Desde sus inicios, la logística ha tenido una estrecha relación con la guerra. Desde el propio origen de la palabra logística, su influencia en el campo militar ha sido fundamental. Y es que la guerra, con sus movimientos de tropas y suministros a través de países y continentes, ha supuesto siempre un reto organizativo. ¿Qué pueden aprender las empresas actuales de los grandes genios militares y de los grandes imperios de la historia?
La guerra y la logística
Resulta difícil exagerar al hablar de los problemas que supone mantener provisto a un ejército. Por ejemplo, un ejército consular romano, compuesto por unos 20.000 miembros de infantería y 2.000 jinetes, podía consumir al día 40 toneladas de comida. Carecer de un plan para hacer frente a esta demanda parece el camino más rápido hacia la derrota.
Además, el asedio, una de las formas de guerra más habituales, consiste precisamente en anular la logística de una ciudad. Obligando a sus habitantes a rendirse ante la falta de alimentos, la presencia de enfermedades, etc.
Veamos algunos ejemplos logísticos en los grandes imperios de la historia.
El ejército asirio
El primer ejército permanente conocido fue el ejército asirio, entorno al año 700 antes de Cristo. Y, hace casi 3.000 años, ya pensaban en la logística a la hora de emprender sus batallas. Su equipamiento, compuesto por carros, armaduras y armas de hierro, requería un esfuerzo adicional, así como la necesidad de alimentar a sus medios de transporte (caballos, camellos, bueyes…). Estos animales consumían una gran cantidad de alimento, lo que dificultaba al ejército asirio poder permanecer en un lugar sin acceso a suministros.
Para solucionar estas carencias, su momento favorito para llegar a un nuevo lugar era inmediatamente después de la cosecha, para aprovecharse de los nuevos alimentos. Esto ya supone una planificación logística: análisis de la situación, de las necesidades, de los recursos disponibles en la actualidad y en el futuro y un calendario de acciones al respecto.
“Mis logísticos son un grupo sin sentido del humor… Saben que si mi campaña falla, ellos serán los primeros a los que mate”, Alejandro Magno
Alejandro Magno
La creación de uno de los grandes imperios de la humanidad -el Imperio Macedonio- hizo de su gran líder, Alejandro Magno, uno de los personajes más famosos de la historia. Además, su pericia en la logística le ha llevado a la protagonizar libros especializados en los que se analiza cómo logró hacer avanzar a su ejército cerca de 18.000 kilómetros a lo largo de ocho años.
Para lograr una tropa más móvil, Alejandro redujo el tamaño y la cantidad de lo que había que transportar. Hizo que sus tropas portaran una mayor parte de los suministros, reduciendo el número de animales necesarios, además de limitar la presencia de subordinados (aunque fue más laxo que su padre, Filipo, con la presencia de esposas). El menor número de carruajes redujo a su vez las necesidades de madera para repararlos.
Otra característica de la logística de Alejandro fue su uso del mar. Mientras que los caballos podrían trasportar unos 90 kilos de peso -a la par que consumían unos 10 kilos de comida al día- los barcos mercantes de la época podían transportar entorno a las 400 toneladas. Alejandro trazaba sus rutas de manera que sus barcos pudieran darles suministros de manera continuada.
Alejandro ya puso en práctica herramientas que hoy se consideran novedosas, como la reducción de desperdicios -sistemas lean- y el uso intensivo de lo que podríamos ver como una logística multimodal. También es famoso su estudio previo de los combates, el uso del terreno en su favor o la capacidad para hacer aliados en los terrenos conquistados, buscando beneficios comunes y alianzas estratégicas.
“Mis logísticos son un grupo sin sentido del humor… Saben que si mi campaña falla, ellos serán los primeros a los que mate”, llegó a decir Alejandro.
