El pasado día 6 de octubre, el Consejo de Ministros aprobó ‘La Hoja de Ruta del Hidrógeno’: una apuesta por el hidrógeno renovable, cuyo objetivo radica en impulsar el despliegue de este elemento, que se considera clave para la construcción de un futuro sostenible y alcanzar la neutralidad climática con un sistema eléctrico 100% renovable no más tarde de 2050. Esa hoja de ruta incluye objetivos nacionales de implantación del hidrógeno renovable a 2030, incluyendo cuatro gigavatios (GW) de potencia instalada de electrolizadores, dentro de una política europea de gran alcance. Nos lo cuenta Miguel Ángel Noceda en elpais.com.
Este desarrollo permitirá, a juicio de los expertos, la creación de cadenas de valor industrial innovadoras en una economía verde de alto valor añadido y la generación de empleo sostenible. Asimismo, permite aventurar que gracias a la infraestructura existente y la posición geoestratégica, España tenga todo el potencial para convertirse en exportador en el futuro, a través de la red de gasoductos o en barco.
Un informe temático elaborado por Bank of America, que analiza el potencial que supone este mercado para los sectores energético, industrial, de infraestructuras o de tecnología H2, resalta que abre un mercado que generará 2,2 billones de euros de ingresos directos y 10 billones derivados de posibles infraestructuras para 2050. Parte de la ventaja de que el hidrógeno está en todas partes. “Es el primer elemento y el más ligero y abundante del universo, y podría satisfacer las necesidades energéticas, actuando como combustible para los automóviles, calentando los hogares y ayudando a combatir el cambio climático”.
La tecnología del hidrógeno, no obstante, aún no ha alcanzado su punto de inflexión en el uso convencional. Según el estudio, esto está a punto de cambiar por tres razones: la caída del coste de las energías renovables y los electrolizadores utilizados para producir hidrógeno verde (un 50% en los últimos cinco años y se estima que entre un 60% y un 90% más antes del final de la década); las mejoras tecnológicas, las mejores eficiencias y la flexibilidad en las pilas de combustible y los electrolizadores, y un enfoque global en la descarbonización y la sostenibilidad, ampliando los mercados finales.
Con estos avances, se presenta como la mejor aportación para complementar la electricidad renovable, que no puede ofrecer la solución integral a la descarbonización: el 80% de la energía actual proviene de combustibles fósiles en lugar de fuentes renovables. Por eso, el hidrógeno verde podría ser clave en la lucha contra el calentamiento global, y podría llegar a suponer el 20% del consumo energético mundial, según las estimaciones de Repsol. Según Bank of America aportaría el 24% de las necesidades energéticas en 2050, ayudando a reducir las emisiones hasta en un 30%.
En todo caso, el hidrógeno aún no es una industria limpia: el 99% que se fabrica hoy en día utiliza combustibles fósiles, lo que representa más emisiones que toda la industria aeronáutica, destaca el informe. Por eso, necesita desarrollar el hidrógeno verde frente al denominado gris o azul, que contaminan. Los costes deben caer hasta un 85% para que el hidrógeno verde compita con el hidrógeno derivado de combustibles fósiles.
El hidrógeno tendrá el mayor impacto en los sectores en los que la descarbonización con electricidad procedente de energías renovables no sea posible. Los proveedores de tecnología H2 serán beneficiarios, junto con las empresas de energías renovables, ya que la capacidad renovable necesaria para la producción ecológica de hidrógeno podría multiplicarse por 10, como poco, en los próximos 30 años.
Fuente: http://www.asepa.es/
Antonio Mozas
Director de ASEPA (Asociación Española de Profesionales de Automoción)