Mucho se habla sobre el cobalto y sus implicaciones económicas y éticas para la fabricación de baterías para coches eléctricos, pero hay otra materia prima fundamental cuyo uso, a pesar de ser el segundo material más caro después de este, se está extendiendo cada vez más: el níquel.
Un estudio de la consultora IDTechEX pone de relieve este auge, del que participan compañías como Tesla, Renault, Hyundai o BMW.
Una materia prima más barata cuya demanda seguirá creciendo
Si nos fijamos en los datos proporcionados por el London Metal Exchange, el precio de la tonelada de níquel se ha mantenido más o menos estable en el tiempo, con una fuerte subida en septiembre de 2019, cuando superó los 18.000 dólares por tonelada.
Ahora el precio es de unos 16.000 dólares. Muy por debajo de el del cobalto, es, sin embargo, una materia prima que ha sabido aguantar los embates de la demanda.
La tonelada de cobalto llegó a rozar los 100.000 dólares en marzo de 2018, y ahora está por debajo de los 33.000 dólares a medida que los fabricantes y proveedores cambian su estrategia para no pagar un precio tal alto por sus baterías.
También porque las baterías con un cátodo rico en níquel son relativamente fáciles de sintetizar, y tienen una alta capacidad y densidad de energía. Y es que el coste de la batería determinará el precio del coche.
El níquel es una materia prima crucial en el cátodo de las baterías de iones de litio. BMW, Hyundai y Renault, por ejemplo, utilizan una variante con un cátodo rico en níquel compuesto por la aleación Níquel-Manganeso-Óxido de Cobalto (NMC por sus siglas en inglés), mientras que Tesla, que ha ido reduciendo a lo largo de los años el uso del cobalto, utiliza una mezcla de Níquel-Cobalto-Óxido de Aluminio (NCA).
Según el estudio de IDTechEX, en 2019 más del 95 % de las baterías de los coches eléctricos nuevos que se vendieron utilizaron o bien una química NMC o una NCA para mejorar la densidad de energía y reducir la dependencia del cobalto.
En cuanto al origen, de acuerdo a datos de Statista, Indonesia se situó en 2019 a la cabeza de países con mayores reservas de níquel, con 21 millones de toneladas métricas. Le sigue Australia, con 20 millones, Brasil, Rusia, Cuba, Filipinas y China.
Indonesia es también el mayor productor (560.000 toneladas en 2018), seguido de Filipinas (340.000 toneladas), Nueva Caledonia (210.000 toneladas) y Rusia (también 210.000 toneladas).
Cara B de la electromovilidad
El níquel se encuentra en la naturaleza normalmente combinado con el arsénico, el antimonio y el azufre como sulfuro.
El níquel y el cobalto, al igual que el hierro, están asociados en la naturaleza en un gran número de yacimientos, pero su minería acarrea serios problemas medioambientales y de salud, sin olvidar que durante el proceso solo extrae una pequeña parte de níquel viable; el resto no sirve.
En 2017, Filipinas cerró casi la mitad de sus minas de níquel (después se recuperó) debido al impacto medioambiental que supone la liberación de dióxido de azufre, polvo cancerígeno o la contaminación por metales pesados en el suelo y el agua. Además, el fin de su vida útil acarrea serios problemas.
Según publicó The Guardian en 2017, los residentes de las comunidades cercanas y los trabajadores de la mina Cerro Matoso, en Colombia (operada por BHP Billiton), reportaron elevadas tasas de deformidades y problemas respiratorios asociados con la exposición a la contaminación generada por la extracción y fundición de níquel.
A esto se suma la destrucción de hábitats naturales, como ocurre en Indonesia. En el territorio francés de Nueva Caledonia, un aumento en la extracción de níquel ha provocado la reducción y fragmentación del hábitat, incrementando el riesgo para las especies nativas y una pérdida general de la biodiversidad.
El uso de metales reciclados reduce el impacto general de la minería y el procesamiento del níquel, pero la creciente demanda mundial seguirá impulsando este mineral.
La dificultad de que un coche eléctrico sea realmente ecológico
Lo hemos visto con las implicaciones éticas que conlleva la extracción del cobalto y con las consecuencias medioambientales de la extracción del litio; al final, fabricar un coche eléctrico forma parte de un ciclo tan complejo que la trazabilidad de las materias primas se vuelve casi inexistente.
En este sentido, el blockchain se ha erigido como una buena herramienta para controlar la cadena de suministro.
También ocurre con el níquel. Los productores deberán probar que sus fuentes y sus prácticas son responsables para que el concepto de ‘coche ecológico‘ tenga sentido, y para poder asentarse en los mercados más regulados en este sentido.
Por ejemplo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico tiene una serie de pautas relativas al suministro de minerales que se deben cumplir, aunque no es obligatorio:
Tesla, que empezará a minar su propio litio en Nevada, ha llegado a afirmar que concederá “un enorme contrato” a cualquier compañía que pueda extraer níquel de manera “eficiente y ecológica”.
Según calcula el estudio de IDTechEX, la demanda de níquel para la fabricación de coches eléctricos va a aumentar 10 veces para 2030 en comparación con 2019. Esto pone de relieve la necesidad de mantener una cadena de suministro ética y respetuosa con el medio ambiente en la industria automotriz.
Fuente: https://www.motorpasion.com/