Economía del hidrógeno: cómo preparar el camino hacia la descarbonización
El uso de hidrógeno limpio puede ayudar a abordar el objetivo de emisiones de gases de efecto invernadero para 2050, pero sólo si se establecen objetivos y políticas de emisiones netas cero.
La disminución del coste de la producción de hidrógeno a partir de energía eólica y energía solar ofrece una vía prometedora para reducir las emisiones en algunos de los sectores de la economía que más dependen de los combustibles fósiles, como el acero, el transporte pesado por carretera, el transporte marítimo o la producción de cemento.
Un nuevo estudio independiente de BloombergNEF llevado a cabo a nivel mundial, ‘Perspectivas de la Economía del Hidrógeno’, concluye que utilizar hidrógeno limpio en las próximas décadas podría reducir hasta un 34% las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero procedentes de los combustibles fósiles y la industria, y a un coste razonable. Sin embargo, esto sólo será posible si se establecen políticas para ayudar a expandir la tecnología y reducir dichos costes.
Las conclusiones del informe sugieren que el hidrógeno renovable podría producirse a un precio de entre 0,74 y 1,47 euros por kilo en la mayor parte del mundo antes de 2050. Esto equivale a un precio del combustible entre 5,5 y 11 euros/MMBtu, lo que lo hace competitivo con los precios actuales del gas natural en Brasil, China, India, Alemania y Escandinavia en términos de energía equivalentes. Si se incluye el precio del almacenamiento y la infraestructura de abastecimiento, el precio del hidrógeno renovable en China, India y Europa Occidental podría disminuir a alrededor de 1,8 euros por kilogramo (13,8 €/MMBtu) en 2030 y 0,92 euros/kg (7,4 dólares/MMBtu) en el año 2050.
Según Kobad Bhavnagri, jefe de descarbonización industrial de BNEF y autor principal del informe: «El hidrógeno tiene el potencial de convertirse en el combustible que impulse una economía limpia. En los años venideros, será posible producirlo a bajo costo utilizando energía eólica y solar, almacenarlo durante meses, y luego distribuirlo a demanda para alimentar todo, desde barcos hasta fábricas de acero».
El hidrógeno puede utilizarse como sustituto del carbón, el petróleo y el gas en una gran variedad de aplicaciones. Pero para que su uso tenga beneficios ambientales netos, debe producirse a partir de fuentes limpias, en lugar de procesos de combustibles fósiles, que es el método habitual en la actualidad.
El hidrógeno renovable puede producirse dividiendo el agua en hidrógeno y oxígeno, utilizando electricidad generada por energía eólica o solar barata. El coste de la tecnología de electrolizadores para hacer esto ha disminuido en un 40% en los últimos cinco años, y puede seguir bajando si se sigue expandiendo. El hidrógeno limpio también puede conseguirse usando combustibles fósiles si se captura y almacena el carbono, pero este método es más caro, según el informe.
Almacenar y distribuir el hidrógeno es un desafío. Para que el hidrógeno se convierta en algo tan común como lo es hoy en día el gas natural, se necesitaría un enorme programa de construcción y mejoras de infraestructura. Por ejemplo, para proporcionar el mismo nivel de seguridad energética que el gas natural, se necesitaría construir una infraestructura de almacenamiento 3 o 4 veces mayor con un coste de 586.000 millones de euros para el 2050. Sin embargo, existen opciones a gran escala y rentables que podrían utilizarse para suministrar hidrógeno limpio a clientes industriales.
El estudio concluye que un precio del 46 euros/tCO2 para el carbono sería suficiente para cambiar al hidrógeno limpio en la fabricación de acero para el 2050; 55 €/tCO2 para usar el hidrógeno en la producción de cemento; 72 €/tCO2 para fabricar productos químicos como el amoníaco; y 133 €/tCO2 para alimentar barcos con combustible limpio, si el precio del hidrógeno alcanza 1 dólar por kilo (0,92 €/kg). Los camiones pesados también podrían ser más baratos para funcionar con hidrógeno que con diésel en 2031, aunque las baterías siguen siendo una solución más barata para los coches, autobuses y camiones ligeros.
Para que el hidrógeno se pueda utilizar, la política es fundamental. «La industria del hidrógeno limpio es actualmente minúscula y los costes son altos. Hay un gran potencial para que esos costes disminuyan, pero necesita expandirse el uso del hidrógeno y crear una red de infraestructura de suministro. Esto requiere la coordinación de políticas a través del gobierno, marcos para la inversión privada y el despliegue de unos 150.000 millones de dólares de subsidios durante la próxima década». Según Bhavnagri, «puede sonar desalentador, pero no una tarea tan enorme: los gobiernos de todo el mundo gastan actualmente más del doble cada año en subsidios para el consumo de combustibles fósiles».
No obstante, en este momento las perspectivas de una economía del hidrógeno son todavía inciertas, ya que no hay políticas suficientes para apoyar la inversión y ampliar la industria, según BNEF. Incluso si eso ocurriera, el hidrógeno no sería una ‘varita mágica’. Los precios del carbono y las políticas de emisiones seguirán siendo esenciales para impulsar el uso del hidrógeno, en particular en lugares con carbón y gas muy baratos. A pesar de las potenciales reducciones de costes, el hidrógeno debe seguir siendo fabricado, por lo que es probable que siga siendo una forma de energía más cara. La industria no cambiará automáticamente hacia el uso de hidrógeno, pero se requiere un compromiso de emisiones netas cero.
Según el autor del estudio, «el hidrógeno es prometedor porque puede ser usado para muchas cosas. La energía renovable ha allanado el camino hacia la electricidad libre de carbono, pero para cumplir los objetivos de emisiones netas cero, tenemos que ir más allá de la electricidad y disponer de combustibles sin carbono. Ese es el papel del hidrógeno».
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Fuente: https://www.hibridosyelectricos.com/
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