Mejor prevenir que curar, hombre prevenido vale por dos, más vale prevenir que lamentar, excava el pozo antes de que tengas sed… y así multitud de refranes y proverbios nos hablan de la importancia de afrontar las situaciones antes de que lleguen los problemas. En el caso del coche, los problemas son las averías.
Las peores averías llegan sin avisar, cuando las sufrimos se traducen en pérdida de tiempo, gasto de dinero y todo esto además, acompañado de la merma de seguridad de nuestro vehículo
Las peores averías
En principio, las peores averías van a ser las afecten a la seguridad y las que más tiempo requiera su reparación. Y ya no solo por el coste de la avería en sí, sino por el gasto que nos supone de tiempo y dinero el buscar otro medio alternativo de transporte o incluso los cambios de agenda que nos veamos obligados a hacer.
Las peores averías nos hacen dudar si merece la pena reparar el coche o cambiarlo por otro
Aunque cada avería depende del modelo y tipo de vehículo, podríamos agruparlas en tres grandes bloques, las que afectan al motor, las relacionadas con la transmisión y las averías eléctricas.
Las primeras, las relacionadas con el motor suelen ser las más graves y costosas de reparar. Roturas de cigüeñal, problemas con bielas, culata o pistones requieren el desmontaje para llegar al problema, solucionarlo, y luego volver a montar. En definitiva, muchas horas, un trabajo concienzudo, equipamiento especial para realizar la reparación y piezas caras.
Las segundas son relacionadas con la transmisión, que es el sistema responsable de la transferencia de potencia del motor a las ruedas del vehículo. Generalmente hablamos de problemas con el embrague, caja de cambios, transmisiones o diferenciales. En la mayoría de los casos son averías producidas por desgaste, aunque aquí la forma de conducir y el mantenimiento también juegan un papel importante.
Por último, los problemas eléctricos o de software son cada vez más comunes. Estos sistemas controlan al resto de sistemas mecánicos, suelen aparecer de forma instantánea, aunque también avisan. Las reparaciones pueden ser más rápidas, pero en este caso el precio de los componentes es elevadoy en muchos casos complicado de disponer en poco tiempo de la pieza.
Por supuesto no podemos olvidar las relacionadas con la rotura de la correa de distribución o las provocadas en el sistema de frenos o suspensión.
El buen mantenimiento sale rentable
Tenemos presente que disponer de nuestro propio vehículo tiene sus gastos: el precio de compra, los seguros, el combustible, los impuestos o el mantenimiento son gastos presentes y que entran dentro de nuestras estimaciones de gasto. Estos gastos, mejor o peor los sacamos adelante.
Lo que no entra en nuestras previsiones son las averías que llegan de repente y que nos suponen un auténtico trastorno. Viene a ser algo similar a cuando sufrimos un siniestro y de repente nos encontramos con que hay que llevar el coche al taller, es necesario buscar un transporte alternativo y en definitiva tenemos que reorganizarnos, también como no, a nivel financiero.
Un buen mantenimiento mejora la seguridad del vehículo
Llegados a este punto, nos acordamos de que el mantenimiento de un coche va más allá de cambiar el aceite y los filtros de manera más o menos regular, sino que también incluye una serie de tareas que deben realizarse periódicamente para asegurarse que el vehículo esté siempre en las mejores condiciones posibles.
Todas las piezas del vehículo están sometidas a desgaste, pero pueden desgastarse prematuramente y causar averías que pueden ser costosas de reparar.
Saltarse los cambios de aceite desgasta prematuramente el motor, las ruedas en mal estado afectan a la transmisión, el embrague sufre más con el coche excesivamente cargado… y así un sinfín de casuísticas que hacen que poco a poco vayamos perdiendo seguridad en el vehículo y acabemos en el taller.
Además, y esto es importante, las labores de mantenimiento ayudan a detectar problemas antes de que se conviertan en averías importantes. Un problema de frenos, de neumáticos o de correas por poner un ejemplo, si se detecta a tiempo evitaremos que se convierta en un problema mayor que pueda poner en peligro la seguridad del conductor y los pasajeros y que acabe en una costosa avería.
Cuidar el coche prolonga su vida y ahorra combustible
Otra razón importante para realizar el mantenimiento de un coche es mejorar la eficiencia del combustible. Un vehículo que no está en buen estado puede consumir más combustible de lo necesario, lo que supone más gasto y mayor impacto ambiental.
