Casi dos meses después de que la mayoría de los europeos entrara en confinamiento y la economía se detuviera, la vida está volviendo lentamente a la normalidad. Nuestro corazón está con todos aquellos que han perdido a sus seres queridos. Pero junto a la crisis sanitaria, otra sombra planea sobre nuestras vidas: la recesión económica.
Para muchos, los tiempos difíciles continuarán.
Muchos gobiernos y la UE están poniendo en marcha apresuradamente importantes paquetes de medidas de estimulación para relanzar la economía y recuperar los puestos de trabajo. Pero no debemos volver a la ya conocida economía basada en los combustibles fósiles que ha llevado al clima y la naturaleza de nuestro planeta al borde del colapso. Las ONG, muchas empresas y la mayoría de los ministros de medioambiente de la UE han pedido que la recuperación sea verde.
¿Qué significa esto?
Tomemos como ejemplo los coches. Gobiernos como el de Alemania ya están reflexionando sobre el apoyo financiero, conocido como planes de incentivos para el cambio de vehículo, para garantizar que la industria del automóvil pueda vender coches de nuevo. Pero cualquiera que haya realizado un seguimiento de medidas similares tras la crisis financiera de 2009 diría que son una forma de desperdiciar el dinero de los contribuyentes. Las personas con bajos ingresos o que acaban de perder su trabajo no salen a comprar coches nuevos, ni siquiera aunque tengan descuento. En cambio, aquellos que hubieran comprado un coche nuevo de todos modos, simplemente adelantan su compra.
El confinamiento ha afectado desproporcionadamente a los pequeños negocios, tiendas, galerías de arte y restaurantes. En lugar de limosnas para pagar coches nuevos, una forma más justa y eficaz de reiniciar la economía sería apoyar a los sectores más afectados. Esto favorecerá el poder adquisitivo de los consumidores en general. De esta forma la población volverá a comprar bienes, incluyendo coches.
Entonces, ¿cómo deberían los gobiernos apoyar a la industria del automóvil?
El confinamiento ha mostrado a muchos cómo podrían ser nuestras ciudades (¡y nuestros cielos!) sin los gases tóxicos de los motores de combustión de los vehículos. Las ayudas económicas para la recuperación no deberían llegar acompañadas de la vuelta a la contaminación ni del autoritarismo de los combustibles fósiles, teniendo en cuenta que incluso los últimos coches Euro 6d todavía pueden ser muy contaminantes. Sería absurdo pagar a la gente para que compre coches que las ciudades van a querer prohibir circular poco después.
Es fundamental que aseguremos los puestos de trabajo de los trabajadores. Esto significa que los 5.000 millones de euros que el gobierno francés ha entregado a Renault no deberían usarse para pagar dividendos o recomprar acciones, sino para apoyar el empleo. También significa que sólo las tecnologías de propulsión a prueba de futuro deberían recibir apoyo con vistas a proteger esos puestos de trabajo en el futuro. El principio por el que regirse debería ser que ninguna ayuda estatal garantice la producción de más motores diésel o de gasolina.
El relanzamiento de la demanda también es crucial para la recuperación de la industria automovilística. Pero no se debería gastar ni un céntimo en apoyar la compra de motores que emitan CO2. Los fabricantes de automóviles deben cumplir con la normativa de 95 g de CO2 de la UE en 2020-21. Sería irresponsable que los gobiernos (o incluso la UE) promovieran planes que dificultaran el logro de esos objetivos jurídicamente vinculantes. Esto incluye el diésel, la gasolina y el gas natural; viejo y nuevo. No se trata sólo de los incentivos de compra por adelantado. También se trata de las exenciones fiscales ocultas, que incluyen un posible proyecto en Alemania para reducir las tasas impositivas de retribución en especie para los coches de combustión. ¡Ahora no es el momento de hacer un descuento a los nuevos SUV diésel!
