Con una pandemia azotando al mundo entero, la distribución urbana y el transporte de última milla se han convertido en la solución al confinamiento. Su consolidación marca una nueva tendencia, con millones de usuarios.
Durante el confinamiento provocado por la pandemia, el transporte dio muestras de su capacidad de adaptación inmediata y de poder garantizar el suministro de bienes de primera necesidad a toda la población. Las empresas ya sabían que serían capaces de ofrecer ese servicio esencial, pero la población no fue consciente de ello hasta que el estado de alarma obligó a la población a confinarse.
Mientras los ciudadanos estaban en sus casas, sin poder hacer nada más que evitar la propagación del virus, muchas empresas estaban en su punto álgido de actividad. La logística del comercio electrónico (o e-commerce) se manifestó como el engranaje perfecto para garantizar la continuidad de la vida de muchas personas. No sólo la logística hospitalaria y farmacológica: también en los mercados, supermercados o tiendas de alimentación y productos básicos. El trabajo fue frenético.
China es el principal mercado del mundo para los envíos de paquetería, creciendo un 26%
Si ya el comercio electrónico llevaba una carrera ascendente, con crecimientos de dos dígitos en los últimos años, la pandemia sólo hizo consolidar esta tendencia. La población menos acostumbrada a comprar a través de internet descubrió una forma más de consumo, con la comodidad de hacerlo desde casa y sin riesgo de contagio. Y la que ya lo hacía (los más jóvenes, sobre todo) sólo continuaron haciendo lo mismo que antes de confinarse.
Sin embargo, el reto fue enorme para las empresas de distribución. Los pedidos se multiplicaron y muchas de ellas estuvieron cerca del colapso, al no poder absorber el aumento de la demanda. Prueba de ello fue que muchos artículos (relacionados con el deporte, como cintas de correr o bicicletas estáticas) estuvieron agotados durante buena parte de la pandemia. Y no sólo en España, sino en todo el mundo.
La globalización tiene sus cosas buenas y malas. Las buenas son evidentes: se puede comprar un producto en una población del interior en China y recibirlo en España en semanas. ¿Las malas? que cuando toda la población demanda un mismo producto, no hay posibilidad de encontrarlo tan fácilmente (algo que ha sucedido hace poco con las mascarillas, respiradores y material sanitario para hospitales). Todos acabamos consumiendo lo mismo, al mismo tiempo. Y la oferta no ha sido capaz de dar respuesta a la demanda, mundial, en este caso.
Quejas
La distribución urbana está obligando a los ayuntamientos a cambiar el proyecto urbanístico de sus ciudades. La última milla complica el desarrollo del comercio eléctrico y obliga a colocar los centros de distribución cerca de los clientes, pero no en el centro de las ciudades, por las limitaciones de espacio y ruido que ello provoca.
Así las cosas, el juzgado de instrucción 49 de Madrid ha abierto diligencias tras la denuncia presentada por los vecinos de Villaverde y Usera (dos barrios del sur de la capital) por la instalación de una gran plataforma logística, ubicada en los antiguos terrenos de la fábrica de Renault Trucks y que, según los denunciantes, se ha abierto sin contar un plan especial de control urbanístico ambiental de usos acordados. Los delitos a los que se enfrentan son el de prevaricación y contra el medio ambiente.
Según denuncian los vecinos, por las instalaciones transitan a diario más de 2.000 furgonetas de reparto y camiones sin respetar las normas medioambientales de ruido, un problema que desapareció el día en que el anterior inquilino de los terrenos cerró la fábrica. Otro problema adjudicado al comercio electrónico es el coste de la última milla. Todos los operadores intentan poner soluciones a un reto que aún no saben cómo resolver. Aunque hay soluciones imaginativas que ayudan a paliar el eterno problema de qué pasa cuando el cliente no se encuentra en el domicilio y qué hacer con el paquete en cuestión, el porcentaje de entregas fallidas sigue siendo alto.
Una de esas soluciones es colocar puntos de conveniencia (en comercios de proximidad, kioscos de prensa, mercados de abastos) que recepcionen el paquete y sea el cliente el que lo recoja cuando vuelva a casa. Eso ayuda al propio establecimiento a ganar un posible cliente porque, al tiempo que recoge su paquete, hace alguna compra en el lugar.
La pandemia ha consolidado una tendencia de comprar sin salir de casa
Empresas de comercio electrónico (como Amazon, Nacex o la propia Correos) han decidido instalar también taquillas inteligentes en centros comerciales o puntos de conveniencia con la misma idea, pero esta vez, sin la necesidad de presencia física de un intercambiador. Con un código de barras que el cliente recibe en su teléfono móvil, el sistema lo escanea y abre la puerta en la que se encuentra el paquete en cuestión.
Los Retos del comercio electrónico
Pero ¿cómo conseguir que la entrega sea eficiente y que el cliente reciba su paquete a la primera? Ese 20% de fallos en el primer intento es el principal quebradero de cabeza (aunque no el único). Tener que añadir ciclos de entrega e ir una segunda, tercera o hasta cuarta vez al domicilio del cliente genera un enorme coste económico y ecológico.
