Una verdadera “prueba de fuego” ha sido para las instituciones y empresas de todo el mundo mantener la operatividad en el actual contexto pandémico. Y sí, aquellas entidades que logren un buen desempeño durante esta emergencia serán aquellas que logren mantenerse vigentes, un desafío en el cual la Transformación Digital ha marcado el pulso.
Empresas, empleados y consumidores saben que pueden trabajar, estudiar y vender en el plano virtual, pero ¿estamos preparados para producir, aprender y ser rentables? El Covid -19 nos ha venido a sacar de un profundo letargo para entender que el desafío de ser digital es ineludible.
Si bien la crisis sanitaria del Covid-19 ha traído consigo profundos y nefastos efectos sociales y económicos a nivel mundial, no es menos cierto que toda crisis trae consigo la oportunidad de mejorar, de superar los obstáculos impuestos a partir de la innovación, de la estrategia, de la tecnología. En palabras del más célebre nobel de nuestra era, Albert Einstein, “es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno”.
Ya sea a punta de pruebas y error, la actual crisis ha obligado a todos los actores de la sociedad, desde aquellos que ostentan el poder gubernamental hasta el ciudadano de a pie, a interactuar bajo “nuevas reglas” que –por sobre todo- buscan minimizar el contacto directo entre personas (distanciamiento físico) a fin de evitar la propagación del coronavirus. ¿Cómo mantener en movimiento las estructuras de servicio y abastecimiento básicas en sus territorios? ¿Cómo evitar el colapso económico, tras la virtual paralización del comercio y del consumo masivo? ¿Cómo mantener niveles de empleo saludables, si todos los sectores e industrias se ven afectados por la nueva realidad instalada? ¿Cómo producir, tramitar, estudiar, sociabilizar, si el llamado a “quedarnos en casa” ha sido el mensaje más reproducido a nivel mundial, en todos los países, en todos los idiomas, en todos los foros?
Tempranamente, muchos entendieron que la tecnología tendría un rol esencial para hacer frente a las interrogantes expuestas en las líneas precedentes. En plena era digital, la digitalización como estrategia y las herramientas tecnológicas como “brazo armado” serían protagonistas. Casi de inmediato, aquellos que venían implementando esta lógica en sus organizaciones, este cambio cultural, entendieron que su estrategia había sido la correcta, que la inversión realizada sería redituable en lo inmediato o en el corto plazo. En palabras del más eximio inventor de todos los tiempos, Thomas Edison, “Todo llega a quien se apresura mientras espera”.
LA TRANSFORMACIÓN DIGITAL Y LA CRISIS
En torno a la Digitalización como estrategia, un concepto que se toma la palestra es el de Transformación Digital, que implica la integración de las nuevas tecnologías en todas las áreas de un sector, organización o empresa para cambiar su forma de funcionar con el objetivo es optimizar los procesos, mejorar su competitividad y ofrecer un nuevo valor añadido a sus usuarios o clientes. Parece simple, pero se trata de un cambio complejo, que requiere no sólo de inversión sino también de una planificación profunda y, por sobre todo, de un cambio cultural. Un reto en el cual todos y cada uno de los agentes de una entidad cumplen un rol significativo.
En Chile, el estado de transformación digital a nivel empresarial se ha venido midiendo con rigurosidad desde 2013, mediciones y resultados que anualmente son publicados en el denominado “Índice de Transformación Digital Empresarial” elaborado por la Cámara de Comercio de Santiago, y Corfo. Ahora bien, en vista del actual escenario y los retos operativos que este ha supuesto, durante la presentación de la versión 2020 de dicho estudio, a fines de abril pasado, George Level, Director del Centro Economía Digital de la CCS, manifestó que “el estado de transformación digital con que ingresaron las empresas chilenas a la crisis del COVID-19 es particularmente relevante, ya que estas tecnologías están jugando un rol fundamental en ayudar al sector productivo a adaptarse a la contingencia y absorber parte de sus costos”.
Según señala Lever, el actual contexto sanitario, social y económico “ha sido una verdadera prueba de fuego, y las empresas y sectores que presentaban mayores índices de transformación han podido responder con mayor rapidez y eficiencia para mantener sus flujos operacionales funcionando”.
Si nos adentramos en los resultados del estudio, cuyo objetivo es medir el nivel de madurez en la incorporación de prácticas de Transformación Digital en las empresas y pymes, tenemos que éste considera cinco dimensiones centrales que determinan e impulsan la Transformación Digital a nivel empresarial: Liderazgo hacia lo digital Visión y estrategia de digitalización; Formas de trabajo, personas y cultura digital; Digitalización de procesos y toma decisiones; y Tecnología, manejo de datos y herramientas digitales.
Tomando en cuenta el actual contexto nacional, la dimensión Formas de trabajo, personas y cultura es la que presenta el mayor nivel de evolución, lo cual indica que la cultura permite la transformación a un nivel de “Intermedio Digital”, siendo prioritario evolucionar a la par en el resto de las dimensiones. En este punto, Claudio Parraguez, socio de PMG sostuvo que “las empresas deben aprovechar al máximo esta especial situación de crisis para acelerar los procesos de transformación cultural y digital de sus organizaciones. Los resultados en la captura de valor se alinean perfectamente a los objetivos buscados por los gerentes en estos tiempos: reducir sus costos, cubrir eficientemente sus mercados y aumentar sus ventas”.
