La toma del poder en Afganistán por parte de los talibanes tiene un efecto colateral para la industria del vehículo eléctrico: el control por parte del nuevo régimen de cantidades gigantescas de litio.
En 2010, los geólogos estadounidenses situaron a Afganistán como uno de los países más importantes en términos de recursos de litio, un mineral hoy por hoy imprescindible para las baterías de los vehículos eléctricos y de la electrónica de consumo. La situación política actual, con la llegada del régimen talibán al poder, abre todas las dudas habidas y por haber sobre el futuro de estos recursos naturales que, a largo plazo, puede afectar al coche eléctrico.
¿Dónde está el litio?
El litio es un elemento químico que en estado puro es un metal blando de color plateado. Además de sus usos médicos (se utiliza principalmente en antidepresivos), el litio forma parte de los ánodos de baterías de la electrónica de consumo y de los vehículos eléctricos. Está muy extendido en la naturaleza, pero debe tener una alta concentración para poder ser explotado. Y los lugares que cumplen con esta restricción son bastante raros.
El Salar de Uyuni, en los Andes bolivianos son los restos de un lago de agua de mar desecado (a parte del desierto de sal más grande del mundo) que por sí solo contiene entre el 40 % y el 50 % de las reservas mundiales de litio. El Salar de Atacama en Chile y el Salar del Hombre Muerto en Argentina completan hasta el 70 %. El 30% restante se encuentra en reservas del Tíbet, Australia y Estados Unidos, a los que se unieron los recursos encontrados en el subsuelo de Afganistán, que alberga el equivalente a un billón de dólares en litio. A estos recursos terrestres hay que sumar los marinos, que son mucho más difíciles de explotar.
El litio es un elemento químico que en estado puro es un metal blando de color plateado
En ese momento, Estados Unidos estaba ayudando al gobierno afgano a mantener bajo control a los talibanes. Desde su Departamento de Defensa no se dudó en calificar a Afganistán como “la Arabia Saudí del litio”, comparándola con la potencia que es este país en la producción de petróleo. Ahora, este territorio se encuentra bajo el control de un régimen que la mayoría de los países califican de terrorista. Además, Afganistán también es rico en otros materiales tan importantes para la industria del automóvil eléctrico como son el cobalto y las tierras raras. El valor total de sus recursos alcanza los tres billones de dólares. El experto en Ecología del Centro Estadounidense de Riesgos Estratégicos, Rob Schnoonover, ha afirmado que “los talibanes están ahora sentados en una reserva de uno de los materiales más estratégicos del mundo”.
La geoestrategia mundial
En el momento actual, la capacidad de Afganistán para ejercer el rol de productor y exportador de litio para el resto del mundo queda muy comprometida. Su infraestructura no es lo suficientemente sólida como para administrar las minas y distribuir sus productos. Durante la primera década de este siglo, China intentó establecer un negocio en torno al cobre que acabó con unas pérdidas de alrededor de 3.000 millones de dólares.
Parece poco probable que a partir de ahora un gobierno occidental decida establecer relaciones comerciales con un régimen fundamentalista como el talibán. Pero dada la necesidad de litio que tienen las industrias de la electrónica y del transporte, es plausible que algún país se decida por explotar los recursos del subsuelo afgano.
Sería el caso de los países del Este como China, que probablemente podría optar por tomar esa decisión. El principal problema que acompaña a estas negociaciones es que el resto de países penalizarán el hecho de ofrecer dinero al régimen talibán por operar sus minas de litio y cobalto, ya que su destino sería probablemente acciones terroristas contra occidente. Ese dinero, por otra parte, no haría otra cosa que incrementar las ya de por sí ricas arcas de los talibanes que cuentan con el tráfico de opio como una de sus principales fuentes de ingresos, además de los impuestos que cobran por el empleo de ciertas rutas comerciales que atraviesan su territorio.
La capacidad de Afganistán para ejercer el rol de productor y exportador de litio para el resto del mundo queda muy comprometida.
Consecuencias para el coche eléctrico
Además de la inestabilidad que provoca la llegada de los talibanes al poder en la situación geoestratégica mundial, para la industria del automóvil surge un problema más mundano, pero también fundamental. ¿Se resentirá la producción de baterías y en consecuencia la de los vehículos eléctricos?
Estados Unidos, que ha estado presente en Afganistán durante 20 años, ha trazado una línea intraspasable que le imposibilita comerciar con este país. Una realidad que choca con la promesa de la Administración de Joe Biden, de que en 2040 el 40% de los coches eléctricos sean eléctricos en EE.UU. Por su parte, los países de Europa Occidental se encuentran exactamente en la misma situación estratégica, con la intención de abandonar los motores de combustión en 2035.
Se espera que el impacto de la situación afgana en la producción mundial de baterías tenga efecto sobre el mercado, pero también que este efecto sea moderado. Por otro lado, si se firman acuerdos entre los talibanes y China, el Imperio Medio podría aumentar su control sobre el terreno podría hacer variar el equilibrio de poder entre los fabricantes chinos, europeos y estadounidenses.
Por el momento, estas proyecciones son solo suposiciones mercantiles, mientras que la situación geopolítica es mucho más preocupante que el impacto de esta crisis en el futuro del automóvil.
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