Según un estudio publicado por la firma PC Predict, se calcula que el coste de cada entrega fallida asciende a unos 15 euros. Una cantidad que, a veces, representa un coste demasiado alto para un sector con unos márgenes más bajos de lo que se cree. A esto se le añade el efecto cultural del consumidor, que se le ha enseñado a entrar en el mundo del e-commerce con la idea de “gastos de envío incluidos”, o peor aún: “transporte gratis”.
Teniendo en cuenta que la última milla representa el 30% del coste total de preparación de un pedido (sumando el coste de personal, transporte y combustible), el nivel de entregas fallidas en muchas empresas es, sencillamente, inasumible.
Picos de demanda
Pese (o incluso) a la pandemia, se aproxima un momento en que el comercio electrónico se pone a prueba año tras año. Se trata del Black Friday, el viernes después de lo que los americanos llaman Thanksgiving o Día de Acción de Gracias. Ese día, la mayoría de los comercios lanzan descuentos increíbles y la población se lanza a comprar, muchas veces, esperando ese día para aprovechar una gran oportunidad. El Black Friday es otra de las costumbres que la globalización ha hecho mundiales y ahora todos países occidentales han entrado de lleno en la tradición.
El reto de las compañías de comercio electrónico, los operadores logísticos y las empresas de transporte es que ese día no lo note el cliente y la respuesta a su demanda siga intacta. Sin embargo, dentro de las plataformas logísticas, lo que se vive es algo parecido a la locura. En 2018, según la patronal Uno, en España se movieron durante las semanas posteriores al Black Friday una media de 2,2 millones de paquetes diarios, un 10% más que en el mismo periodo del año anterior.
La última milla supone el 30% del coste total de envío a domicilio
Datos proporcionados por el Centro Español de Logística (CEL) constatan que el próximo año se espera que el 73% de los españoles comprará por internet, es decir, tres cada cuatro ciudadanos. Cuanto más joven es la población (a partir de 18 años) mayor es la penetración de mercado.
El doble de paquetes, en 2026
Con un mercado en crecimiento de dos dígitos, la paquetería sigue gozando de buena salud. La pandemia no ha hecho más que reforzar un cambio de tendencia en la compra de productos. El comercio físico ha sido debilitado por las restricciones a la movilidad y las grandes beneficiadas han sido las empresas paqueteras y el comercio electrónico.
Así, durante 2019, el mercado creció un 17,7%, con un envío mundial de 103.000 millones. Los ingresos globales por paquetes aumentaron un 9% anual, pasando de 273.000 millones de euros en 2018 a más de 297.000 millones. Sin embargo, de 2013 a 2019, este aumento ha sido del 11% de media. Se espera que con estas cifras (y teniendo presente el factor pandemia), la paquetería duplique su volumen de envíos dentro de seis años, hasta situarse en un intervalo que oscila entre los 220.000 y los 262.000 millones de paquetes.
El comercio electrónico, en cifras
• Valor global de las entregas de última milla en comercio electrónico: 3.020 millones de dólares (2019)
• Valor global de las entregas de última milla en comercio electrónico: 5.400 millones de dólares (2025)
• Coste de las entregas fallidas: 15 euros/entrega
• Porcentaje de error de las entregas a domicilio en primer intento: 19,6%
• Porcentaje de entregas a domicilio realizadas en segundo intento: 15,7%
• Porcentaje de entregas a domicilio realizadas en tercer intento: 2,6%
• Porcentaje de entregas a domicilio realizadas en cuarto intento: 0,8%
El reto del efecto “Black Friday”
• Usar soluciones omnicanal para asegurar la flexibilidad de los envíos
• Ofrecer seguimiento de envíos para los consumidores
• Monitorizar el stock: controlar qué se tiene en el almacén
• Gestionar las devoluciones de forma adecuada
Restricciones a la distribución urbana
• Horarios
• Tipos de vehículos
• Pago (peajes)
• Regulación: Planes de movilidad urbana sostenible (PUMS), carga y descarga, ordenanzas…
Soluciones a la distribución urbana
• Tecnologías aplicadas a la entrega de mercancía (apps, tecnologías de movilidad)
• Nuevas tecnologías y el ecosistema del suministro
• Movilidad como servicio (alquiler de vehículos por horas)
• Logística colaborativa: compartir recursos e información entre consumidores, proveedores, fabricantes y operadores logísticos
• Centros de consolidación: microplataformas, terminales urbanas de mercancías…
• Herramientas para la colaboración: estandarizar un lenguaje mediante códigos para que todos hablen el mismo idioma, con trazabilidad e identificación de la mercancía
• Carril para carga/descarga y multiuso
• Entrega nocturna/horario ampliado
• Adaptación de los vehículos de reparto: vehículos eléctricos, energías alternativas
• Innovación incremental: hacer lo mismo, pero mejor, con ayuda de la tecnología
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