No obstante, si bien se ha logrado alcanzar un nivel digital “Intermedio” a nivel general, en el desglose el estudio muestra una brecha de madurez entre las grandes empresas y las Pymes, ya que un 68% de las grandes corporaciones presentan un nivel intermedio o superior de madurez, en comparación al 55% de Pymes. En este punto, más de dos tercios de las grandes empresas declaran como un logro relevante de la Transformación Digital la reducción de costos de los procesos, mientras que las Pymes indican que ésta les ha ayudado a conseguir nuevos clientes. En tanto, el estudio también establece que las grandes empresas presentan brechas positivas respecto a las Pymes en lo relacionado a la implementación de tecnologías, manejo de datos y herramientas digitales, así como también en el parámetro de la digitalización de procesos y toma de decisiones. (Ver Imagen 1).
DIGITALIZACIÓN DE LA SUPPLY CHAIN, EL ESLABÓN MÁS DÉBIL
Como se ha establecido, la Transformación Digital es una condición integral. Las empresas –cualquiera sea su rubro- pueden iniciar esta metamorfosis con la velocidad que prefieran, pero nunca perdiendo de vista que el “ser digital” es un estado real, no abstracto.
Si consideramos lo anterior, tenemos que los actores de la supply chain a nivel nacional aún se encuentran en estadios de digitalización rezagados, ya sea porque sus niveles de inversión y estrategias de digitalización son insuficientes o reactivas, o debido al propio esquema en el cual están inmersos. ¿Cómo avanzar hacia la Supply Chain Digital, si el ecosistema de comercio exterior público –por ejemplo- está rezagado en materia digital?
Al advenimiento de la pandemia a nivel nacional, a principios de febrero, los expertos y actores del sector logístico ya vislumbraban problemáticas inmediatas a resolver sobre todo en materia de tramitación documental para el comercio exterior. Las voces de alarma estaban en lo cierto al preguntarse ¿cómo se efectuarían cientos de trámites presenciales obligatorios para la importación y exportación de mercancías, si se imponía el teletrabajo y el distanciamiento físico como medida de contención sanitaria a nivel público y privado? ¿Se pondrían en marcha herramientas y protocolos para facilitar las operaciones de Comercio Exterior? ¿Las empresas del rubro serían capaces de adaptarse a las nuevas condiciones operativas?
Si bien es cierto que pocos pudieron prever el real impacto que la crisis sanitaria tendría en las cadenas de abastecimiento mundiales, lo cierto es que al poco andar el cuadro se amplió y las instituciones públicas –claves para el Comex- avisaron el golpe. En este punto, cabe destacar que desde 2005, la Organización Mundial de Aduanas, por ejemplo, ya venía trabajando fuertementemente en la modernización de sus canales operativos tanto de control como de ejercicio del tráfico internacional de mercaderías. Desde entonces se venía trabajando el concepto de “aduanas sin papeles”, cuyo propósito era pasar de un servicio aduanero burocrático y restrictivo, a uno de carácter “inteligente y digital”. El arribo del Covid-19 vino a apresurar el paso hacia la Transformación Digital de los procesos aduaneros en distintas países, incluido Chile. No obstante, el tránsito desde la tramitación presencial a la virtual, por ejemplo, no ha estado exenta de conflictos. Aún queda mucho por resolver.
A partir de lo expuesto, se subentiende que la digitalización de la supply chain debe entenderse bajo una mirada holística. Si algo nos ha enseñado esta crisis es que por más remota que parezca un conflicto, tarde o temprano nos afectará, con mayor o menor fuerza. En un mundo donde las cadenas de suministros están integradas, la Digitalización surge como la única ruta plausible para mantener la competitividad, anticipar eventos disruptivos, generar acciones de contención y adaptarse a los cambios.
Si consideramos que aún no se puede visualizar la real magnitud y los efectos que la pandemia tendrá en las economías y por consecuencia en las cadenas de suministro globales, las empresas deben actuar con agilidad en la búsqueda de alternativas, ante escenarios donde un eslabón puede transformarse en un cuello de botella o directamente bloquear el flujo operativo.
Es claro que en el mediano y largo plazo, los actores del comercio y la logística mundial deberán mejorar la visibilidad y la digitalización de sus cadenas, para ser capaces de conocer y evaluar permanentemente las limitaciones de capacidad de todos sus proveedores de primer, segundo o tercer nivel y actuar en consecuencia a partir de un plan estratégico, por ejemplo.
Es a partir de la Digitalización que las empresas serán capaces de poner en marcha ciclos de movilización, detección, análisis, configuración y operaciones en un escenario altamente riesgoso como el que hoy transitamos. A partir de la Transformación Digital, las empresas serán capaces de adaptar sus cadenas de suministro y responder a las demandas de consumo en los mercados en los cuales actúan, mejorar la capacidad de respuesta y la resiliencia de sus cadenas de suministro, y protegerse frente a posibles alteraciones futuras.
Hoy más que nunca, la digitalización es el camino obligado. Lo cierto es que la actual crisis del Covid-19 nos ha sacado del letargo y hoy entendemos que la Transformación Digital es mucho más que la simple implementación tecnológica, entendemos que queda mucho por recorrer y que no hay excusas. Es el momento de empezar a caminar en esa dirección.
Fuente: https://www.revistalogistec.com
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