Gengis Kan y el Imperio Mongol
Si hablamos de grandes imperios, el Mongol no puede faltar, pues ha sido el más grande de la historia entre los formados por territorios contiguos. Durante los siglos XII y XIV, los mongoles extendieron sus dominios por Asia y Europa y su carácter nómada se vio reflejado en sus usos militares.
La mitológica fama de la caballería mongola está justificada, ya que a sus caballos debieron buena parte de su éxito. Para tener siempre monturas frescas, cada soldado contaba con varios caballos a su disposición. Además, como la mayoría de ellos eran yeguas, se alimentaban de su leche, además de su carne, reduciendo la necesidad de suministros y ganando en autosuficiencia. Sin embargo, encontrar agua para sus numerosas monturas era uno de sus grandes problemas logísticos.
Los caballos también les sirvieron para crear un avanzado sistema de postas, empleado para transmitir con rapidez mensajes escritos. Además, fueron pioneros a la hora de centralizar y crear servicios de inteligencia y de mando. Es decir, el Imperio Mongol supo reconocer la importancia de la información y de su velocidad, especialmente crítica en un territorio tan extenso. Una lección que la logística actual debe tener presente.
El Imperio Romano y Aníbal
Probablemente, la acción logística más sorprendente de la historia la protagonizó Aníbal en su lucha contra el Imperio Romano. El general cartaginés logró que 37 elefantes cruzaran los Pirineos y los Alpes, camino a Roma. Aunque no se sabe con certeza cuántos murieron en el intento, la audacia de Aníbal y su apuesta por soluciones que otros jamás habrían considerado siguen siendo un ejemplo para la logística de la actualidad. Así lo demostraron sus elefantes, que le ayudaron a atemorizar a sus rivales en el campo de batalla.
El rival de Aníbal, el Imperio Romano, también tiene su propio espacio en la historia de la logística. Pocas naciones han puesto tanto empeño en la creación de una red de carreteras que facilitara el transporte entre sus ciudades, ya fuera con fines civiles o militares. Que su capacidad para construir vías haya pasado a la historia junto a su capacidad organizativa no es casualidad.
La época de las cruzadas
La historia no nos enseña únicamente con sus aciertos, sino también con sus errores. Durante la Primera Cruzada los ejércitos cristianos, con sus diversos contingentes, sufrieron la desorganización de contar con varios líderes, sin un mandato único. Los roces internos fueron numerosos y su planificación logística y estratégica, mejorable. Durante el asedio a Antioquía, los cruzados sufrieron graves faltas de suministros y alimentos para sus tropas. Además, después de tomar la ciudad, ellos mismos pasaron a ser los sitiados.
En este caso, la lección reside en los problemas que pueden crear la falta de planificación, de una estrategia clara y definida y de un liderazgo organizativo.
Como podemos ver, la logística ha sido vital desde hace siglos, y su importancia no ha decaído en los últimos años. En todas las guerras, el componente logístico ha sido fundamental. El esfuerzo aliado durante la Segunda Guerra Mundial para vencer a los submarinos u-boot alemanes en el Atlántico y poder enviar provisiones desde EEUU al continente. O los planes nazis para obtener suministros en Ucrania, conectarlos con sus frentes y poder seguir su expansión hacia el este. A medida que la guerra ha ido modernizándose, las necesidades también se han hecho más complejas. Estrechando el tiempo para abastecer tropas a lo largo del mundo, ya fuera por tierra, mar o aire.
Y esto, de nuevo, es un reflejo fiel de lo que ha sucedido con la logística y las cadenas de suministro. La globalización ha aumentado el número de frentes y la inmediatez es un requisito imprescindible para poder estar cada vez en más lugares. Por eso la mayoría de enseñanzas de la historia siguen plenamente vigentes: planificación previa, optimización de los recursos disponibles, ser conscientes de que el nivel estratégico de la empresa ha de estar trazado en armonía con la logística, uso de las innovaciones tecnológicas de cada época y valor para el desarrollo de nuevas ideas.
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Fuente: https://www.transgesa.com
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