Entre los posibles escenarios para la futura normativa anticontaminación Euro 7, la Unión Europea está sopesando la posibilidad de rastrear las emisiones reales de todos los coches mediante un sistema de diagnóstico a bordo.
La Unión Europea está sopesando la posibilidad de controlar las emisiones reales de los coches a lo largo de su vida útil. Esta medida formaría parte del conjunto de normas de la próxima normativa anticontaminación Euro 7, que también podría forzar a los coches híbridos a circular en modo eléctrico en determinadas zonas.
Los reguladores de la Unión Europea (UE) ya están trabajando en la futura normativa anticontaminación Euro 7, que probablemente pueda ser la última de este tipo antes de que todos los coches a los que afecta esta regulación sean ‘cero emisiones’ en el continente europeo.
Las propuestas para la norma Euro 7 se presentarán al Parlamento Europeo a finales de 2021, aunque probablemente no entrarán en vigor al menos hasta 2025 o 2026. A grandes rasgos, la Unión Europea baraja tres opciones para dicha Euro 7. La primera opción, la menos exigente, supondría una revisión “limitada” de la Euro 6 que entró en vigor en 2015, con simplificación de algunas normas. La segunda opción es una revisión más en profundidad de dicha Euro 6, con límites de CO2 y óxidos de nitrógeno (NOx) más estrictos, y nuevos límites para otros gases de efecto invernadero distintos al CO2.
La tercera opción es la que más novedades acarrea y también la más restrictiva. En este caso, la Unión Europea propone -además de los cambios mencionados anteriormente- realizar un seguimiento de las emisiones reales de los coches durante toda la vida útil del vehículo. Esto se realizaría automáticamente mediante un sistema de diagnóstico a bordo incorporado en el vehículo que, según la UE, «reemplazaría a los sistemas OBD actuales» para facilitar dicha vigilancia. Con este método, la Unión Europea cree que «se garantizaría el cumplimiento y la aplicación [de la norma] durante toda la vida útil del vehículo», y sería más difícil manipular y falsear los datos.
Los datos de emisiones se recogerían a través del sistema de control a bordo y servirían no sólo para vigilar las emisiones reales del vehículo, sino que podrían utilizarse también para las inspecciones técnicas. Dicho de otra manera, el coche en cuestión podría no pasar la ITV si los datos recogidos revelan que durante no cumple los límites de emisiones hipotéticos de la futura Euro 7 durante su circulación real. Llegados a este punto, cabría la posibilidad de que los “coches Euro 7” realizasen automáticamente su prueba de emisiones de la ITV.
Esta tercera opción también baraja la posibilidad de forzar automáticamente en los coches híbridos la circulación en modo eléctrico en función de la ubicación del vehículo, sin que el conductor tenga que intervenir. Este sistema no es una novedad como tal, ya que fabricantes como BMW o Mercedes ya emplean una funcionalidad en sus híbridos enchufables para que el coche circule en modo eléctrico cuando el navegador detecta que estamos en una zona urbana de bajas emisiones. No obstante, entendemos que la Unión Europea está sopesando ahora obligar a todos los fabricantes a incorporar una función similar en sus vehículos híbridos enchufables (ya que los híbridos convencionales apenas pueden circular unos 4-6 km seguidos en modo eléctrico).
La UE reconoce un aumento del precio del coche (que pagará el consumidor), pero prevé una reducción de costes a largo plazo
Cambios tan importantes pueden implicar consecuencias de notable magnitud a nivel económico, ya que implantar estos sistemas aumentará el coste de los coches. Un incremento de precio que, indudablemente, acabará repercutiendo en el consumidor. La Unión Europea también se ha pronunciado sobre el coste financiero implícito en las tres opciones mencionadas para la Euro 7.
La UE asegura que la primera opción, la más laxa, «tendría un impacto económico positivo» debido a la racionalización de los costes administrativos y la simplificación de los procedimientos de ensayo. La segunda opción implicaría «costes a corto plazo» que se traducen en «precios más altos para los consumidores»; sin embargo, la UE cree que esta opción «reduciría con toda probabilidad los costes sanitarios y medioambientales» a largo plazo.
El sistema ‘eDrive Zones’ de BMW fuerza el modo eléctrico en zonas urbanas de bajas emisiones.
La última opción, la que contempla la vigilancia de las emisiones reales durante toda la vida útil, es la que supondría el mayor coste para los fabricantes y para los compradores. La Unión Europea prevé que los costes relativos a la vigilancia continua de las emisiones reales «no serán grandes», ya que es probable que haya «sinergias derivadas de la simplificación o sustitución de los actuales sistemas de diagnóstico a bordo (OBD) y de la introducción de medidores de consumo de combustible a bordo». Sin embargo, la UE afirma que esta opción reduciría «significativamente» las emisiones de contaminantes a la atmósfera «al detectar a tiempo los incumplimientos y las averías» e incluso considera que «aumentaría significativamente la confianza de los consumidores en las normas Euro».
La ACEA advierte que cambios demasiado drásticos ponen en riesgo la competitividad de la industria
Por su parte, la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA) ha señalado que estas propuestas «son, en gran medida, técnicamente inviables para los vehículos con motor de combustión» y que pueden suponer de facto la muerte de los coches nuevos con motor de combustión interna en la Unión Europea, incluso los coches híbridos convencionales (HEV).
La ACEA ha advertido que la normativa Euro 7 puede «poner en riesgo la competitividad de la industria»
porque si se promulgan «cambios drásticos y desproporcionados», las partes contratantes simplemente «dejarían de seguir las legislaciones de la UE para centrarse en otros mercados.
Según declaraciones de un funcionario de la Comisión Europea a Auto Express, la Comisión pretende «crear una trayectoria predecible y realista hacia los vehículos de contaminación cero para proteger la salud de nuestros ciudadanos y nuestro medio ambiente, y mantener al mismo tiempo la competitividad de la industria del automóvil».
La Unión Europea pretende que para el año 2050 el transporte por carretera tenga cero emisiones de carbono, pero reconoce que el sector del automóvil está preocupado. Por eso, la Comisión Europea dice que está «actuando para garantizar que el motor de combustión siga funcionando en el tiempo necesario para el despliegue masivo de tecnologías alternativas» y ha asegurado que está «evaluando cuidadosamente» varios escenarios de endurecimiento de las emisiones para valorar el cálculo de las emisiones ahorradas frente a los costes necesarios para conseguirlas.
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Fuente: https://www.hibridosyelectricos.com