Con el objetivo de cumplir con los planes de movilidad marcados por Europa para la próxima década, no solo estamos en un contexto de transición hacia el vehículo eléctrico en el ámbito privado, sino que es necesario reducir las emisiones contaminantes del transporte público renovando las flotas, que hasta hace no mucho, estaban plagadas de vehículos diésel.
En España, y como exige la Ley de Cambio Climático y Transición Energético, más de 150 grandes ciudades ya han puesto en marcha medidas como las Zonas de Bajas Emisiones para restringir el tráfico, pero en el ámbito del transporte público queda mucho por hacer.
Muestra de ello es que una de las flotas más grande de autobuses urbanos como es la de Madrid, con más de 2.100 vehículos en funcionamiento, ha sido la última en anunciar sus planes para ser más sostenible.
La transformación necesaria del transporte público
Sacar a los coches de los núcleos de las principales ciudades de forma progresiva para reducir la contaminación tanto ambiental como acústica y fomentar el uso del transporte público y otras formas de movilidad más sostenibles es una de las claves para las ciudades del futuro que quiere la Comisión Europea.
Ejemplos prácticos de ello son las ciudades de los 15 minutos en las que ya trabaja Francia o los proyectos de las supermanzanas en ciudades españolas como Zaragoza o Barcelona.
Ni siquiera Noruega, el paraíso del coche eléctrico y el que cuenta con mayor número de coches eléctricos per cápita, quiere coches en su núcleo urbano aunque sean ecológicos, pues aboga por usar el transporte público o los Vehículos de Movilidad Personal (VMP) en su lugar.
En el marco del Plan Madrid 360, el Ayuntamiento de la Comunidad acaba de anunciar que a partir de este mismo mes se retirará hasta el último de los autobuses movidos por diésel que quede en las cocheras. Así, según los datos de la EMT la empresa ya no prestará servicio con autobuses de gasoil y pronto toda su flota estará compuesta por autobuses eléctricos, de gas natural e híbridos.
Desde 2020, Madrid ha comprado 520 autobuses GNC (con un presupuesto total de 161,2 millones de euros). De todos ellos 190 ya se incorporaron al servicio en 2021 para sustituir a 258 unidades de gasoil, a los que se sumaron 100 vehículos y seis minibuses eléctricos. Con este nuevo equipamiento, la flota CERO creció hasta las 179 unidades a final de año y se alcanzó la electrificación del 8 % del parque de la EMT.
Ya en 2022 se sumaron otros 200 autobuses de gas (por valor de 62 millones de euros) y se pretendía sacar de la circulación los 133 autobuses diésel que quedaban (algo que aún no se ha terminado de hacer). Según los planes de la ciudad, este año se recibirán otros 130 GNC (40,3 M), siempre manteniendo la flota de 2.100 autobuses para el servicio. Además, para este año también se esperan los diez primeros autobuses de hidrógeno verde de la EMT.
Llegados a este punto, hemos de recordar que pese a que el GNC es una alternativa al diésel más limpia, también es un combustible que emite partículas contaminantes. Según la asociación Gasnam el Gas Natural “emite un 15 % menos de CO2 que el GLP”, aunque respecto a las emisiones de micropartículas de óxidos de nitrógeno (NOx) no hablamos de un combustible completamente limpio.
Además de Madrid, otras ciudades grandes como Barcelona también se encuentran en plena renovación de su flota de autobuses. En este caso, la ciudad condal espera la llegada de 78 buses eléctricos, 108 de gas y 24 híbridos de cara a 2024, cuando se espera que su flota ya no tendrá un solo vehículo movido por diésel.
También Valencia, Bilbao (con planes activos desde 2020), Pamplona, Santander o Valladolid están llevando a cabo la transformación progresiva de sus flotas de autobuses e implementando medidas que ayuden al fomento del uso del transporte público, con actuaciones específicas como los descuentos en los abonos (que se están intensificando especialmente desde finales de 2021), y la ayuda económica de las diferentes administraciones a través de los fondos europeos.
Según el Ministerio de Transportes, concretamente en 2022 se han adjudicado 1.000 millones de euros de los fondos europeos de recuperación a 171 municipios y dos entes supramunicipales para descarbonizar y digitalizar la movilidad urbana y así alcanzar una movilidad de bajas emisiones y reducir su contaminación atmosférica y acústica las bases.
El estudio ‘Estrategias para la descarbonización del transporte terrestre en España’ del centro de investigación Economics for Energy ya avisaba hace un año de que “el sector del transporte es el mayor emisor de gases de efecto invernadero en España”, siendo responsable del 40% de las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx).
Según el análisis, el transporte también es un gran consumidor de energía (que en su mayor parte procede de combustibles fósiles), por lo que transformar este sector es prioritario en las estrategias de descarbonización de las distintas administraciones. Veremos si en los próximos meses las actuaciones necesarias para conseguir un transporte público más limpio y accesible avanzan al mismo ritmo que el calendario.
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