Todos hemos soñado alguna vez con conducir un coche autónomo. O mejor dicho, que él conduzca por nosotros llevándonos a donde le digamos. Es algo que ya es posible pero que todavía tiene mucho camino por recorrer. Y, por desgracia, queda mucho para que sea la norma general. Sin embargo, la idea de coche autónomo y su puesta en práctica es más vieja de lo que pueda parecer. En concreto, de principios del siglo XX. Así nos lo cuenta José María López en Hipertextual.com.
“Kit, te necesito”. Quienes peináis canas recordaréis esta frase. La decía un joven David Hasselhof a su reloj de pulsera, un Apple Watch de los años 90, para llamar a su coche, Kit. Se trataba de un vehículo autónomo en toda regla, que hablaba y hacía cosas por su cuenta, como lanzar misiles o contar chistes. Tuvo un remake en 2008, que no tuvo tanto éxito, y parece ser que habrá otro en breve.
Disney también nos brindó la ocasión de ver un coche autónomo en la gran pantalla. Se llamaba Herbie, era un Volkswagen escarabajo y protagonizó varias películas entre 1968 y 2005. Si tenéis curiosidad, las encontraréis en el catálogo de Disney+. No han envejecido muy bien.
En Jurassic Park (1993) también encontramos vehículos autónomos, aunque van sobre raíles. Y si has visto la película, sabrás que no funcionan del todo bien. Y para citar otro título de ficción con vehículo autónomo de por medio, en la futurista Minority Report de 2002 la gente viajaba en coche autónomo a todas partes. Qué placer leer una revista o jugar con tu iPhone mientras vas al trabajo o vuelves a casa. Y qué decir de Total Recall, la original de 1990 con Arnold Schwarzenegger y rodada en Ciudad de México. Los taxis eran conducidos por simpáticos robots.
Todo esto viene a cuento de que el vehículo autónomo ha sido siempre más un deseo que una realidad. Algo propio de la ficción, de novelas o películas. Es más, incluso hoy en día, aunque hay muchos avances y existen modelos que prácticamente podemos considerar un vehículo autónomo. Con todo, el coche autónomo sigue siendo una anomalía, y la imagen de carreteras con vehículos autónomos es algo que parece del futuro más que del presente.
Pero todo tiene un principio, un origen. Y si escarbamos en la historia de la conducción y de los automóviles, nos encontramos con que el concepto de vehículo autónomo es más antiguo de lo que podríamos pensar. No hablo de teoría, hablo de modelos reales y tangibles. Repasamos varios ejemplos de vehículos autónomos mucho antes de que llegasen Tesla o Google.
El Chandler de Houdina
Francis Houdina era ingeniero eléctrico en la Nueva York en blanco y negro de 1925. Su nombre es importante porque, en principio, fue el primero en poner en práctica el concepto de vehículo autónomo. Si bien hay que leer la letra pequeña, y es que este automóvil era controlado a distancia.
Para tal fin creó su propia empresa, la Houdina Radio Control. Su primer prototipo fue enseñado al público en Manhattan, recorriendo aproximadamente unos 19 kilómetros entre Broadway y la Quinta Avenida. El vehículo podría haber seguido circulando si no fuera porque, según las crónicas de la época, chocó contra otro automóvil. Con todo, el vehículo de Houdinna, llamado Chandler, se construyó entre 1926 y 1930.
El control remoto, que empleaba radiofrecuencia, podía encender el vehículo, o mejor dicho su motor, ponerlo en marcha, circular esquivando a otros vehículos y hacer sonar el claxon.
Todos hemos soñado alguna vez con conducir un coche autónomo. O mejor dicho, que él conduzca por nosotros llevándonos a donde le digamos. Es algo que ya es posible pero que todavía tiene mucho camino por recorrer. Y, por desgracia, queda mucho para que sea la norma general. Sin embargo, la idea de coche autónomo y su puesta en práctica es más vieja de lo que pueda parecer. En concreto, de principios del siglo XX. Así nos lo cuenta José María López en Hipertextual.com.
“Kit, te necesito”. Quienes peináis canas recordaréis esta frase. La decía un joven David Hasselhof a su reloj de pulsera, un Apple Watch de los años 90, para llamar a su coche, Kit. Se trataba de un vehículo autónomo en toda regla, que hablaba y hacía cosas por su cuenta, como lanzar misiles o contar chistes. Tuvo un remake en 2008, que no tuvo tanto éxito, y parece ser que habrá otro en breve.
Disney también nos brindó la ocasión de ver un coche autónomo en la gran pantalla. Se llamaba Herbie, era un Volkswagen escarabajo y protagonizó varias películas entre 1968 y 2005. Si tenéis curiosidad, las encontraréis en el catálogo de Disney+. No han envejecido muy bien.
En Jurassic Park (1993) también encontramos vehículos autónomos, aunque van sobre raíles. Y si has visto la película, sabrás que no funcionan del todo bien. Y para citar otro título de ficción con vehículo autónomo de por medio, en la futurista Minority Report de 2002 la gente viajaba en coche autónomo a todas partes. Qué placer leer una revista o jugar con tu iPhone mientras vas al trabajo o vuelves a casa. Y qué decir de Total Recall, la original de 1990 con Arnold Schwarzenegger y rodada en Ciudad de México. Los taxis eran conducidos por simpáticos robots.
Todo esto viene a cuento de que el vehículo autónomo ha sido siempre más un deseo que una realidad. Algo propio de la ficción, de novelas o películas. Es más, incluso hoy en día, aunque hay muchos avances y existen modelos que prácticamente podemos considerar un vehículo autónomo. Con todo, el coche autónomo sigue siendo una anomalía, y la imagen de carreteras con vehículos autónomos es algo que parece del futuro más que del presente.
Pero todo tiene un principio, un origen. Y si escarbamos en la historia de la conducción y de los automóviles, nos encontramos con que el concepto de vehículo autónomo es más antiguo de lo que podríamos pensar. No hablo de teoría, hablo de modelos reales y tangibles. Repasamos varios ejemplos de vehículos autónomos mucho antes de que llegasen Tesla o Google.
El Chandler de Houdina
Francis Houdina era ingeniero eléctrico en la Nueva York en blanco y negro de 1925. Su nombre es importante porque, en principio, fue el primero en poner en práctica el concepto de vehículo autónomo. Si bien hay que leer la letra pequeña, y es que este automóvil era controlado a distancia.
Para tal fin creó su propia empresa, la Houdina Radio Control. Su primer prototipo fue enseñado al público en Manhattan, recorriendo aproximadamente unos 19 kilómetros entre Broadway y la Quinta Avenida. El vehículo podría haber seguido circulando si no fuera porque, según las crónicas de la época, chocó contra otro automóvil. Con todo, el vehículo de Houdinna, llamado Chandler, se construyó entre 1926 y 1930.
El control remoto, que empleaba radiofrecuencia, podía encender el vehículo, o mejor dicho su motor, ponerlo en marcha, circular esquivando a otros vehículos y hacer sonar el claxon.
Fuente: http://www.asepa.es/
Antonio Mozas
Director de ASEPA (Asociación Española de Profesionales de Automoción)
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