5G. Grábate a fuego esas siglas porque, a partir de 2021, no se va a hablar de otra cosa. Y la denominada ‘Revolución Móvil’ no se va a limitar a los teléfonos: va a tener consecuencias de la talla de la Revolución Industrial y, por supuesto, va a cambiar para siempre el autómovil.
Actualmente, las telecomunicaciones en el automóvil se encuentran en la Edad Media. Esa afirmación no es del todo cierta si tenemos en cuenta que, a día de hoy, ya hay más de 100 millones de vehículos en circulación dotados de una conexión a la red que se utiliza para cosas tan dispares como recibir datos de navegación en tiempo real, actualizar cartografías o enviar llamadas de socorro de manera automática mediante eCall cuando ocurre un accidente.
En los casos más ambiciosos, como es el de los fabricantes alemanes y sus sistema de cartografía Here, los coches ya están enviando datos anónimos con información sobre posición y velocidad, reconocimiento de señales de tráfico o fenómenos meteorológicos para actualizar sus cartografías y avisar a otros conductores de incidencias en la ruta. Sin embargo, comparado con lo que se avecina, todo eso es el medievo.
Todas las generaciones de telefonía móvil han supuesto una mejora sensible respecto de lo anterior€ pero nunca se había dado un salto tan cualitativo como el que va a representar el 5G, una tecnología más barata que sus predecesores y con prestaciones tan abrumadoras que va a volver obsoletas incluso a nuestras flamantes redes de fibra óptica domésticas.
En la telefonía móvil, el 5G se va a traducir en una mejora paulatina e incremental de lo que ya conocemos. Va a representar un cambio grande€ pero no radical. En el caso del automóvil, en cambio, va a marcar un antes y un después. El 5G va a permitir disponer de coches dotados de una conexión a Internet que, en lugar de resultar lenta, intermitente y costosa –es decir, útil solamente para ofrecer puntualmente aplicaciones con poco valor añadido–, va a ser permanente, fiable, ultra rápida y barata, de manera que se va a convertir en una característica fundamental del coche.
Ya sabes cómo ha evolucionado esto en la telefonía móvil: un día te cobraban 50 céntimos por enviar una brujería llamada Mensaje Multimedia Corto que incluía una fotografía borrosa de 30 kb y, al día siguiente, te despertaste viendo vídeos a 4K en YouTube.
En el automóvil, esta revolución va a tener dos facetas, ambas amparadas bajo el paraguas del retorcido acrónimo C-V2X o Vehicle-to-Everything Communications.
Por un lado, está el cambio que va a provocar V2N o Vehicle-to-Network. Como decíamos, básicamente se trata de contar con una conexión a Internet más rápida y fiable. Disponer de un gran ancho de banda va a permitir disfrutar de la misma clase de aplicaciones multimedia que brinda actualmente un móvil, de manera que cada uno viaje viendo su propia película. Y, por otro lado, la mejora de la latencia –del tiempo que tarda un mensaje en ir al servidor y regresar– va a permitir desarrollar aplicaciones en tiempo real de ciencia ficción, como por ejemplo conducir a distancia un coche desde un centro de control o nuestro propio móvil.
De hecho, la latencia de 5G va a ser tan baja que, para aprovecharla bien, va a haber que mover ciertos servicios del Cloud o Nube a una nueva estrategia de computación denominada ‘de borde’ o Edge, en la que los datos se procesan en un centro relativamente próximo al usuario. El motivo es que, aunque suene surrealista, nos vamos a empezar a acercar al límite que impone la velocidad de la luz: para garantizar una latencia de un milisegundo, el alcance de la señal está limitado a unos 150 kilómetros por la combinación de radio y fibra óptica. Parece ciencia ficción, pero vamos a tenerlo aquí en unos 30 meses.
La segunda faceta va a ser la comunicación directa entre los usuarios, prescindiendo de la infraestructura de la red. Este tipo de comunicación ‘comunal’ y totalmente altruista también va a representar una novedad absoluta en el mundo de las comunicaciones€ y se espera que aporte ventajas notables en términos de seguridad y eficiencia.
Por ejemplo, la 5G Automotive Alliance estima que la generalización de los servicios C-ITS, y en concreto el uso de las funciones de ‘Protección a Usuarios Vulnerables’, ‘See-through’, ‘Cambio cooperativo de carril’ y ‘Asistente para intersecciones’ podrían evitar 29.000 muertes y 275.000 heridos graves sólo en la Unión Europea de aquí a 2040.
De manera que, en un par de años, los coches van a ser mucho más que eso que dicen de “una tablet con ruedas”. El automóvil, por fin, va a recuperar todo el terreno perdido en materia de telecomunicaciones. Y con creces.
Así se comparte la red mediante Network Slicing
Uno de los problemas que resuelve el 5G es el reparto de los recursos. En 4G, los distintos dispositivos compiten por acceder al medio en igualdad de condiciones. Cuando el medio se satura –porque hay muchos dispositivos transmitiendo al tiempo o no se dispone de suficiente densidad de antenas–, las conexiones comienzan a fallar de forma bastante aleatoria.
Hasta ahora, la solución al problema consistía en aumentar la capacidad de la red. Sin embargo, eso no es eficiente ni técnica ni económicamente. Network Slicing es una función de 5G que resuelve este problema permitiendo reservar recursos de la red para aplicaciones específicas. De esta forma, te puedes asegurar de que, por ejemplo, un partido de fútbol o los mensajes de WhatsApp de Año Nuevo no interfieran con aplicaciones críticas como, por ejemplo, el funcionamiento de vehículos autónomos.
Escrito por Álvaro Sauras