Desde mecanismos que prometen extraer energía de la nada hasta formas pintorescas de abrir tu coche usando el móvil: así son los consejos y trucos que encontrarás en Internet y que, en realidad, son bulos que podrían hacerte perder tu tiempo y dinero.
Abrir coches con trucos y móviles
En qué consiste: Consejos sobre cómo abrir un coche cuando no tenemos las llaves que generalmente remiten a alguna solución peregrina (la más famosa es usar una pelota de tenis con un pequeño agujero) o tecnológica, como utilizar un teléfono como repetidor de la señal de una segunda llave.
¿Dónde está la trampa? Cualquier sistema de cierre puede tener un fallo conocido que puede permitir abrirlo usando un truco. Sin ir más lejos, las viejas cerraduras de Ford se abren bastante bien con un destornillador plano… o usando la llave de otro Ford (ya que las combinaciones son limitadas; ocurre igual en Renault). Sin embargo, esos trucos no son extrapolables a todas las cerraduras, y sus versiones genéricas son bulos.
De la misma forma, es posible construir un repetidor para captar la señal de un mando y usarla, a distancia, para abrir un coche. Sin embargo, un móvil es incapaz de recibir y emitir en las frecuencias que emplean los mandos de los coches. Aunque lo fuera, en una llamada de voz nunca se va a capturar y enviar la señal de un mando de radio.
El consumo
En qué consiste: Se trata de consejos sobre cómo ahorrar reduciendo el consumo, un tema que siempre atrae mucha atención. Los más habituales se refieren al uso de la climatización, el cambio de marchas y el acelerador. También son recurrentes los productos milagro capaces de magnetizar, ionizar o… (inserta aquí el infinitivo científico que prefieras) el combustible, incrementando su rendimiento.
¿Dónde está la trampa? Para lograr el máximo alcance, estos bulos magnifican, simplifican o tergiversan un concepto científico. Por ejemplo, es cierto que la forma más eficaz de enfriar el habitáculo de un coche que ha estado al sol es circular durante unos minutos con las ventanillas bajadas para que se iguale la temperatura del interior con la del exterior, o que el consumo aumenta con el aire acondicionado encendido. Pero las diferencias son muy pequeñas, del orden de décimas de litro por cada 100 km.
En cuanto a los productos milagro, la magnetización y la ionización existen, pero el combustible es insensible a ellos, y estos productos no tienen ningún impacto en la reducción de consumo. Para colmo, siempre nos prometen cifras de ahorro increíblemente altas, cuando reducir el consumo es muy difícil. Piensa que rebajar en un 10 % el peso de un coche se traduce en un ahorro que ronda el 5 %.
No, no puedes reducir tu consumo a la mitad
Cantidad de combustible
En qué consiste: Son bulos que se refieren a la cantidad de gasolina que dispensan los surtidores, la posibilidad de que esté mezclada con aire o subrayan que la temperatura del combustible tiene un impacto directo en su densidad y que, por eso, es mejor repostar cuando hace frío, para que entre más cantidad.
¿Dónde está la trampa? Es cierto que un surtidor se puede trucar, pero todos superan una inspección anual, hecho que se acredita mediante un precinto que se fija en cada surtidor. Durante esta inspección, se comprueba que la cantidad de combustible dispensada se ajusta a la cobrada y, por supuesto, se detectaría la presencia de aire o espuma. Si quieres repostar tranquilo, comprueba que tu surtidor tiene un sello intacto y es reciente.
También es cierto que la gasolina (al igual que, por ejemplo, el alcohol o el mercurio de un termómetro) se dilata con el calor. Como, por practicidad, la gasolina se vende en litros, puede existir cierta variación entre el volumen repostado y los kilos de combustible introducidos en el depósito. El detalle que omite el bulo es que no existe una relación entre la temperatura ambiental y la del combustible, que se almacena en unos depósitos subterráneos que, como ocurre con las cuevas, permanecen a temperatura constante a lo largo del día.
Emisión de contaminantes
En qué consiste: Este grupo de afirmaciones falsas tienen como factor común el meter a un gran colectivo de coches en el mismo saco con la intención de generar odio y rechazo de forma fácil. De esta forma, podemos encontrar desde que los diésel contaminan mucho a que los coches eléctricos emiten más CO2 que los convencionales a lo largo de su vida.
¿Dónde está la trampa? En la generalización. Si escogemos la muestra con habilidad, todas las afirmaciones anteriores (y sus opuestas) pueden ser ciertas. Por ejemplo, tan cierto es que los diésel antiguos contaminan mucho como que uno de última generación prácticamente limpia el aire. También es cierto que la fabricación de baterías requiere mucha energía y que, si no es de origen renovable, y el coche eléctrico no recorre muchos kilómetros durante su vida, el saldo de emisiones de CO2 puede ser similar al de un coche convencional.
Pero una afirmación de ese estilo obvia el hecho de que las baterías pueden fabricarse con electricidad verde o el que los coches eléctricos no emiten contaminación local, de manera que siempre serán más ‘verdes’ que sus alternativas con motor de combustión. Otra trampa habitual consiste en omitir el tipo de contaminante, empleando sólo la expresión ‘emite’. Por ejemplo, un motor diésel “emite” menos CO2 que el de gasolina equivalente.
