Ya sabemos que el frío del invierno afecta a la mecánica de los coches y también de forma negativa a las baterías de los coches eléctricos. Las bajas temperaturas hacen que las baterías pierdan efectividad y puede que haya que recurrir a usar de pinzas de arranque o a la técnica del empujón, algo que por cierto hay que evitar siempre que sea posible.
Pero las bajas temperaturas no tienen sólo consecuencias en el apartado eléctrico sino que toda la mecánica de los coches sufre, sobre todo aquella que recurre a sistemas hidráulicos de algún tipo y, sí, el diésel también es un líquido y se puede congelar. Hoy vamos a repasar por qué sucede y cuáles son sus consecuencias.
El diésel y la obstrucción por frío
Quienes están habituados a vivir en zonas frías puede que lo tengan bastante asumido, pero en caso de ola de frío o de viaje a la montaña puede ser que, sencillamente, un día tu coche diésel decida no ponerse en marcha. Puede estar todo en orden, con un mantenimiento perfecto, la batería cargada a tope y el motor de arranque moviendo con fuerza el motor.
Esto puede ocurrir porque cuando la temperatura cae por debajo de los -10ºC el gasoil pierde fluidez, impidiendo que el combustible llegue al motor. Para ser exactos, por debajo de este rango de temperatura son las parafinas que componen el gasóleo las que comienzan a cristalizarse. Cuando esto ocurre el diésel deja de fluir como debe por los filtros y los conductos que van hasta los inyectores o la bomba de admisión.
Si hablamos con propiedad hay que señalar que el diésel no llega a congelarse. Lo que ocurre es que se espesa y no se comporta como debería a través de las canalizaciones del motor. Es por eso que no hay que decir que el diésel se congela, sino que ha llegado a su punto de obstrucción en frío.
Los requerimientos técnicos para la comercialización del gasóleo establecen que el punto de cristalización tenga que situarse a temperaturas entre -20ºC y -30ºC, alcanzando la congelación a -34ºC. Esto es así según la normativa española, puesto que cada país establece los requisitos en función de las temperaturas que se manejan dentro de sus fronteras.
Ahora, ¿qué podemos hacer si se ha espesado el gasóil por el frío? Pues no hay muchas opciones aparte de esperar a que suba la temperatura, la verdad. Lo mejor es actuar de forma preventiva, evitar que el coche quede demasiado expuesto al frío en caso de dejarlo en la calle. Las calles estrechas o con árboles pueden protegerlo de las heladas directas. Otra opción es recurrir a aditivos anticongelantes para añadir en el depósito.
¿Y en los coches de gasolina? ¿Por qué no ocurre esto? Pues la respuesta es bastante sencilla: la gasolina tiene un punto de congelación que se sitúa muy por debajo del diésel. Tanto que es virtualmente imposible alcanzarlo por medios naturales ya que de los compuestos químicos de la gasolina, el isoctano, no alcanza su punto de congelación hasta los -107,4ºC.
Fuente: https://www.motorpasion.com/