Conducir un híbrido enchufable es un juego de niños. Pero extraer su máximo rendimiento desde el punto de vista de la eficiencia requiere tener en cuenta un par de detalles.
Si has estado atento a Autofácil, durante las últimas semanas hemos publicado algunas entradas sobre cómo conducir un automático o cómo conducir un híbrido. Pues bien, vamos ahora a abordar otro tipo de vehículo que cada vez está más de moda: el híbrido enchufable.
Vaya por delante que, como en el caso de los automáticos y de los híbridos, conducir un híbrido enchufable no tiene mayor dificultad. De hecho, arrancarlo y comenzar a circular con él es tan fácil como hacerlo con un vehículo híbrido tradicional, por lo que no nos vamos a extender más de lo que ya hemos publicado en esta entrada.
Sin embargo, hay una serie de peculiaridades que nos permitirán aprovechar mejor sus capacidades. Es decir, no es que haya que saber conducirlos, pero sí es interesante tener algunas nociones extra frente a un híbrido tradicional para extraer todo su potencial en términos de eficiencia.
El problema es que, a diferencia de los híbridos convencionales, donde los programas de funcionamiento son siempre muy similares, en los híbridos convencionales no todos los fabricantes optan por ofrecer las mismas posibilidades de funcionamiento. Por eso, vamos a daros una serie de nociones básicas para que después, en función de qué modos de conducción tenga vuestro híbrido enchufable, podáis actuar de un modo u otro.
Además, se da otra circunstancia, y es que esa eficiencia va a depender mucho de cómo sean nuestros recorridos y de cada cuánto podamos recargarlos para utilizar su parte sistema de propulsión eléctrico. Y, por supuesto, en esto también va a influir mucho la autonomía eléctrica que tenga el coche en cuestión. Ahora mismo, lo normal es que hablemos de autonomías reales de unos 30-40 kilómetros, pero ese número va creciendo poco a poco y ya se anuncia la llegada inminente de híbridos enchufables que incluso homologan más de 100 kilómetros en eléctrico.
Primero: cada cuánto cargas y por dónde te mueves
Y es que el tema de cuánto te puedes mover en eléctrico es clave. Po ejemplo, si tus trayectos se pueden completar en su mayoría en modo eléctrico porque son cortas y puedes cargar con facilidad, no lo dudes: utiliza el modo 100% eléctrico siempre que te sea posible. Es la opción más barata. Esto es útil si, por ejemplo, entre carga y carga recorres 40 kilómetros y tu autonomía eléctrica es de, al menos, 30-35 kilómetros.
Ahora bien, supongamos que tu autonomía eléctrica es de 40 kilómetros, que vives a 50 kilómetros de tu trabajo y que sólo puedes recargar tu coche en casa. En ese caso, estaría haciendo 100 kilómetros en total. ¿Qué es lo más interesante entonces?
En este punto, debemos tener en cuenta una cosa: un eléctrico es especialmente eficiente en tráfico urbano. En cuanto salimos a carretera, esa eficiencia cae de forma notable. Por tanto, y en función de los modos de funcionamiento y del consumo en carburante de nuestro híbrido enchufable, lo más recomendable cuando salgamos en carretera es que lo llevemos en modo híbrido o en modo completamente térmico. Para esto último, hay modelos que permiten hacerlo conectando el modo de ahorro de batería.
De esta forma, cuando lleguemos a la urbe, tendremos batería para poder utilizar el modo 100% eléctrico, algo que mejorará nuestra eficiencia. No pasa nada por ir por carretera en modo eléctrico. Lo único es que, al ser menos eficiente, nos ‘comeremos’ la carga de la batería enseguida y no dispondremos de electricidad para ningún otro trayecto ya, si bien es cierto que en la mayoría de los casos siempre queda un mínimo para, al menos, movernos en modo híbrido.
Escrito por: J. Couto:
Fuente: https://www.autofacil.es/
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