importantes a mejorar.
Sin duda el precio es un apartado clave. Poco importa que haya más puntos de recarga que coches, o que estos tengan autonomías dignas del Halcón Milenario. Si el cliente no se lo puede comprar, el resto de factores serán irrelevantes.
Hace unos días podíamos ver un informe de la Agencia Internacional de Energía, donde se indicaba que los costes de los coches eléctricos caerán hacia 2025 hasta colocarlos a la altura de los coches con motor de combustión. Un factor clave que inclinará la balanza hacia la tecnología de muchos compradores, pero que como vemos, todavía necesita al menos un par de años para lograrse.
Pero en este tiempo una fuerza externa podría hacer acelerar este aspecto. Y es que los coches chinos están logrando grandes desarrollos en cuanto a capacidad de producción, e incluso explorando vías para reducir todavía más los costes de las baterías. Algo que puede acelerar todavía más esta dinámica de precios cada vez más competitivos, principalmente si empiezan a producir dentro de Europa.
Una oferta que necesita desesperadamente crecer en variedad, y donde no es para nada normal que el coche más vendido sea un SUV de 50.000 euros, el Tesla Model Y. Una señal que nos avisa de que es fundamental una mayor variedad de vehículos que abarquen los segmentos altos, pero también los medios y bajos.
Red de carga y carga pública
El siguiente reto una vez logremos que todo el mundo pueda comprarse un coche eléctrico, es que puedan cargar sus baterías.
En este aspecto el reto se divide en dos. Por un lado está la carga rápida pública. Una infraestructura clave que supone tanto un incentivo o freno para las nuevas compras, como también un aspecto clave a la hora de viajar con nuestro vehículo. Algo que hace necesaria una red amplia, pero también fácil de usar para todos los perfiles, así como fácil de localizar y acceder.
Y es que a pesar de la mejora de la red, la realidad es que en lugares como España la localización de las estaciones no es del todo adecuada. No es fácil encontrar grandes zonas de recarga situadas a pie de autovía o autopista, y habitualmente nos obligan a salir de la vía, con la importante pérdida de tiempo que eso supone. Añadir que en muchas ocasiones el cliente se encuentra con solamente uno o dos puntos en una estación, lo que eleva de forma drástica las posibilidades de encontrar la estación ocupada o fuera de servicio, con el consiguiente problema que supone buscar una alternativa.
Por el otro lado está la carga diaria para aquellos usuarios que no tienen una plaza de garaje. Un serio reto en un país como España donde una gran porcentaje de la población vive en pisos y no tienen un lugar donde aparcar su vehículo. Un reto que supondrá el desplegar miles de puntos de carga lenta o acelerada en las calles, con potencias bajas y precios similares a los que tienen los clientes en sus viviendas.
En este aspecto son varias las alternativas, y entre ellas destacan los puntos de recarga en las farolas, que permiten un despliegue rápido, económico, y sin grandes obras que molesten a los vecinos. Una tecnología desarrollada y madura que solamente necesita un impulso por parte de las administraciones.
Autonomías y potencia de carga
La pregunta es qué autonomía mínima es necesaria para que un coche eléctrico sea interesante para el gran público.
Posiblemente y basándome en mi experiencia, los 300 km reales por autovía a 120 km/h sea una cifra más que aceptable. Esto nos permite hacer tramos de dos horas y media o tres horas, y realizar cortas paradas para descansar y aprovechar para comer algo, ir al baño, y cargar el coche.
Algo para lo que es necesario un sistema de carga en corriente continua capaz de alcanzar como mínimo los 100 kW, lo que se traduce que en una parada de 20 o 30 minutos podremos recuperar una buena cantidad de nuestra batería.
Algo que no conseguiremos con un punto o un vehículo que no logre pasar de 50 kW, que puede disparar los tiempos de espera hasta los 50 o 60 minutos para la misma operación. Aspecto que hace muy complejo el completar desplazamientos de 500 o 600 km.
Por suerte parece que este aspecto también está en el punto de mira de los fabricantes. Como ejemplo el futuro Volkswagen ID.2, que además de un precio «desde» 25.000 euros, indican contará con carga ultrarrápida capaz de cargar su batería en 20 minutos. Por supuesto, es más que probable que para acceder a esa prestación el «desde 25 mil euros» se vea incrementado ligeramente. Pero nos muestra el camino de que incluso en los segmentos de acceso o medios, la carga rápida será un punto clave.
Escrito por: Carlos Noya
Fuente: https://forococheselectricos.com
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