Neumáticos a baja presión, puesta a punto defectuosa, exceso de carga… ¡Evítalo!
El mantenimiento adecuado del coche puede ayudar a mejorar la eficiencia del combustible al asegurarse de que todas las piezas estén funcionando correctamente. Por ejemplo, si se cambian los filtros de aire y combustible regularmente, el motor funcionará de manera más eficiente y consumir menos combustible.
Además, un vehículo que recibe el mantenimiento necesario puede durar más tiempo y tener un mejor rendimiento a lo largo de su vida útil. Los cambios de aceites y filtros de manera regular reducen los efectos del desgaste y prolongar la vida útil del motor.
Es importante estas pendiente de los síntomas que nos vaya mostrando nuestro coche, como ruidos, humo o sencillamente el tacto al volante, ya que nos pueden ayudar a detectar problemas antes de que sea mucho más grave.
La forma de conducir también afecta
Las peores averías también pueden provenir de la forma en que se conduce un automóvil como la sobrecarga, la conducción agresiva o los excesos de velocidad.
Acelerar bruscamente, frenar con fuerza o hacer giros bruscos, supone someter a todos los componentes a un estrés excesivo. Resulta inseguro, ineficiente y en muchos casos absurdo. Este tipo de conducción aumenta el riesgo de averías, especialmente en los sistemas de frenos, suspensión y transmisión.
Conducir de forma progresiva y atenta ayuda al mantenimiento de los componentes
La sobrecarga puede afectar a la suspensión y la dirección. Lógicamente hay momentos que debemos ir con más carga, pero es necesario saber gestionarla y tener en cuenta que el coche tiene un límite de carga, por encima del cual, aparte de la prohibición, estamos aumentando el riesgo a la hora de conducir.
En definitiva, la forma en que se conduce el coche puede afectar significativamente a las averías que puedan ocurrir. Por lo tanto, es importante conducir con precaución, realizar un mantenimiento regular del vehículo, evitar la velocidad excesiva y evitar la conducción agresiva para reducir el riesgo de fallos mecánicos y aumentar la vida útil del automóvil.
Las averías en los híbridos
El diseño y funcionamiento de los vehículos híbridos tienen algunas diferencias con los vehículos de motor de combustión tradicional, esa doble fuente de energía y algunos sistemas asociados puede suponer que se produzcan algún tipo de averías en ellos.
Los más específicos serían los problemas eléctricos, hablamos de cableado, batería o conectores de servicio. El sobrecalentamiento de cableado y conector supone su deterioro, por lo que es necesario estar pendiente y que la avería sea tan solo cambiar alguna de estas piezas antes de que tengamos que afrontar el cambio de batería, que puede suponer un importante desembolso de dinero.
Para prevenir esta avería, es importante realizar el mantenimiento regular de la batería. Esto incluye entre otros, la revisión de la carga y la sustitución si es necesario. También es importante evitar dejar la batería descargada por un largo período de tiempo, ya que esto puede causar daños permanentes en la batería.
Más sencillez, mejor mantenimiento
Con un buen uso y mantenimiento las baterías están diseñadas para durar toda la vida útil del vehículo. Toyota ofrece un servicio Chequeo Integral del Sistema Híbrido (HCC) que proporciona una garantía de 5 años en el correcto funcionamiento del sistema y de 10 años para la batería.
Otro elemento que juega un papel fundamental en estos coches son las cajas de cambios, que además de su función tradicional, se encarga de generar energía para el sistema de frenado y la de motor de arranque.
Por otra parte, al ser un vehículo automático no lleva embrague y su sistema de transmisión, con Cambio de Variador Continuo (e-CVT), es más sencillo y reduce las posibilidades de avería además de mejorar la eficiencia del combustible.
Tampoco utilizan alternador, su función es sustituida por un convertidor eléctrico que no necesita ser revisado porque apenas sufre desgaste y peligro de averías. Esta reducción de sistemas hace que las revisiones de un Toyota híbrido no enchufable lleguen a ser más económicas además de que la relación durabilidad/precio de muchos componentes sea muy buena.
Imágenes: Unsplash | Sander Sammy Pixabay| Davgood Kirshot, Jan Mallander, Toyota Sala de Prensa
Fuente:: Motorpasión para Marcas
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