En el mundo pandémico del teletrabajo, cada vez más condicionado por la tecnología, el ritmo al que se fabrican los chips se ha quedado muy por debajo de la demanda. Los problemas de suministro en productos tan básicos como teléfonos móviles, ordenadores, coches, aviones, equipos médicos o
electrodomésticos han generado ya miles de millones en pérdidas, convirtiéndose en una piedra en el zapato de la recuperación, según leemos de Álvaro Sánchez en elpais.com.
Todas estas máquinas, y muchas otras, esconden en sus tripas minúsculos micropro-cesadores sin los cuales los dispositivos electrónicos no funcionan. Ni las cámaras con las que se toma un simple selfi, ni el indicador de cuánta batería queda, ni el wifi del coche, ni el medidor del depósito de combustible.
Uno de los grandes expertos en semiconductores, el español Antonio Varas, de Boston Consulting Group, cita varios factores para explicar la crisis. Se trata de una
industria rígida que se mueve con pies de plomo a la hora de adaptarse a la demanda —son necesarios tres meses para cambiar la producción, y entre dos y cuatro años para montar una fábrica—. Abrir nuevas instalaciones para crear chips requiere de ingentes inversiones, lo que se convierte en una gran barrera a la entrada de nuevos competidores, y también a la expansión de la oferta —cuestan entre 5 y 20.000 millones de dólares, dependiendo de lo puntera que sea su tecnología, sin contar su mantenimiento—. El aumento del número de semiconductores que se necesitan por cada aparato está siendo exponencial —los coches eléctricos y autónomos usan más, igual que los móviles con el paso al 5G y el creciente número de cámaras—. Y la demanda ha explotado, con miles de millones de personas ávidas de adquirir nuevos dispositivos para teletrabajar o entretenerse, así como de empresas necesitadas de centros de datos y redes. “Antes de la Covid-19 ya preveíamos que en 2020 la demanda de chips subiría un 7% más que la oferta. Con el consumo por la pandemia ha crecido a doble dígito pese a la caída en la industria y en la venta de automóviles”, sostiene Varas por videollamada desde Silicon Valley.
Ese desequilibrio entre oferta y demanda amenaza con avivar la inflación. Y pone en entredicho un paradigma no menor, el de la capacidad de la globalización para proveer todo lo que se necesita en tiempo récord. Una omnipotencia ya cuestionada en lo peor de la emergencia sanitaria con la carencia de material médico.
La gran pregunta es cuánto durará la escasez. Y las respuestas divergen: la compañía estadounidense Intel está entre las más pesimistas, y habla de que se necesitarán dos años para acompasar oferta y demanda. Iris Pang, economista jefe de ING en China, cree que la crisis puede ir a peor: Taiwán, un país clave en la producción de los chips afronta tres grandes problemas: escasez de agua (muy necesaria para esta industria), altas temperaturas que han causado dos apagones recientemente por el mayor uso de aparatos de aire acondicionado, lo cual también paraliza las fábricas, y un posible confinamiento por la pandemia, lo cual reduciría la presencia de trabajadores en los puertos y dificultaría las exportaciones de chips.
Mientras tanto, las pérdidas se multiplican: Apple cifra entre tres y cuatro mil millones de dólares el impacto para este trimestre por no poder cumplir con su producción prevista de iPhone 12, Mac, iPad y algunos modelos de su reloj. Dell y HP, dos de los tres mayores fabricantes de ordenadores (el otro es Lenovo), han advertido de que los cuellos de botella afectarán a su crecimiento en el primer semestre de este año. Y Samsung tiene problemas para atender la demanda de pantallas.
El sector del automóvil es probablemente el más afectado, con parón incluido en algunas fábricas. Con la pandemia, redujeron sus pedidos de chips debido a la caída de ventas, pero una vez que se han recuperado, se han encontrado con que los fabricantes habían reasignado sus chips a otras empresas. Normalmente la capacidad se contrata con seis meses de antelación, por lo que ese error de cálculo puede salirle caro a la industria automovilística, que ante las carencias está optando por primar la fabricación de los modelos que otorgan mayor margen económico.
Desde la patronal ANFAC admiten que España, al igual que otros países de Europa, “está sufriendo este desabastecimiento de los microchips”, lo que está condicionando la producción, cuya caída en marzo fue del 13,3% respecto al año anterior. Según la consultora AlixPartners, este año se dejarán de fabricar en todo el mundo 3,9 millones de vehículos por la carencia de chips, lo que supondrá al sector una merma de 110.000 millones de dólares en ingresos. La Asociación Europea de Componentes de Automóviles (Clepa) explica la dependencia de estos dispositivos. “Un vehículo hoy en día ya contiene alrededor de un centenar de chips semiconductores avanzados, y el número aumentará”.
Fuente: http://www.asepa.es/
Antonio Mozas
Director de ASEPA (Asociación Española de Profesionales de Automoción)
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