Movilidad eléctrica en dos ruedas
Como cada día, a las 7 menos diez de la mañana, Carlos sale de casa en su bici con asistencia eléctrica, para llegar puntualmente a la estación de cercanías y, tras plegarla rápidamente, toma el tren que le llevará hasta el centro de Barcelona.
Ya en plena ciudad y en la hora punta, cuando todo el mundo se desplaza sin pérdida de tiempo, Carlos despliega de nuevo el manillar de su bicicleta eléctrica, que le permite llegar a su oficina un cuarto de hora después. Deja estacionada la bici en la propia oficina y, en su periodo laboral, aprovecha para recargar la batería, enchufándola a la red eléctrica.
Casi al mismo tiempo, pero en Valencia, comienza el trabajo urbano de Andrés, un joven perito tasador que, para trasladarse de taller en taller, utiliza un patinete eléctrico. Si bien, en un principio, suscitó algunas sonrisas –y cierta sorpresa– entre sus compañeros, supone una mejora notable en sus tiempos de desplazamientos por la ciudad. Tanto la rapidez en el transporte como la facilidad para guardar el patinete en el propio taller, mientras realiza la peritación, le ha hecho disminuir notablemente su estrés laboral. Abarca un gran número de pequeños desplazamientos que diariamente debe realizar, y restringe el uso del coche únicamente a desplazamientos interurbanos. Con este vehículo de movilidad personal (VMP) evita también gastos en parkings, restricciones de circulación, etc.
El caso de Marta es muy diferente. Aunque vive dentro del casco urbano de Madrid y trabaja en la zona centro de la ciudad, sus problemas surgieron al entrar en vigor las normas anticontaminación que restringían el tráfico rodado de vehículos tradicionales con motor térmico de particulares. ¿Alter-nativas? los aparcamientos cercanos a su lugar de trabajo, pero conllevan un elevado coste. Gracias a su hijo de 18 años, que le insistió mil veces sobre las bondades y facilidad de uso de las motos eléctricas, Marta adquirió un ciclomotor scooter eléctrico, que podía conducir con su carnet de coche. Además, podía estacionarlo frente al portal de su oficina. Cargando un par de veces por semana su batería, le permite ahorrar mucho tiempo en los desplazamientos, a la vez que dinero, tanto en gasolina como en parkings.
Todo esto nos lo cuenta CESVIMAP en su revista (ver su enlace al final de este boletín), indicando que estos casos de utilización urbana de vehículos eléctricos de dos ruedas son cada vez más cercanos, incrementándose de forma directamente proporcional al tamaño de la ciudad.
Las nuevas formas de movilidad urbana son una realidad que cambia notablemente la fisonomía de nuestras ciudades. Reavivan la movilidad individual eléctrica en detrimento de la utilización del automóvil con motor térmico tradicional. De este modo, contribuyen a la sostenibilidad, no solo disminuyendo la contaminación, sino también agilizando la circulación por el casco urbano.
Son los sencillos VMP, o Vehículos de Movilidad Personal, como los patinetes eléctricos –tanto de forma particular como de utilización compartida y pago por uso– los que han variado el movimiento urbano. Un vehículo de 13 kg, 250 W de potencia y que no sobrepase los 25 km/h puede resultar suficiente para la mayoría de los desplazamientos de muchos ‘urbanitas’.
Aunque la legislación que regula el uso de estos VMP se rige por una combinación de la reglamentación emanada de la DGT y las ordenanzas municipales de las diferentes ciudades, sin duda son los patinetes eléctricos los que han supuesto una auténtica revolución en la movilidad urbana.
La conectividad, junto con IoT (Internet of Things), permite que una simple ‘app’ del fabricante de nuestro patinete o de la empresa de ‘sharing’ que nos lo alquila gestione la utilización de estos vehículos desde nuestro móvil. Pero, precisamente, esta facilidad de uso debe implicar una formación mínima de los usuarios para una circulación segura en ciudad. Requiere utilizar VMP debidamente homologados que aseguren, al menos, iluminación adecuada, frenos efectivos y motores limitados a 25 km/h, así como practicar una conducción vialmente responsable y por supuesto la utilización del elemento protector más importante, el casco.
CESVIMAP, caracterizada por su innovación encaminada a estudiar todos los condicionantes de cualquier nuevo vehículo, investiga desde hace tiempo los VMP: particularidades, recarga eléctrica, seguridad… Las conclusiones se unen a las ya realizadas sobre bicicletas con asistencia eléctrica y motos eléctricas.
Los VMP ya son una realidad viaria y, sin duda, han venido a nuestras ciudades para quedarse definitivamente.
Fuente: http://www.asepa.es/
Antonio Mozas
Director de ASEPA (Asociación Española de Profesionales de Automoción)
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