Desde 1828, cuando se fabricó el primer modelo con motor eléctrico, hasta la actualidad han pasado varios siglos, pero los fabricantes de automóviles siguen innovando en este tipo de vehículos. Un buen ejemplo son los cada vez más populares híbridos e híbridos enchufables.
Los constantes avances en el mundo del motor, y las cada vez más restrictivas normas anticontaminación, hacen que los fabricantes de vehículos se vean en la obligación de estar en continua evolución en la fabricación de coches híbridos y eléctricos.
Radiografía de un Toyota Prius, con motor híbrido ‘convencional’
Todos los fabricantes de vehículos están apostando fuertemente por la hibridación de sus modelos, ofreciendo diferentes tipos de sistemas híbridos y avanzando continuamente en los sistemas que incorporan.
La continua necesidad de preservar y cuidar el medio ambiente, hace que desde el año 1988 se estén elaborando normativas anticontaminación para minimizar, en la medida de lo posible, los efectos nocivos para la salud y el medio ambiente, producidos por la combustión de los motores diésel y gasolina de los automóviles.
Es en el año 1988 cuando nace la Normativa EURO, haciéndose más restrictiva en el año 1992, obligando a reducir las emisiones a través de medidas especificas como la incorporación de catalizadores, la eliminación del plomo en las gasolinas, la reducción de cilindradas y el aumento del número de marchas en las cajas de cambio; y cuya finalidad no es otra, que reducir el régimen del motor y así bajar el consumo y la contaminación.
Todos los fabricantes de vehículos están apostando fuertemente por la hibridación de sus vehículos, ofreciendo diferentes tipos de sistemas híbridos y avanzando continuamente en los sistemas que incorporan. Un vehículo híbrido está compuesto por dos motores, un motor de combustión interna que utiliza como combustible la gasolina -o el gasóleo- y de una cilindrada pequeña y un motor eléctrico que tiene la misión de proporcionar la fuerza y el par motor a las ruedas para que el vehículo se desplace.
El motor de combustión interna lleva un circuito de inyección de gasolina, alimentado por el combustible que almacena en el depósito, siendo su capacidad de unos 35 litros. El motor eléctrico se alimenta por las baterías que incorpora el vehículo para tal fin, recibiendo el nombre de “módulos”, y pudiendo llevar uno o dos según modelo y marca de vehículo.
En definitiva, en un vehículo híbrido se monta el motor de combustión interna de gasolina, un motor eléctrico y las baterías o módulos que aportan la energía necesaria para desplazarse. Además se trata de un sistema autónomo de propulsión, que gestiona de forma automática el funcionamiento y la coordinación de ambos motores, haciendo que el conductor solo tenga que preocuparse en conducir. No obstante, las diferentes marcas de fabricantes de vehículos han configurado diferentes modos de híbridos.
La compra de un vehículo híbrido conlleva una serie de ventajas con respecto a un vehículo diésel o gasolina convencional, siendo estas las siguientes:
- Reducción de emisiones contaminantes.
- Reducción de consumo de combustible.
- Mantenimiento más barato.
- Conducción suave y silenciosa en modo eléctrico.
- Garantía del motor eléctrico y de las baterías superior al resto de vehículos.
La evolución de un vehículo híbrido es el híbrido enchufable, PHEV (del inglés plug-in hybrid electric vehicle), el cual realiza la recarga de las baterías a través de un enchufe específico para tal fin, pudiendo recargarse en casa o en alguna estación que disponga de enchufe. Por lo general, cuentan con la etiqueta CERO de la DGT.
Las diferencias de un híbrido o híbrido enchufable con respecto a un vehículo convencional no son muchas, y la respuesta es instantánea desde el momento en el que se pisa el acelerador. Sin embargo, en el caso de un híbrido enchufable podemos elegir entre solo movernos con motor eléctrico, si las baterías o módulos disponen de electricidad suficiente, o si la carga de estas es baja podemos circular de forma híbrida.
Tanto el híbrido convencional como el híbrido enchufable son casi iguales. Ambos tienen un motor térmico y un motor eléctrico, pudiendo funcionar de manera independiente o combinada, en función de las condiciones y solicitaciones de potencia que el conductor desee.
Para que se produzca el funcionamiento combinado o convencional, el vehículo incorpora una gestión electrónica de una gran complejidad, haciendo que el conductor no perciba su funcionamiento y este pase desapercibido. La mayor diferencia entre un vehículo híbrido autorrecargable y un vehículo híbrido enchufable se encuentra en el tipo de baterías o módulos que incorporan, y en la toma de corriente que llevan para poderlo conectar para recargarlas.
Radiografía del chasis del Mercedes E 300 de EQ Power, con tecnología híbrida enchufable
Los vehículos Plug-in Hybrid Electric Vehicle (PHEV) tienen un motor eléctrico más potente al contar con una batería de mayor capacidad, permitiendo recorrer una mayor distancia en modo totalmente eléctrico, traduciéndose en una mayor autonomía.
Los coches híbridos enchufables incorporan una transmisión automática y carecen de pedal de embrague, adaptándose este tipo de caja de cambios al uso híbrido-eléctrico, permitiendo que las emisiones contaminantes sigan siendo bajas.
Tienen mayor autonomía porque suman la autonomía que proporciona el motor eléctrico y la del motor de combustión interna, pudiendo recorrer unos 1.000 kilómetros sin repostar y sin recargar las baterías, conectándolas a red eléctrica.
Otra de las ventajas que tiene un híbrido enchufable es la posibilidad de conectarse a la red para recargar las baterías. Cuando están totalmente cargadas, la gestión electrónica da prioridad al motor eléctrico, circulando sin emitir gases contaminantes a la atmósfera durante bastantes kilómetros. Además, si supera los 40 kilómetros de autonomía eléctrica en España, el vehículo recibe la etiqueta CERO emitida por la DGT (Dirección General de Tráfico).
Escrito por Juan Pedro Mateos
Fuente: https://www.autofacil.es
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