Los motores son sistemas mecánicos diseñados para trabajar de manera óptima en una ventana de temperatura concreta, de manera que todos los elementos sufren especialmente en la fase de arranque y durante los primeros minutos de uso.
El frío y la temperatura óptima de funcionamiento
Para explicar lo que ocurre en el interior del motor de un coche al arrancar en frío vamos a recuperar un vídeo publicado por el canal Engineering Explained. En él se observa el funcionamiento de un motor bajo el prisma de una cámara térmica que muestra gráficamente la temperatura de cada elemento a través de un código de colores.
Tras una fría noche, al arrancar el motor del coche hay que tener en cuenta que no podemos exigirle prácticamente nada, más allá de que se mantenga girando. Una buena idea antes de pedir al coche que arranque es pisar el pedal de embrague para descargar al motor de arranque del sobreesfuerzo que supone mover el embrague y el aceite de la caja de cambios (valvulina), un aceite que es muy viscoso y que con el frío se suele endurecer.
Un signo inequívoco de que la mecánica necesita un tiempo de adaptación hasta conseguir la temperatura necesaria es el ralentí. Con el motor frío la centralita mantiene el rango de revoluciones por encima de 1.000 rpm para bajarlo gradualmente una vez que el motor comienza a tomar más temperatura.
Los puntos calientes comenzarán a entrar en una temperatura cercana a la óptima, y lo harán con más rapidez cerca de las cámaras de combustión, la culata y los colectores de escape.
El aumento de temperatura se va extendiendo a medida que el líquido refrigerante consigue calentarse y estabilizar la temperatura del motor en torno a unos 95ºC. No es hasta pasado un tiempo que la centralita rebaja el ralentí hasta quedar por debajo de las 1.000 rpm.
En el momento antes de arrancar, además, todo el aceite del motor se encuentra en reposo en el cárter. Hay que dejar que la bomba de aceite succione el lubricante y lo reparta por todo el motor. Además de la propia función de lubricación, el aceite tiene propiedades limpiadoras para eliminar las partículas que pueden dañar las piezas internas y también se encarga de refrigerar el motor y repartir uniformemente la temperatura.
A temperaturas muy bajas, todos los líquidos se vuelven más densos, es decir, los aceites utilizados ya sea para lubricar el motor o la transmisión, o los líquidos hidráulicos de la dirección o de los frenos, difícilmente estarán a su temperatura de trabajo óptima cuando el coche está frío.
Por eso, para zonas de temperaturas muy bajas es aconsejable utilizar en el motor un aceite de motor multigrado que mantenga su fluidez en invierno. Y para saber si estamos ante el aceite correcto debemos saber leer el código que lo identifica.
Por ejemplo, un aceite 10W-40 nos estará indicando:
- 10 como grado SAE de viscosidad mínimo;
- W de ‘winter’, invierno;
- 40 es el grado SAE de viscosidad a temperatura de funcionamiento (en caliente).
Fuente: https://www.motorpasion.com/