Circular con la presión de neumáticos adecuada es algo fundamental por muchos motivos. El principal, la seguridad. Sin embargo, hay otras razones por las que debemos revisar que no tenemos los neumáticos bajos de presión. Y no basta con fiarnos del sensor de presión.
La tecnología tiene cosas muy buenas. Aplicada al automóvil, en los últimos años hemos vivido la llegada de numerosos sistemas que mejoran nuestra seguridad al volante. Quizá uno de los más importantes es el sensor de presión de neumáticos, que nos avisa de cualquier pérdida de presión por el riesgo que ello conlleva, como ahora veremos. Sin embargo, e independientemente de que nuestro coche equipe estos sensores (son obligatorios en todos los coches nuevos), sigue siendo muy recomendable comprobar tanto el estado del neumático como las presiones de forma manual, al menos una vez al mes, pues en ocasiones pueden fallar o no detectar pequeñas pérdidas que pueden acabar siendo problemáticas.
Nos bastará con acudir a una gasolinera para mirarlo, e incluso es posible hacerlo con un simple manómetro para ver que todo está el orden. Así, también podemos aprovechar para revisar que no hay daños en el neumático, como cortes o ‘huevos’, ni que se están produciendo desgastes irregulares. A continuación, enumeramos todo lo que se verá afectado en caso de circular con las presiones demasiado bajas.
Riesgo de reventón
Es, probablemente, el problema más famoso y temido provocado por circular con una presión demasiado baja. Esto se debe a que, si por ejemplo llevamos 1,0 bares de presión en un coche donde el fabricante recomiende llevar 2,2 bares, en carretera a alta velocidad hay mucha más goma en contacto con el suelo y friccionando contra el asfalto. Esto hace que la temperatura del neumático se eleve en exceso, y eso terminará provocando un reventón. Sólo se producen a alta velocidad (más de 100 km/h, que tampoco es tanto), de ahí lo peligroso que puede resultar.
Desgastes irregulares
Llevar las presiones bajas también provoca que el neumático no pise como debe. Lo normal es que se produzca un desgaste más acelerado por los bordes del neumático, pero también es probable que, en los giros, terminemos castigando mucho más los hombros exteriores del neumático. Si rodamos muy bajos de presión, podemos reducir la vida útil del neumático a la mitad a poco que circulemos así durante bastante tiempo.
Peligro de desllantar
Llevar poca presión hace que el neumático, en los giros, se deforme más. Circular por debajo de 1,2-1,3 bares de presión eleva mucho el riesgo de que, ante un giro brusco en una situación de emergencia, podamos desllantar. Como eso ocurrirá además cuando estemos girando de forma brusca, el riesgo de accidente es mucho más elevado.
Mayor riesgo de sufrir acuaplanning
Como ya hemos dicho, a menor presión, mayor superficie de la banda de rodadura en contacto con el suelo. Esto, en caso de pisar un charco, hará que el neumático tienda a hacer acuaplanning con mucha más facilidad que si llevásemos los neumáticos con su presión correcta. Y, a mayor velocidad, más lo notaremos.
Mayor consumo de carburante
Otra de las consecuencias de tener más goma en contacto con el suelo es que el coche tenderá a frenarse más, pues tiene que vencer una mayor resistencia a la rodadura para poder avanzar. Esto hará que, con las presiones bajas, haya que acelerar más para mantener una misma velocidad, de manera que el consumo de carburante también será superior. ¿Mucho? Tampoco será una exageración y dependerá de lo bajas que vayan las presiones, pero podemos llegar a 0,3-0,4 L/100 km, siempre en función también del coche.
Peor comportamiento
Como decíamos antes, con una menor presión, el neumático es menos rígido y tiende a moverse más, a flanear más de lo debido en los apoyos. Los coches están diseñados para ofrecer un determinado comportamiento con las presiones adecuadas. Si están demasiado bajas, el comportamiento del coche es más torpe, con unas reacciones más lentas e inseguras a media y alta velocidad.
Posibles daños en las llantas
Este problema puede darse sobre todo en neumáticos de perfil bajo, pues si se circula con una presión baja hay mayor riesgo de dañar la llanta si pisamos un agujero en una calle, por ejemplo. Al mismo tiempo, también es más probable que el neumático se lleve un buen pellizco al quedar entre la llanta y el asfalto roto, de manera que riesgo de pinchazo en el lateral del neumático, o de que le salga un ‘huevo’ a esa parte de la rueda, es también muy superior.
Fuente: https://www.autofacil.es/
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