Hay poca gente que niegue que las cadenas de suministro son lugares complicados. Lo comprobamos en nuestro día a día todos los que nos dedicamos al mundo de la logística, y por eso es importante preguntarnos por esta complejidad logística. ¿A qué se debe? ¿Cuáles son sus fuentes? ¿Es malo que nuestra cadena de suministro sea compleja?
La complejidad en la logística
Para comenzar a tratar el tema lo primero es buscar una definición. La empresa de análisis de datos SimaFore realizó un estudio sobre la complejidad en la logística y la describió así: “La complejidad es la capacidad de un sistema para que sucedan sorpresas”. Para SimaForce, sus dos componentes principales son la incertidumbre (cuánto pueden varias los resultados de los procesos) y las estructuras (los complejos entramados que componen la cadena de suministro y que a menudo se dibujan como un mapa de procesos en el que se interrelacionan).
Este estudio señala cinco motivos por los que las cadenas de suministro son complicadas:
Cantidad
Casi cualquier apartado de la cadena de suministro viene en grandes números. El informe cita “el número de proveedores, las partes, los niveles de inventario disponibles, los puestos en la línea de ensamblaje, las órdenes recibidas, las órdenes completadas, los ratios de utilización de las máquinas, etc.”.
Variedad
Tanto en la naturaleza de los diferentes elementos -distintos tipos de proveedores tanto en localización, como en tamaño, tipología, etc, o la forma en la que entran los pedidos- como en la variedad de los procesos.
Interconexiones
Como toda cadena, la cadena de suministro implica que lo que pasa es un eslabón afecta al conjunto de la cadena. A veces puede ser muy sencillo detectar esa relación entre eventos, por ejemplo al darnos cuenta de que reducir el tiempo de transporte de un producto reduce el tiempo total de entrega desde que se recibe el pedido.
Sin embargo, a menudo las relaciones no resultan tan evidentes y es ahí donde comienzan los problemas. Además, puede que no nos enfrentemos a interrelaciones lineales, sino que sean ‘curvas’. Es, por ejemplo, el caso de los niveles de servicio (la disponibilidad de nuestros productos), donde resulta mucho más caro pasar de un nivel de servicio del 95% al 100% que hacerlo del 80% al 90%. A este fenómeno lo califican como la opacidad.
Dinamismo
Este dinamismo se asemeja a lo que fuera del mundo de la logística se conoce como efecto mariposa. Según esta teoría, pequeños cambios apenas perceptibles pueden acabar acarreando consecuencias enormes. En el mundo de la cadena de suministro, un ejemplo de este tipo es el efecto látigo.
El estudio de SimaFore incluye también una encuesta en la que se pregunta sobre la complejidad de la logística. A la pregunta “¿A qué te refieres cuando hablas de complejidad en la cadena de suministro?” la respuesta más votada fue la incertidumbre en las previsiones de demanda. Del mismo modo, las dos herramientas preferidas para combatir la complejidad fueron una previsión de la demanda precisa y una mejor comunicación.
La complejidad logística según la Universidad de Michigan
APICS -una asociación dedicada al estudio sobre logística y cadena de suministro- y la Universidad de Michigan también se han preguntado por el tema de la complejidad. Para ellos estos son los tres principales orígenes de esta característica:
Acomodación al cliente
A las empresas les encantaría poder tener un servicio o producto único que satisficiera a todos los clientes. Sin embargo, es en la personalización donde muchas veces se conquista a los clientes, ya sean empresas o particulares. Ser capaz de ajustarse a esos deseos no resulta sencillo y los costes pueden verse afectados: crece el número de referencias, las necesidades de inventario y de personalización, la complejidad para abastecerse de materiales, los canales de venta, etc.
La complejidad puede ser aquello «que se compone de diversos elementos» o algo «complicado, enmarañado y difícil».
Globalización
Las empresas necesitan productos para diferentes públicos, culturas y países una vez que saltan al mercado global. Además, la globalización no solo afecta a los clientes sino también a toda la cadena, lo que incluye proveedores, centros de distribución, almacenes, etc. Complicando una vez más los tiempos, las predicciones y la incertidumbre de la cadena de suministro.
Tendencias en la cadena de suministro y la presión interna
La evolución constante de la logística, cada vez más acelerada e influida por la tecnología, también añade dificultad para asumir de manera adecuada y eficiente todo ese torrente de novedades. Ya sea la gestión de la omnicanalidad o la introducción del uso del Big Data en la empresa, las nuevas tendencias son posibles puntos de conflicto.
De una manera parecida, a veces es la presión autoimpuesta desde dentro la que añade más capas de complejidad. Es un fenómeno que a veces llega desde los puestos directivos de la organización, que deciden incorporar nuevos elementos -ya sean tecnológicos o de otro tipo- a la organización.
¿Es mala la complejidad?
La primera acepción de la RAE nos dice que complejo es algo “que se compone de elementos diversos”, lo que en principio no parece tener por qué ser negativo. Sin embargo, la segunda acepción equipara lo complejo a lo “complicado, enmarañado, difícil”. Por extraño que parezca, la RAE puede ser el mejor termómetro para medir cuándo estamos haciendo una gestión adecuada de la complejidad de nuestra cadena de suministro.
No hace falta ser una gran multinacional para que nuestra logística alcance unos niveles de complejidad apreciables. Portafolios de productos cada vez más extensos en los que tan solo algunas referencias acumulan la mayoría de ventas, destinatarios que quieren sus productos en formas, tiempos y lugares muy diversos (desde el particular que quiere una unidad a la gran distribución que solicita un tráiler), necesidad de conocer la trazabilidad completa de nuestros envíos y/o de las materias primas que necesitamos… Y así un etcétera casi infinito a través de muchos departamentos, organizaciones y trabajadores.
Por tanto, la cuestión no es si tu logística es compleja, sino si es más compleja de lo que debería o si es eficiente pese a su complejidad. Siguiendo las indicaciones de la RAE, ¿tu logística simplemente tiene muchos elementos o es complicada, enmarañada y difícil?
En el próximo artículo del blog veremos cómo aprender a distinguir en cuál de estos dos posibles casos nos encontramos y qué podemos hacer para que nuestra complejidad sea saludable.
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