Cuatro razones por las que las motocicletas eléctricas superan a las de combustión
Las motocicletas eléctricas, todavía en su infancia tecnológica, ya superan a las de combustión en muchos aspectos objetivos, como son las prestaciones mecánicas, y también en los subjetivos, relacionados con la comodidad y la economía.
Hoy en día, en los medios especializados, abundan los listados de razones por las que comprar un coche eléctrico antes que uno de combustión. Pero, ¿qué pasa con las motocicletas eléctricas? Aunque en algunas coinciden con los coches eléctricos, en las dos ruedas hay otras razones muy convincentes que hacen prever que realmente son el futuro y que las de motos gasolina tienen poco que hacer ante lo que se les viene encima. Estas son las cuatro más importantes.
Prestaciones
No por ser un clásico esta razón ha de ser excluida de la lista. Si en los coches eléctricos, sean de la potencia que sean, la aceleración en los primeros metros es una de las características más sorprendentes, ni que decir tiene que en el caso de las motocicletas la cosa va a más, puesto que el peso que hay que desplazar es muy inferior. No es una casualidad que la Lightning LS-218 haya derrotado a todas las motos de gasolina en el ascenso a la mítica colina de Pikes Peak.
En el caso de la gasolina, el motor de combustión necesita más tiempo para alcanzar la potencia que permite las revoluciones necesarias para ofrecer el máximo par. En una moto eléctrica todo esto ocurre desde cero revoluciones y se mantiene constante en todo el rango de vueltas. Esto se traduce en que una motocicleta eléctrica más ligera y menos potente logrará el mismo rendimiento que una más grande con motor de combustión.
Comodidad
Si en un coche eléctrico la comodidad se traduce en menos ruido y facilidad de manejo, al no contar con marchas, en las motocicletas eléctricas esta característica cobra un protagonismo mucho mayor. Primero, porque no hay vibraciones que en el caso de la combustión se transmiten al piloto tanto en movimiento, como, más aun, cuando se espera la luz verde de un semáforo. Aunque para solucionarlo muchos motores de gasolina cuentan con contrapesos que reducen este efecto, no deja de ser una complejidad mecánica extra que los motores eléctricos eliminan per se.
La circulación en zonas urbanas también resulta mucho más relajada gracias a la ausencia de embragues que apretar cada dos segundos por el intenso tráfico. Pero incluso para los fanáticos de las marchas también existen motocicletas eléctricas con caja de cambios tanto en el segmento deportivo como entre las creadas para los grandes viajes.
Uno de las ventajas que crea más controversia es el ruido. Pero no por el tópico de que las motos eléctricas no hacen ruido. Sí lo hacen, pero es diferente y mucho menos escandaloso. Puede gustar o no, pero cuando tener una motocicleta eléctrica sea lo habitual, los que paseen sonando como un cortacésped serán los que emitan el ruido diferente.
Relacionado con esto, hay muchos motoristas que confían precisamente en su ruido para evitar accidentes, porque anuncia su presencia. Pero eso no le convierte en mejores pilotos. ¿No será mejor concentrarse en la conducción y mejorar las habilidades propias para aumentar la seguridad evitando las situaciones de riesgo? Mejor confiar en las competencias propias que en que el motor siga explotando según está previsto.
Y relacionado también con el tubo de escape, su inexistencia en las motos eléctricas evita las quemaduras provocadas cuando se toca, sin querer, con una pierna. Algo que no desean ni el piloto ni el pasajero que eventualmente también puede ser víctima de este pequeño pero muy habitual “accidente”.
Actualizaciones
El aspecto de la personalización y de la modificación, que para muchos motoristas es importante, también está mejor cubierto en el caso de las motos eléctricas. Con un teléfono móvil y la aplicación del fabricante se pueden cambiar muchos de sus parámetros sin mancharse las manos. No hay carburadores, no hay que ajustar la sincronización del motor, no hay perfiles de inyectores que modificar.
Si pensamos que sería absurdo tener que cambiar de ordenador cada vez que el sistema operativo se actualiza, lo mismo podemos pensar que ocurre con un vehículo, ya sea un coche o una moto. Pero eso es lo que ocurre cuando un nuevo modelo llega al mercado dejando anticuado todo lo anterior.
Una motocicleta eléctrica se actualiza, en muchos casos, en casa y en muy poco tiempo. En algunos casos es necesario pasar por el distribuidor para hacerlo, pero no es así en la mayoría.
Economía
Recargar la moto en el garaje supone una comodidad frente al hecho de tener que pasar por una gasolinera cuando el depósito se vacía. Cada mañana se puede salir de casa con toda la autonomía disponible que, en algunos casos, no será excesiva, pero en otros muchos sí que será suficiente para el uso diario. Si a esto se añade lo que se ahorra en combustible respecto al coste de la electricidad la ventaja es todavía mayor.
Lo mismo ocurre con el mantenimiento. Las averías son mucho menos habituales porque las partes mecánicas sujetas a fricción y movimiento son escasas. Será necesario hacer frente al cambio de neumáticos, como en cualquier motocicleta, e incluso las pastillas de freno sufren mucho menos desgaste gracias al sistema de recuperación de energía de la frenada..
Otro aspecto en el que puede permitir un pequeño ahorro económico es el seguro, ya que en muchas ocasiones una motocicleta eléctrica clasificada en una categoría inferior ofrece el mismo rendimiento que una de combustión de la superior. Esto ocurrirá mientras las aseguradoras tengan dificultades a la hora de asegurarlas, por el desconocimiento y la falta de experiencia en este campo, algo que no durará para siempre.
En contra de la economía está su mayor precio de compra causado por el coste de la batería. Pero teniendo en cuenta los aspectos económicos anteriores y considerando todo su tiempo de vida útil, acaban siendo más baratas que las de combustión.
Conclusiones
Las motocicletas eléctricas no son siempre mejores que las de combustión. No en todos los sentidos. Son más caras, su autonomía aun es corta y sus tiempos de recarga todavía demasiado largos. En estos aspectos no pueden competir. Todavía.
Sin embargo, los tiempos de recarga van reduciéndose, las baterías tienen cada vez mayor capacidad y son más baratas, lo que las hace cada vez más competitivas, poniéndoles las cosas muy difíciles a las de combustión. Si ya en su infancia tecnológica son capaces de competir en muchos aspectos, dentro de unos años serán imbatibles. Por alguna razón, fabricantes legendarios como Harley-Davidson, Triumph, Ducati y las marcas japonesas están apostando ya por ellas.
Fuente: https://www.hibridosyelectricos.com
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