En España, este sector realiza 247 millones de trayectos y transporta, cada día, a 630.000 niños. Pese a que cuenta con un férreo control administrativo… ¿es seguro para nuestros hijos?, ¿incluso en la época del coronavirus? La Fundación Línea Directa lo analiza.
La vuelta al cole este año ha traído, además de la preocupación por el posible contagio en las aulas, la alerta de los padres ante el transporte de sus hijos en los autobuses escolares. No en vano, es un sector cuyos aproximadamente 17.500 autobuses transportan cada año a 630.000 niños, en 247 millones de viajes, y que está especialmente instaurado en zonas con multitud de poblaciones pequeñas, como Galicia (lo usan el 17% de los escolares), Cantabria (el 15%) e Islas Canarias (14,5%). La media nacional de su utilización ronda el 4%.
Por todo ello y con la amenaza latente del contagio por coronavirus en espacios cerrados, la Fundación Línea Directa ha publicado un informe sobre el transporte escolar en nuestro país, en el que ha constatado su accidentalidad en el periodo 2014-2018, pero también las inquietudes de los padres a través de una encuesta realizada a 1.700 de ellos.
Un sector muy controlado
De entrada, hay que aclarar que el transporte escolar es un sector muy controlado. Por el lado de la flota, la Ley impone un máximo de 16 años de antigüedad a los autobuses que prestan este servicio que, desde 2007, deben incluir obligatoriamente cinturón de seguridad (así, en 2023, desaparecerán en España los últimos que, ahora, no los incluyen). Además, estos vehículos deben contar con tacógrafo, limitador de velocidad y sistema antibloqueo de frenos ABS.
Incluso las ITV prestan especial atención a estos autobuses, que han de pasar la primera inspección a los cinco años y, las posteriores, cada seis meses. Así, casi la mitad de los vehículos suspenden en su primera visita a las estaciones, “normalmente por fallos administrativos”, señala Francisco Valencia, director general de la Fundación Línea Directa; pero sólo el 16% en la segunda visita.
Los conductores de estos vehículos están tanto o más controlados. De entrada, han de contar con una edad mínima de 24 años, con el carnet D y con un permiso especial para realizar rutas escolares. Asimismo, el nivel de alcoholemia permitido para ellos es de 0,15 mg de alcohol por litro de aire espirado.
Tampoco han podido cometer delitos relacionados con la Seguridad Vial ni haber perdido el permiso y, al trabajar con niños, todos los conductores han de presentar un certificado que los exima de delitos de índole sexual. Por último, los viajes de estos vehículos no pueden exceder de una hora… excepto en las excursiones.
Y con Siniestralidad Cero
Todo ello conlleva que, tal y como señala Valencia, se trate de “un sector modélico”. Algo que también se traslada a sus cifras de siniestralidad. Si bien cada año suceden en España unos 30 accidentes de este tipo de vehículos, que dejan una media 14 heridos anuales; este sector no ha sufrido una víctima mortal desde 2012, por lo que es uno de los pocos que cumple la ansiada “Siniestralidad Cero” tan nombrada por las autoridades.
De hecho, y gracias a estas cifras, el transporte escolar tiene una siniestralidad 6 veces menor que la del transporte público, y hasta 11 veces inferior que la del transporte privado. Incluso así, estos autobuses sufren accidentes, sobre todo en vías interurbanas (el 58% de los mismos). Y por tipología, los más habituales son la colisión frontolateral (el 20% de los siniestros), alcance trasero (19%) y atropello a peatón (16%).
Especialmente gravoso es la accidentalidad en Galicia, donde suceden únicamente el 5% del total de los accidentes, pero el 21% de aquellos relacionados con el transporte escolar. Otras comunidades autónomas con una elevada tasa de siniestralidad en transporte escolar son Andalucía y la Comunidad Valenciana.
Pese a ello, las cifras de siniestralidad de estos vehículos son bajísimas. Pero, en la encuesta realizada por la Fundación Línea Directa, los padres puntúan únicamente con un 3,19% (se puntúa del 1 al 5) la seguridad de este sector, creyendo erróneamente que el trasporte privado (que logra una nota de 4,4) y que caminar hasta el colegio (con 4,18 de nota) son más seguros.
Los padres, preocupados ante la amenaza del Covid
Pero la seguridad de este sector, hoy día, también pasa por la posibilidad de contagios. Y es por ello que, en la encuesta realizada por la Fundación, hasta el 61% de los padres se planteaba en junio (fecha de la encuesta) que sus hijos utilizaran el transporte escolar con la actual pandemia. Además, otro 19% sólo se planteaba utilizarlo si les garantizaban “las medidas de higiene y seguridad necesarias”.
A este respecto, las distintas comunidades autónomas (aquellas administraciones con potestad legisladora al respecto) han ido obligando al uso de las mascarillas a partir de los seis años, a que haya siempre líquido hidroalcohólico en los autobuses o a que estos se desinfecten por completo entre cada trayecto.
Ahora bien, el estudio de la Fundación también revela que los padres también tienen tareas pendientes. Y es que únicamente el 9% de ellos comprueba personalmente que se cumplen las medidas de seguridad en el transporte escolar y el 63% dice desconocerlas completamente y que es… “algo que tienen que vigilar otros”.
Por último, los padres estarían a favor de establecer nuevas medidas en el sector para aumentar la seguridad de sus hijos. La más solicitada, que piden el 83% de los padres encuestados, es que se implante la llamada ‘tasa 0’; esto es, que los conductores de transporte escolar tengan prohibido el consumo de alcohol. Pero un 79% también solicita que se haga obligatoria la presencia de sillitas infantiles o sistemas SRI en los autobuses; y el 63%, que se retire de por vida la licencia a aquellas empresas que incumplan las normas del sector.
Escrito por Enrique Espinós
Fuente: https://www.autofacil.es