El proceso de la recarga rápida de un coche eléctrico depende de algunas variables que hay que tener en cuenta a la hora de planificar como obtener el máximo beneficio de ella.
La carga rápida en corriente continua ha convertido en realidad la posibilidad de viajar en un vehículo eléctrico siempre y cuando se cuente con una infraestructura adecuada. Para obtener el máximo potencial de esta tecnología, es aconsejable seguir algunos consejos básicos que permitirán sacarle todo el provecho. Comenzar la carga con la batería caliente, con la menor capacidad de batería posible y conocer la curva de carga del vehículo son los factores más importantes a tener en cuenta.
Gracias al avance de la tecnología, las baterías han logrado alcanzar una autonomía suficiente para permitir cualquier desplazamiento, pero no serían muy útiles si no fuese por el importante avance de las redes de recarga de vehículos eléctricos, que se están expandiendo rápidamente (y también de forma muy desigual) por los distintos países del mundo.
Muchos de estos cargadores ofrecen hoy en día solamente potencias de 50 kW, la máxima que admitían hasta un año los coches eléctricos del mercado, que exigen 80 minutos para recuperar 400 kilómetros de autonomía. Sin embargo, la mayoría de los coches eléctricos de segunda generación, admitirán potencias de 100-125 kW, lo que reducirá a menos de la mitad el tiempo necesario para recuperar esa autonomía. Actualmente ya existe la tecnología para lograr cargadores con potencias de hasta 350 kW que proporcionarán a los vehículos eléctricos compatibles con ellos una autonomía de 350 kilómetros en 10 minutos.
Comenzar la carga con la batería caliente
Cuando la batería está caliente, los procesos químicos se aceleran, lo que significa que en este estado, al conectarla a un cargador, la electricidad fluirá más rápido y la recarga se acelerará. De hecho, recargar una batería muy fría puede llegar a causar daños en ella.
La velocidad de recarga se reduce automáticamente cuando la temperatura de la batería es demasiado baja, pero también cuando es excesivamente alta. Algunos coches eléctricos del mercado disponen de una función de precalentamiento de la batería. En el caso de Tesla, esta se pone automáticamente en marcha cuando en el navegador hay una ruta establecida y el coche se acerca a un Supercargador. En caso de no disponer de este sistema, es aconsejable acudir al punto de recarga rápida cuando se llevan conduciendo un par de horas, de manera que, con toda seguridad, la batería se encontrará a una temperatura elevada.
La temperatura de la batería, el porcentaje de carga y la curva de recarga, los parámetros básicos a tener en cuenta a la hora de realizar una recarga rápida.
Cargar cuando la batería está vacía: el vaso de agua lleno
Cargar una batería puede compararse con llenar un vaso de agua. Al principio, es posible llenarlo rápidamente, pero a medida que entra más líquido, el proceso se ralentiza, hasta que poner las últimas gotas se convierte en un proceso muy lento.
Cuando se arranca la recarga con el nivel de batería bajo, la potencia que ofrece el cargador es la máxima que puede dar durante un periodo de tiempo dado. A medida que la batería se llena, la potencia se reduce y la carga se ralentiza. Este efecto se refleja en la curva de carga del coche eléctrico.
La curva de carga de un coche eléctrico
Cada vehículo y cada batería disponen de un rango de carga ideal. Sin embargo, en la mayoría de los vehículos, al alcanzar un porcentaje de carga del 70 o el 80 por ciento, la potencia que admite se reduce significativamente. Al alcanzar un 80 % la reducción es tan importante que en muchas ocasiones el 20 % restante tarda tanto como el tramo ya recargado. Es por eso que muchos conductores prefieren recargar solo hasta el 80% en cada ocasión. Como consecuencia pararán más veces a recargar, pero el tiempo de recarga total será menor.
Los fabricantes no suelen entregar al propietario la curva de carga completa, sino algunos de sus puntos de inflexión más significativos. La mayoría de ellos indica el tiempo de recarga necesario para alcanzar el 80% de la capacidad. También indican la potencia máxima de recarga que puede absorber la batería: 50 kW, 100 kW, 150 kW. Pero eso no significa que el coche recargue a esa potencia durante todo el proceso. Más bien al contrario. El período en el que se mantiene la potencia punta es, por lo general, bastante reducido.
Curva de carga de un Tesla Model 3 en un cargador rápido CCS de Fastned.
Además, los gestores de carga cuentan con tarifas que tienen en cuenta parámetros diferentes: los kWh cargados, los minutos de recarga, o una combinación de ambos. Por lo tanto, es importante conocer cómo se va a comportar el vehículo durante el proceso para poder estimar el coste y el beneficio que supone permanecer más tiempo cargando (coste por kWh) o cargar más rápido (coste por minuto).
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Fuente: https://www.hibridosyelectricos.com
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