Las emisiones dependen… de cómo se midan
Interiores cancerígenos
En qué consiste: Son bulos que aseguran que el interior de tu coche emite tal o cual producto terriblemente nocivo para la salud, especialmente cuando el habitáculo se encuentra a alta temperatura.
¿Dónde está la trampa? Los habitáculos están construidos con plásticos, que son mezclas de polímeros y aditivos. Algunos de estos productos presentan cierta volatilidad y un olor característico, y son responsables del aroma ‘a coche nuevo’. El truco reside en asociar el olor con enfermedades graves, ignorando que esa relación depende del compuesto y la concentración.
Los plásticos pueden desprender sustancias potencialmente nocivas, como el benceno y el formaldehido. Sin embargo, para que se conviertan en una amenaza, deben superarse ciertos umbrales de exposición prolongada, y eso no ocurre en ningún coche. Además, existen organizaciones, como el TÜV o el Oekotest, que certifican que los niveles de compuestos nocivos y alérgenos en el interior de los coches están cerca de lo indetectable.
Sistemas de seguridad
En qué consiste: Son rumores falsos que suelen hacer referencia a la obligatoriedad de sistemas que tendrían un impacto radical sobre la conducción. Por ejemplo, se repite hasta la saciedad que los coches contarán con limitador automático que impedirá exceder el límite de velocidad de la vía, incluso al adelantar.
¿Dónde está la trampa? Estos rumores nacen de la lectura desinformada de documentación oficial sobre futuras legislaciones. Por ejemplo, es cierto que hubo un borrador de un grupo de expertos que recomendaba implantar un limitador automático de velocidad en los coches. Se trata de un informe encargado por la UE y la ONU, y tiene una enorme apariencia de credibilidad. Sin embargo, sólo era una ‘carta a los Reyes Magos’ de un grupo de expertos.
Actualmente, carecemos de una tecnología asequible y fiable capaz de determinar cuál es el límite de velocidad en absolutamente todas las vías. Como resultado, la ley definitiva matiza muchísimo la propuesta de los expertos, reduciéndola a la obligatoriedad de una advertencia visual (y desconectable) de que el vehículo cree que se está superando la velocidad máxima. Lo mismo ocurre con el asunto del Alcolock o la caja negra.
Por eso, al entrar en contacto con estos bulos hay que preguntarse: ¿es técnicamente viable y fiable en el coche más asequible del mercado? ¿Podemos montar un dispositivo de 1.000 euros como un Alcolock en un Dacia nuevo de 8.000 euros? ¿Es posible conocer de forma fiable la velocidad máxima en el 100 % de las vías de Europa? ¿Es técnicamente viable?
Bulos aterradores sobre cosas que, técnicamente, aún resultan imposibles
Accidentes y explosiones
En qué consiste: Estos bulos se basan en exagerar los peligros de diferentes tecnologías, sobre todo novedosas y desconocidas, y últimamente se ceban con el riesgo de incendio que presentan los coches eléctricos… aunque también está muy extendido el que asocia los frascos de gel hidroalcohólico con el peligro de incendio.
¿Dónde está la trampa? Son exageraciones a partir de hechos puntuales. Es cierto que las baterías de los coches eléctricos presentan riesgo de incendio si, por ejemplo, reciben daños físicos como resultado de un accidente, y que se trata de un incendio difícil de apagar. Pero es un riesgo bastante inferior al de que se inflame la gasolina que se almacena en el depósito de combustible.
En el caso del gel hidroalcohólico, ni siquiera existen precedentes que respalden la teoría. Las soluciones hidroalcohólicas incorporan suficiente alcohol como para ser inflamables, y por eso cuentan con el pictograma correspondiente de advertencia en la etiqueta. Sin embargo, es imposible que el interior de un coche alcance temperatura suficiente como para que se inflame el gel hidroalcohólico. De hecho, se trata de un producto difícil de encender: ni siquiera la brasa de un cigarrillo basta para inflamarlo.
Sobre la fiabilidad
En qué consiste: La técnica consiste en arrojar dudas sobre la fiabilidad de sistemas de propulsión cuando se les hace trabajar cerca de sus límites operativos. Por ejemplo, girando a muy bajas vueltas, o descargando la batería hasta el mínimo.
¿Dónde está la trampa? En omitir que el fabricante ya ha tenido la precaución de establecer esos límites operativos de manera que romper elementos cubiertos por la garantía sea difícil. Por ejemplo, cuando un coche eléctrico dice que su batería está completamente llena o vacía… sólo quiere decir que el fabricante no deja llenarla o vaciarla más para proteger su fiabilidad. Lo mismo ocurre con el régimen del motor. Resulta tan fiable circular a 1.000 rpm como hacerlo a 3.000 rpm. Por supuesto, a 1.000 rpm pasan cosas: el motor suena raro, apenas hay par disponible y la respuesta del acelerador es escasa… pero ya está. El único efecto secundario de llevar el motor bajo de vueltas es ahorrar combustible.
Sí es cierto, en cambio, que tomar ciertas precauciones y realizar una conducción conservadora puede prolongar la vida del propulsor, protegiendo elementos sujetos a desgaste y envejecimiento, y que no están cubiertos por la garantía obligatoria o comercial, como puede ser el embrague.
Escrito por: Álvaro Sauras
Fuente: https://www.autofacil.es/
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