Desde hace tiempo, muchos gobiernos de todo el mundo han delineado ambiciosos objetivos climáticos y tienen entre sus normativas -vigentes y futuras- estrictas reglamentaciones para reducir la huella ambiental y descarbonizar el sector del transporte, uno de los principales generadores de emisiones contaminantes en la atmósfera. Sin embargo, muchas de estas metas apuntan a lograr cero emisiones a través de tecnologías que se encuentran con un nivel de desarrollo incipiente, como es el caso de los vehículos eléctricos.

Si bien muchas marcas ya ofrecen este tipo de vehículos, ya sea con baterías, pilas de combustible o híbridos, su precio no está al alcance de toda la población ni su desarrollo de todos los segmentos automotrices. Por ejemplo, el transporte pesado por carretera requiere una amplia autonomía de viaje, así como una sólida red de estaciones de repostaje en sus rutas, que los eléctricos aun no ofrecen.

Actualmente, los gobiernos se enfrentan a la difícil tarea de controlar la emergencia sanitaria y, al mismo tiempo, introducir medidas de recuperación económica y social. Pero también deberán tener en cuenta el factor ecológico para pensar el futuro.

En este sentido, el gas natural como combustible para el transporte es una energía actualmente disponible y 100% desarrollada y comprobada, que se utiliza en todo tipo de vehículos (autos particulares, camionetas, autobuses y camiones pesados), así como también en el transporte marítimo y ferroviario. En forma de GNC o GNL, el combustible puede ser una pieza fundamental en las políticas gubernamentales para ayudar a limpiar el aire de las ciudades e impulsar una transición energética económica y eficiente.

Según NGV Journal, gracias a sus beneficios ambientales (30% menos de CO2, 75% menos de NOx, y emisiones de partículas y de SO2 casi nulas), el gas natural en la movilidad permitirá reconstruir a corto plazo economías más sostenibles, cumpliendo siempre con los objetivos a medio y largo plazo del Acuerdo de París. A su vez, el costo del gas suele ser la mitad que el de la gasolina o el diésel, por lo que también servirá para recuperar la economía de cualquier bolsillo.

Por otro lado, cuando se usa gas natural de origen renovable -biometano- se puede lograr la neutralidad en emisiones de CO2. Este combustible tiene un balance cero de CO2 debido a que evita las emisiones producidas en la fermentación de los residuos y mantiene los mismos beneficios que el gas natural para la calidad del aire. Además, el gas renovable es totalmente intercambiable por el gas natural, lo que le permite distribuirse empleando las redes actuales, sea para uso vehicular, industrial, comercial o en el hogar.

Todos estamos siendo testigos de cómo la pandemia y la restricción de cientos de actividades en todo el mundo, incluida la propia circulación del hombre en los centros urbanos, han sido beneficiosas para el medio ambiente debido a los bajos niveles de contaminación. Cielo azul y limpio como no se recordaba desde hace años, peces y aguas cristalinas en Venecia, animales salvajes en calles desiertas, son algunos casos.

Las imágenes tomadas a más de 800 kilómetros de la superficie terrestre por el satélite de la Agencia Espacial Europea (ESA) Sentinel 5, durante los últimos días muestran un drástico descenso de la contaminación en buena parte de Europa.

Las imágenes del satélite muestran la concentración de dióxido de nitrógeno en Europa del 14 al 25 de marzo comparada con la media de marzo del año anterior. La caída, simplemente a nivel visual, es espectacular en Madrid, Barcelona, Sevilla o Valencia. Lo mismo sucede en París o Lyon, en Francia, y en Roma, Milán y Nápoles, en Italia.