El único apoyo público aceptable es acelerar la adopción de soluciones limpias de emisión cero. Esto implicaría:
- Incentivos para centrarse únicamente en los modelos de emisión cero; en particular, los vehículos eléctricos a batería, con un apoyo especial a los compradores de ingresos inferiores y a los vehículos eléctricos de segunda mano;
- Apoyar a las flotas privadas y públicas para que adquieran nuevos coches y furgonetas eléctricas;
- Impulsar el gasto en el transporte público y la movilidad compartida, por ejemplo en autobuses eléctricos;
- Destinar la inversión pública a la infraestructura de carga en edificios privados y públicos, centros de carga rápida para taxis, vehículos de transporte de pasajeros y furgonetas, y en toda la red de carreteras de la UE;
- En caso de ofrecer ayuda estatal directamente a los fabricantes de automóviles en situación difícil, esta debería ir acompañada de condiciones (no desarrollar nuevos motores de combustión) y apoyar la producción de automóviles eléctricos y las cadenas de suministro, como en el caso de las baterías.
¿Cómo ayudará esto a la industria automovilística?
Antes de que el COVID-19 detuviera la economía, el mercado de coches eléctricos en Europa estaba en auge. Esto ha sido posible gracias a las normativas sobre CO2 de la UE para los turismos, dado que el 95 % de los coches vendidos en 2020 tiene que estar por debajo de los 95 g de CO2/km. En Alemania y Francia las ventas de coches eléctricos en marzo alcanzaron cifras récord del 9.2% y casi el 12% respectivamente. Las ventas se han disparado también en algunos de los mayores mercados automovilísticos de Europa.
No debería sorprendernos el que una de las primeras fábricas de Volkswagen en reabrir se encuentre en Zwickau, donde se fabrica el icónico coche eléctrico de VW, el ID.3. En toda Europa los fabricantes de automóviles están invirtiendo decenas de miles de millones en la electromovilidad y las cadenas de suministro para vehículos eléctricos. En 2010-21 se producirán en Europa alrededor de 3,5 millones de coches eléctricos, además de una docena de gigafactorías de baterías en 2023. Justo cuando nos sacudió el COVID-19, los fabricantes de automóviles europeos estaban finalmente cerrando la brecha con China y Tesla (cuyas acciones se valoran más que las de VW, pero que fabrica un número bastante inferior de vehículos). Ahora no es el momento de dar un frenazo y volver a los motores de combustión. Ahora es el momento de redoblar nuestros esfuerzos de electrificación.
Cada coche eléctrico vendido crea una demanda de puntos de carga en nuestros hogares y lugares de trabajo, crea un argumento comercial para la cadena de suministro de baterías y ofrece un retorno a la enorme inversión en I+D que Europa ya ha hecho. Por lo tanto, apoyar una recuperación basada en la movilidad de emisión cero y la electrificación es también una política industrial inteligente.
El Pacto Verde como estrategia de crecimiento
Con la actividad todavía bloqueada y la enorme inversión pública que se está dedicando al relanzamiento de la economía, ahora es la oportunidad de dar forma a la recuperación y construir el sistema de movilidad que queremos como sociedad. Pero “verde” no debería ser únicamente una palabra vacía que las empresas y los políticos añaden a la tecnología que quieren. A medida que se anuncian los paquetes de ayuda estatal y de recuperación en toda Europa, la Comisión debe asegurarse de que sólo se permita el apoyo a la tecnología y la infraestructura de emisión cero.
Es hora de centrar nuestros esfuerzos económicos en el lugar que mencionan los discursos grandilocuentes. Apoyar a los coches que funcionan con motores de combustión hará que el modelo de negocio de la industria automovilística quede obsoleto. En 2009 gastamos miles de millones en coches nuevos que se prometían como limpios, sólo para tener que devolverlos a raíz del escándalo Dieselgate unos años más tarde. No cometamos el mismo error dos veces. Fuera con lo viejo, aquellos sucios motores, y demos la bienvenida a lo nuevo de la mano de la movilidad de emisión cero.
Este artículo de opinión fue publicado por primera vez por EurActiv.
Fuente: https://www.hibridosyelectricos.com
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