Uno de los principales retos del coche autónomo es el de convivir con el resto de vehículos gobernados por conductores humanos. Y esto incluye a aquellos que se muestran agresivos o iracundos.
En ello se centra un estudio elaborado por la Universidad de Warwick, que ha buscado identificar las características de la conducción agresiva, con el objetivo de entrenar a estas tecnologías para que sepan detectarlos y actuar en consecuencia.
La conducción autónoma total es una meta a la que, en teoría, se encaminan los coches, pero con aún muchas barreras por superar. Hoy por hoy, en los coches que se comercializan, los sistemas autónomos no pasan del nivel 3 estando aún lejano el nivel 5 de conducción autónoma.
Identificar comportamientos agresivos para mejorar la conducción autónoma
“Cómo afecta realmente la ira en la carretera a su forma de conducir y a los coches autónomos del futuro”, se bautiza este estudio. Y entre otros aspectos, se ha centrado en evaluar los cambios de comportamiento en la conducción cuando el conductor está enfadado o iracundo.
Para ello, se sometió a un grupo de participantes llevándoles a un estado agresivo, forzándoles a recordar situaciones que les producían enfado o rabia, mientras realizaban una conducción simulada. Y sus reacciones y actitudes al volante se compararon con las de un grupo de control.
Así, se identificaron varias reacciones recurrentes en los conductores a los que se llevó a ese mayor estado de agresividad, pero principalmente dos:
- Circulan más rápido: su velocidad media fue 5 km/h más elevada que la de los conductores no agresivos.
- Cometen más errores: por ejemplo no señalizar una maniobra mediante el intermitente.
E igualmente se postuló que, la conducción agresiva se clasifica como “como cualquier comportamiento de conducción que intencionalmente pone en peligro a otros psicológicamente, físicamente o ambos”. En definitiva, conclusiones que no sorprenden y que vivimos habitualmente en carretera.
Sistemas inteligentes conviviendo con el factor humano. Según Zhizhuo Su, autor principal del estudio y estudiante de doctorado sobre vehículo inteligentes, esta investigación es la primera centrada en analizar comportamientos agresivos al volante de cara a la convivencia de sistemas de conducción autónoma con vehículos conducidos por automovilistas reales.
“El tráfico rodado será una mezcla de vehículos autónomos y no autónomos, conducidos por personas que pueden participar en una conducción agresiva. Este es el primer estudio que caracteriza cuantitativamente el comportamiento de conducción agresiva de forma sistemática, lo que puede ayudar a los vehículos autónomos a identificar una posible conducción agresiva en el entorno circundante”, señala Zhizhuo Su.
Este estudio también reseña que el error humano es la causa más recurrente en accidentes de tráfico. Por ejemplo recoge que, según EuroRAP, está presente en el 90 y 95 % de los siniestros en carretera, muy por delante de los derivados de la infraestructura deficiente o la climatología (28-35 %) y de las deficiencias o averías mecánicas (8-10%).
Sin embargo, y más allá de la conducción agresiva, otros factores que no contempla el estudio también debieran ser importantes a tener en cuenta en lo que toca a los conductores reales: por ejemplo la inexperiencia al volante o factores psicológicos, que también pueden inducir a errores al volante.
Una tecnología que tiene mucho que mejorar. A día de hoy, ningún sistema que se comercialice en el mercado se categoriza en el nivel 5 de conducción autónoma, que es el que prescinde por completo del conductor. Los más avanzados son el Autopilot FSD de Tesla (Nivel 2) y el Drive Pilot de Mercedes-Benz, que alcanza el nivel 3.
No obstante, ya se están probando sistemas de conducción autónoma total en servicio de taxi. Sirva como ejemplo San Francisco, donde ya operan flotas de robotaxis como las de Cruise o Waymo. Pero desde su reciente puesta en marcha ya han protagonizado varios incidentes.
Y no precisamente por el hacer de conductores humanos, sino por fallos de los propios vehículos. Por ejemplo, han llegado a bloquear calles al dirigirse varias unidades a un mismo punto, a impedir el paso a vehículos de emergencia o incluso han provocado accidentes.
Y más allá de estas flotas, los propios sistemas de asistencia a la conducción tampoco se libran. Por ejemplo, el Autopilot de Tesla está siendo inestigado por la NHTSA por no reaccionar adecuadamente en cruces o en carriles de velocidad variable. E igualmente ha ocasionado accidentes.
En definitiva, estudios como el de la universidad de Warwick pueden ayudar a la convivencia entre esta tecnología con la conducción tradicional, mejorando su relación con el entorno. Pero a la propia tecnología de conducción autónoma le queda mucho por recorrer.
Escrito por:
Fuente:: Motorpasión
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