Ferdinand Porsche no tenía formación académica pero le sobraba talento. Sus capacidades y entusiasmo por los coches cambiaron el rumbo de la industria automovilística y determinaron el futuro del transporte. Ludwig Lohner, propietario de la fábrica británica Jacob Lohner supo apreciarlo y confió en aquel joven de 18 años sin experiencia laboral que estaba dispuesto a coger el tren desde Bohemia a Viena para desarrollar su próximo proyecto: un automóvil con sistema de propulsión eléctrico. El “Lohner-Porsche” hizo historia en 1898 y nos lo cuenta Raquel F-Novoa en abc.es.
El coche se presentó en la Exposición de Berlín de 1900 al gran público pero circulaba desde 1898. Fue uno de los primeros automóviles registrados en Austria, su aspecto era el de un carro tradicional, estaba hecho en madera, pero sus líneas eran muy vanguardistas para la época.
También sus especificaciones: el motor eléctrico pesaba solo 130 kilos y ofrecía una potencia de 3 caballos, que podían aumentar hasta 5 CV y superaba los 25 km/h. Pesaba 1.300 kg, montaba un cambio de 12 velocidades y varias baterías cuyo peso sumaba un total de 1.800 kg. La autonomía del coche, pese a su envergadura, era de 80 km. Un desafío en aquel tiempo.
Su diseño externo era muy novedoso, los propietarios podían personalizar al detalle su apariencia y, además, cambiar la carrocería en invierno y verano para que se adecuara a las condiciones meteorológicas.
Al carrocero E.W. Hart le impresionó tanto el prototipo de Porsche que no sólo envió a Lohner su primera orden, también le encargó un ejemplar para utilizarlo como vehículo personal. Presentó importantes modificaciones para comercializarlo: el coche debía ser híbrido y usar también gasolina, tener capacidad para cuatro pasajeros y emplear las cuatro ruedas.
Porsche decidió colocar cuatro motores eléctricos, uno sobre cada rueda, con la idea de que las frenadas y descensos de los motores ejercieran de dinamos cargando así las baterías.
La aplicación del motor a las ruedas revolucionó el sector de la movilidad. Tanto Boeing como la NASA estudiaron el diseño del Lohner-Porsche para crear el programa de Apolo llamado ‘Lunar Roving Vehicle’. Las locomotoras modernas también se inspiraron en el coche de Ferdinand Porsche cuya popularidad consiguió que la industria automovilística pusiera el punto de mira en el desarrollo de los híbridos.
El Club de Automóviles de Gran Bretaña e Irlanda patrocinó una prueba de resistencia para vehículos eléctricos para la que seleccionó al Lohner Porsche, pilotado por Ferdinand Porsche. El coche generó tanta expectación que solo en el año 1906 se vendieron 300 ejemplares.
El nombre de Lohner se convirtió en un referente de lujo y eficiencia a principios del Siglo XX, así lo atestigua su rodaje en la historia: cuando asesinaron al archiduque Francisco Fernando en Sarajevo, probablemente el suceso más importante del Siglo XX dado que condicionó la configuración del mundo actual y desencadenó los conflictos y políticas que marcaron su tiempo, Austria encargó al fabricante británico los coches fúnebres para vestir el momento en el que se clavaron las miradas de todo el mundo.
Fuente: http://www.asepa.es/
Antonio Mozas
Director de ASEPA (Asociación Española de Profesionales de Automoción)
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