Para que un organismo complejo se mantenga sano y vivo, es necesario que la sangre llegue a cada uno de los órganos, tejidos y zonas del cuerpo, para entregarles el oxígeno retirando el dióxido de carbono permitiendo la mantención de un ciclo vital de oxigenación y energía.
Cualquier “arteria” tapada que impida que la sangre llegue a donde debe producirá graves problemas causando la muerte de esa zona del cuerpo. De acuerdo a esta analogía, es muy fácil imaginarse una ciudad como uno de esos organismos, dado que ambos requieren un “flujo vital” para mantenerse funcionando. Los procesos de distribución, reparto, reabastecimiento, reposición, logística inversa y entrega de última milla son el equivalente a la sangre fluyendo con normalidad, mientras que los vehículos involucrados (camiones, camionetas, furgones, bicicletas, y mensajeros) son el equivalente a los glóbulos rojos que transportan el oxígeno de ida y el dióxido de carbono de vuelta.
De igual forma que sucede en un organismo, cualquiera de esos procesos que se vea interrumpido va a causar traumas, daños y potencialmente la muerte de la zona afectada, ya sea porque no llegan los productos frescos o nuevos (el oxígeno) o porque no pueden ser retirados los vencidos o antiguos (el dióxido de carbono), obligando a los consumidores a prescindir de algunos de esos productos o a desplazarse a otras zonas de la ciudad en donde si puedan obtenerlos.
La serie de eventos observados durante los últimos meses en nuestro país han generado distintos traumas en estos procesos de abastecimiento de las personas, ya sea por la cantidad de locales destruidos, cerrados, con horario reducido y por los robos, asaltos, incendios o destrucción de los camiones de reparto, impidiendo el “flujo continuo” o normal de los productos.
Estas situaciones han afectado fuertemente al comercio, compuesto por empresas de todos los tamaños y, además a sus empleados, por no poder satisfacer la demanda de los consumidores. Por otro lado la dinámica vial de la ciudad ha sufrido alteraciones por el alto flujo de personas, que se ha desplazado más allá de lo necesario para poder obtener lo que no pudieron en la zona donde habitualmente se abastecen.
Adicionalmente, los hechos delictuales de los que hemos sido testigos, como saqueos y robos de camiones en las rutas de distribución de la carga, no solo han puesto en peligro al personal (como choferes y peonetas), sino que además se debe considerar el destino de las especies robadas que serán comercializadas en el mercado negro, generando pérdidas sustanciales a las empresas de todos tamaños de la cadena logística, ya sean fabricantes, distribuidores o comerciantes minoristas y teniendo especial cuidado en el caso de los alimentos refrigerados o congelados, que muy probablemente han interrumpido su cadena de frío en medio del conflicto, pudiendo generar problemas de salud a quienes los consuman más adelante.
Por estos motivos, tenemos la responsabilidad, como actores en la logística nacional, de apoyar a distribuidores y consumidores, contribuyendo con el desarrollo normal de los procesos logísticos, entregando herramientas que ayuden al resurgimiento de un comercio que ha sido fuertemente afectado por todo lo ocurrido.
Por lo anterior es que se han estado realizando acciones en el contexto de reactivación del comercio y en relación a ello, el último Black Friday del 29 de noviembre, fue una importantísima oportunidad de promoción de productos y servicios con ofertas realmente ventajosas. Naturalmente, como cualquier evento de comercio electrónico, la clave de su éxito y de mantener la confianza de los participantes en él, estuvo en que los productos lleguen correctamente y a tiempo a su destino final, pues con todo lo que ha pasado, por increíble que parezca, hasta fines del 2019 aún había entregas pendientes del último Cyber Monday del pasado 7 de octubre.
Esto supone un inmenso desafío, no sólo para el comercio sino para todos los involucrados: servicios de almacenamiento y de picking, personal despacho, transportistas, operadores logísticos, repartidores y por supuesto proveedores de tecnología, ya sea para asegurar la inviolabilidad de la carga y frustrar potenciales delitos o para mantener a todos los partícipes informados del estado de cada uno de los despachos, desde su preparación hasta la entrega conforme y a tiempo en el cliente final, así como para facilitar todos los procesos de logística inversa que se producen en estos eventos de compras masivas.
Cada uno de nosotros, que trabajamos y contribuimos en algún punto de la cadena logística somos parte del desafío de mantener a la ciudad viva, con un sistema circulatorio eficiente y vigoroso que, a pesar de que siempre podrá tener una que otra herida, es capaz de llevar oxígeno a cada una de sus partes de una manera segura y continua en beneficio de todos los que habitamos y compartimos la ciudad.
Por: Rodrigo Serrano, VP de Innovación y Desarrollo de Wisetrack Corp.
Fuente: https://www.revistalogistec.com/
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