Estas son las primeras dudas que te asaltarán si te planteas comprar un coche propulsado por gas natural comprimido (GNC) o gas licuado del petróleo (GLP).
El gas natural y el gas licuado de petróleo son dos combustibles considerados por la Unión Europea como alternativos, y eso permite a los vehículos propulsados por cualquiera de ellos dispongan de la etiqueta ecológica ECO. Además, técnicamente, y según la legislación vigente, los coches que los emplean también tienen la consideración de híbridos. Así funcionan, y estas son sus ventajas e inconvenientes:
¿Qué es el GNC?
Es gas natural comprimido. En concreto, un compuesto llamado metano similar al ‘gas ciudad’ con el que se alimentan las cocinas de las casas. Al igual que el petróleo, es un hidrocarburo que se extrae de pozos, aunque existen muchas más reservas disponibles y está mejor distribuido globalmente, por lo que se le considera una fuente de energía más ‘fiable’ -el suministro no está sujeto a un oligopolio y el precio, que no depende de tensiones políticas en la zona de Oriente Medio, fluctúa poco-.
Es un gas liviano que no puede licuarse por compresión sin enfriarlo antes a -161ºC; por este motivo, en los coches, se almacena comprimido a una presión de unos 300 bares… lo cual permite cargar entre 15 y 20 kilos, repartidos entre dos o tres bombonas cilíndricas situadas bajo el maletero y las plazas traseras. Esta cantidad es suficiente para cubrir entre 300 y 400 km.
¿Qué es el GLP?
Es una mezcla de butano y propano, dos gases más densos que el metano, y que sí se pueden licuar fácilmente por compresión. En los coches, se almacena en depósitos cilíndricos como el de la foto, de entre 15 y 30 kilos de capacidad, que normalmente se ubican en el hueco de la rueda de repuesto. Con un consumo de 8 L/100 km -equivalente a 4,5 kg/100 km-, la autonomía en GLP oscila entre los 350 y los 500 kilómetros.
¿Contaminan menos?
Sí€ aunque no suponen una reducción drástica de emisiones. Al ser gases, durante la combustión de ambos combustibles apenas se producen partículas. También generan niveles de óxidos de nitrógeno inferiores a la gasolina y muy por debajo de los diésel, de manera que se consideran más limpios de cara a su uso en ciudad. Además, debido a su composición, generan menos dióxido de carbono durante la combustión, de manera que emiten menos CO2 por kilómetro que un motor de gasolina y, en el caso del gas natural, incluso menos de un diésel€ aunque por un margen estrecho, de alrededor del 5%.
¿Gastan menos los coches a gas?
Con los precios actuales, los coches de gas natural ofrecen un ahorro del 50% respecto de sus homólogos de gasolina, y de entorno a un 30% si los comparamos con un diésel. En el caso del GLP, supone un ahorro de entorno al 30% comparado con la gasolina, y está a la par del diésel. En cualquier caso, a la hora de compararlos con el coste del diésel, hay que considerar siempre que son motores mucho menos complejos -carecen de bomba e inyectores de alta presión y sistemas como el filtro de partículas o el catalizador de AdBlue-, y que resultan más fiables y baratos de reparar.
¿De verdad son ‘híbridos’?
Legalmente… sí. Al escuchar la expresión ‘híbrido’, todos pensamos en un coche con un motor de combustión y otro eléctrico. Sin embargo, el Reglamento General de Vehículos establece muchas categorías de vehículos: Híbridos, Híbridos Eléctricos, de Pila de Combustible, Híbridos de Pila de Combustible, Eléctricos, Eléctricos de Autonomía Extendida, Híbridos Eléctricos Enchufables y de Combustión de Hidrógeno.
Los coches de GNC y GLP entran dentro de la primera categoría, que se define como aquellos vehículos que incorporan dos depósitos para dos combustibles diferentes y una unidad de propulsión que contiene al menos dos categorías diferentes de convertidores de energía de propulsión. De manera que técnicamente, de cara al Ministerio de Industria, la DGT, y cualquier disputa sobre la legitimidad de la publicidad que hacen sus fabricantes, estos coches sí que son híbridos.
¿También llevan depósito de gasolina?
Sí, todos cuentan con un depósito de gasolina. Por dos razones. La primera y fundamental es la escasez de estaciones de servicio. La segunda es que el arranque de los motores de GLP se realiza mejor utilizando gasolina –esto también ocurre, en menor medida, con los motores de GNC, que recurren a ella por debajo de 0ºC–. A medida que mejora la red de repostaje, los fabricantes están reduciendo el volumen de los depósitos de gasolina, sobre todo en los coches de Gas Natural Comprimido, en los que los tanques ocupan muchísimo espacio. La tendencia actual en estos vehículos es la de montar depósitos del entorno a 25 litros.
¿Qué tal es la red de repostaje?
En el caso del GNC, la red de repostaje está muy poco desarrollada: apenas hay 60 ‘gasineras’ de Gas Natural Comprimido, aunque está previsto que a principios de 2019 esta cifra haya aumentado hasta las 95. La red de estaciones con GLP es muchísimo más densa, con 607 operativas actualmente.
¿Qué etiqueta llevan?
Todos cuentan con el distintivo ambiental ECO de la DGT, tanto por utilizar un combustible alternativo -cuyo empleo quiere potenciar la Unión Europea para reducir la dependencia del petróleo- como por pertenecer, técnica y legalmente, a una categoría de vehículos híbridos.
¿Cómo se reposta?
De manera parecida a la gasolina o el gasóleo… aunque con la salvedad de que, al tratarse de gases, es necesario asegurar la boquilla de llenado accionando una palanca -para que la conexión sea estanca- y, al desconectarla, suele liberarse algo de gas… aunque sin consecuencias. Otra diferencia es que las cantidades se miden en kilos en lugar de litros.
Escrito por Álvaro Sauras